Hace poco rato comenzó a circular vía correo, un informe sobre la amenaza publicada en un foro militar, (en las redes de Internet Facebook) al periodista Roger Rodríguez.
Este hecho, como otros tantos, y me refiero a –amenazas- no son novedades actuales. Desde hace un buen tiempo, varios han sido los que recibieron distintas amenazas: telefónicas, cuerpo a cuerpo otras, robos de computadoras a la fiscal Guianze con información valiosa, amenazas a abogados/as, a testigos de hechos del pasado, etc.
Son a militantes, o personas vinculadas al tema DDHH y también a informantes.
Pocas han sido denunciadas a la opinión pública.
Algunos han opinado que no “hay que darles importancia”, a las amenazas. Otras han tomado estado público por la relevancia de los hechos o por la relevancia de la actividad de la persona.
Son los mismos métodos que siempre utilizaron los nostálgicos militares y policías que aún intentan amedrentarnos.
Este año 2011 es un año crucial, para las causas sobre materia de Derechos Humanos. Por la razón que; permaneciendo el engendro de la ley de caducidad,
Los delitos cometidos en el pasado terrorismo de Estado, quedarían prescriptos.
Este mes comenzó la actividad judicial.
Varios implicados en los delitos de Lesa Humanidad, están siendo citados al juzgado de la calle Misiones.
Se los ve molestos a la salida del juzgado. Muchos de ellos evitando a la prensa, que aguarda largas horas para entrevistarlos.
Así que; ni a sorprendernos ni a banalizar las amenazas.
Ellos siguen en su impunidad porque aún se mantienen las -parcelas de poder- que los protege
Una de ellas es la ley de caducidad, que aún se mantiene con diversas posturas, en el espacio político creando diversos y confusos debates, que solo alargan el tiempo hasta llegar al filo de la prescripción de los delitos.
Ponerle el freno con firmeza, en forma masiva, puede que sea un antídoto necesario para restablecer la confianza de que no estamos en un democracia tutelada.
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