Víctima del Plan Cóndor,
se reencontró con su hijo ya adulto y espera que se haga justicia
Sara Méndez, la dignidad
oriental
El caso de Sara Méndez
estuvo incluido en la Ley
de Caducidad o amnistía, una ley que quedó sin efecto recién en octubre. “Espero
que sea el comienzo de una nueva etapa donde el Estado uruguayo se comprometa a
investigar.”
Por Mercedes López
San Miguel
Desde Montevideo
Las habitaciones de la casona hoy están
vacías, bien iluminadas y sus pisos revestidos de alfombras. Hace 36 años había
bancos enfrentados entre sí, de un lado hombres, del otro mujeres con los ojos
vendados. Habían sido secuestrados y casi no podían distinguir el día de la
noche. Sara Méndez, que estuvo presa en una de esas habitaciones ubicada en
Bulevar Artigas, en Montevideo, recuerda el sonido de la calle y las sirenas de
ambulancias de un hospital cercano. Pasó tres meses allí, en lo que era el
Servicio de Inteligencia de Defensa (SID), esposada, tirada en el piso. Soportó
la tortura. Lo que la mantenía viva era la ilusión de volver a tocar a su bebé
Simón.
Después de sobrevivir a la dictadura, la vida
de Sara Méndez se orientó a la búsqueda de su hijo. Lo encontró cuando ya era
un adulto de 26 años. Su caso estuvo incluido en la Ley de Caducidad, que impedía
llevar a la Justicia
a militares acusados de violaciones a los derechos humanos. Por eso aún no hay
condenados. En Uruguay la Ley
de Caducidad quedó sin efecto recién en octubre del año pasado. A partir de esa
fecha se sumaron denuncias: ya son 500 los casos, que incluyen desapariciones,
torturas y robos de bebés.
A Simón Riquelo, de 20 días, se lo habían
arrancado de sus brazos en Buenos Aires el 13 de julio de 1976, cuando un
comando irrumpió a las patadas en su casa de Belgrano. “Unas quince personas
entraron rompiendo puertas”, recuerda Sara Méndez. Yo estaba con mi bebé y una
compañera que militaba en la izquierda como yo. Tomaron posesión de las dos
plantas y ahí mismo empezó el interrogatorio y la tortura para obtener y decir
direcciones y nombres de otros uruguayos que estaban viviendo en Buenos Aires.”
José Nino Gavazzo y Rodríguez Buratti
comandaron el operativo. Se quedaron con su hijo. “No se preocupe señora. No le
va a pasar nada porque no es una guerra contra los niños”, le dijeron y se la
llevaron al centro clandestino Automotores Orletti, en donde estuvo diez días,
para luego ser trasladada a Montevideo en un vuelo clandestino. Era una acción
conjunta de las dictaduras argentina y uruguaya del denominado Plan Cóndor.
“Ese día se realizó un operativo masivo de secuestro, fuimos secuestrados
alrededor de 24 uruguayos que estábamos militando contra la dictadura de
nuestro país desde la
Argentina.” Sara pertenecía al Partido de la Victoria del Pueblo.
Un mes después, Gavazzo y Buratti
participaron en el secuestro en Buenos Aires y posterior traslado a Uruguay de
María Claudia García Iruretagoyena, nuera del poeta Juan Gelman y de la abuela
de Plaza de Mayo Berta Schubaroff. Gavazzo llevó en un avión clandestino a
María Claudia, que estaba embarazada, según arrojaron las investigaciones
periodísticas del diario La
República. Acá , en la casona de Bulevar Artigas recientemente
se descubrió la placa que recuerda que María Claudia y su recién nacida
Macarena estuvieron privadas de su libertad.
Sara Méndez supo de la presencia de la nuera
de Gelman. “Un médico venía periódicamente a ver a una mujer que estaba en el
piso superior. Por las indicaciones que daba a los guardias, nos dimos cuenta
de que estaba embarazada. Tiempo después escuchamos que tenía dolores de parto.
Inclusive en una de las veces que salimos al patio una de las compañeras
alcanzó a ver a una mujer en una ventana con un bebé en brazos.”
Sara se acuerda de que los sacaban a tomar
sol para que parecieran recién detenidos. Los militares querían tapar que había
habido un vuelo clandestino. “Simularon que habíamos entrado al país por
nuestros propios medios. Ahí empezó el montaje. Y luego nos ‘van a detener’
como si estuviéramos parando en esos lugares. Fue una falsa detención en
octubre de 1976. Nos llevaron a la
Justicia militar, con las actas fraguadas, y nos procesaron.
Hoy sabemos que entre nuestro secuestro y la detención falsa hubo un segundo
vuelo con otros uruguayos.” Alicia Cadenas, Elba Rama Molla, Sergio López
Burgos y Gastón Zina estaban entre muchos otros.
Sara Méndez fue procesada por la Justicia militar y
trasladada al penal, Punta Rieles en diciembre del ‘76. Allí estuvo presa
cuatro años y medio. Cuando salió, emprendió la búsqueda de su hijo Simón. Y
también aportó su testimonio en la causa de la mujer embarazada del piso
superior. “Siempre supe que el caso de María Claudia iba a cambiar nuestra
historia tan silenciada. Era familiar de un poeta de renombre internacional.”
Esta mujer bajita y de voz delicada lleva
consigo años de luchar contra la corriente. “Durante diez años seguimos un caso
que creíamos era Simón. Era el año ’86 u ’87 cuando pedimos el ADN. Lo negaron
porque no se contaba con la voluntad del chico que era menor. En 2000, cuando
asumió Jorge Batlle, la presidencia recibió la información de las Fuerzas
Armadas de que el chico no era Simón, habló con él y la familia y los convenció
de que se hiciera el ADN.”
Otra vez, las historias se cruzaron. “Tuvimos
la noticia en marzo de ese año de que Macarena era hija de María Claudia y a
los meses que ese chico no era Simón.” Sara empezó la búsqueda de nuevo. “Si no
lograba una gran movilización que pusiera al gobierno de cara a la sociedad
internacional, que mostrara a una madre que vio a los secuestradores de su hijo
y que en ese momento vivían libremente en el país sin que se hiciera nada. Por
eso emprendí una gira que me llevó por Europa, llegué al Parlamento Europeo,
donde conté el caso de Simón.”
A través de una investigación del periodista
Roger Rodríguez surgió un dato clave: un ex policía había adoptado al verdadero
Simón. “Supe que mi hijo había sido dejado en el Sanatorio Norte. Un caso que
estuvo totalmente invisibilizado, dejado de lado, en quince días se resolvió en
el 2002. “El 18 de marzo tuvimos el resultado del ADN: positivo.”
A partir del descubrimiento de la placa en el
ex centro clandestino de Bulevar Artigas y del reconocimiento por parte del
Estado uruguayo de su responsabilidad en los crímenes de la dictadura, Sara
Méndez se muestra esperanzada. “Espero que sea el comienzo de una nueva etapa,
donde el Estado se comprometa realmente a que las investigaciones no queden en
manos de los datos que sólo aportan las víctimas. Es el Estado el que tiene que
hacerse cargo.” Como Sara Méndez, sobrevivientes y familiares de desaparecidos
esperan llevar ante el banquillo a los responsables de estos delitos que
perduran en el tiempo mientras las heridas no terminan de cicatrizar.
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