miércoles, 4 de julio de 2012

A MANERA DE PRÓLOGO


EXILIO, EXILIO Y DESEXILIO
Mi experiencia en Cuba y Uruguay
Margrit Schiller

A MANERA DE PRÓLOGO

Leer Exilio, exilio y desexilio de Margrit Schiller ha sido para mí más una experiencia que una lectura. Una experiencia largamente anhelada y enormemente necesaria, sobre todo en estos tiempos en que el “borrón y cuenta nueva” es una de las armas más eficaces que utiliza el poder para mantener en ignorancia a los pueblos. George Orwell dijo que quien controla el pasado controla el futuro, es decir, que controlar nuestra historia hace más fácil controlar nuestro futuro, lo cual muchas veces significa llevarnos como ovejas al corral.

Los años setenta y ochenta del siglo pasado vieron luchas encarnizadas de liberación en diversas partes del mundo. En el Sur, sobre todo en el Cono Sur del continente americano, gobiernos dictatoriales respaldados por Estados Unidos se impusieron a base de guerras regulares, irregulares y de contingentes paramilitares. La tortura, la desaparición y el exilio alcanzaron a centenares de miles de personas. Generaciones enteras se perdieron. En el Norte –Estados Unidos y Europa luchas similares involucraron menor cantidad de participantes pero fueron igualmente brutales. Allí también fueron cruelmente reprimidas por las fuerzas oficiales.

En Alemania occidental, en la década de los setenta, jóvenes de la Baader-Meinhof lucharon, entre otras cosas, por una toma de conciencia acerca de las barbaridades del nazismo. El olvido –cuidadosamente cultivado por la historia oficial– cubría todo. Recuperar la memoria histórica era importante para quienes, como Margrit Schiller, sufrieron la encarnizada época de la generación de sus padres. El primer libro de Schiller, Una dura batalla por los recuerdos. Mi experiencia en la lucha armada y en la cárcel, (Es war ein harter Kampf um meine Erinnerung: Ein Lebenstbericht aus der RAF, en el alemán original), es una memoria de la participación de la autora en esa lucha, su captura y encarcelamiento por casi siete años, su experiencia de aislamiento sensorial y su sobre vivencia. Es un libro de gran valor, sobre todo en cuanto nos permite conocer una historia previamente ignorada o ficcionalizada en películas hollywoodenses.

Pero Exilio, exilio y desexilio va mucho más lejos, y su valor va más allá en tanto toca con iluminadora profundidad asuntos que nos pertenecen a todos y todas. Hablo de la memoria y el desgarrador pero necesario trabajo de desenterrarla y convertirla en energía lúcida para poder seguir viviendo. Hablo de los silencios, que en la medida en que los mantenemos y protegemos nos hacen un daño que se da a conocer en relaciones deterioradas, incapacidades físicas y emocionales, y trastornos de todo tipo. Hablo de la recuperación de la memoria individual y colectiva, que aun cuando resulta terriblemente difícil es extraordinariamente liberadora.

La historia no tiene por qué repetirse. Pero si la ignoramos, si la dejamos en algún lugar oculto del pasado y nos negamos a aceptar que ocurrió, se repetirá invariablemente y con creces. Esta es una verdad tanto en el ámbito del llamado abuso doméstico como en el de las luchas políticas. La única manera de evitar esa repetición social es romper el silencio, juntarnos con otros y otras que han sufrido experiencias similares, homenajearlas, intercambiar emociones e ideas, hablar.

Margrit Schiller, a sabiendas de que si se quedara en Alemania era probable que le encarcelarían nuevamente, salió de su país y pidió asilo político en Cuba. Allí vivió varios años, se casó con un jazzista cubano y tuvo hijos. Después viajó con su familia a Uruguay, donde por primera vez comenzó a conocer una cantidad de sobrevivientes de la guerra sucia de los años setenta y ochenta en ese país sureño. De a poco empezaron a comunicarse entre ellos, las mujeres principalmente. En culturas distintas y diferentes lenguajes, Margrit comprobó que el mismo silencio cubría experiencias similares y fundamentales de la vida.

Exilio, exilio y desexilio es un libro importante desde el punto de vista histórico. Como memoria, cumple con la función de revelarnos páginas de historia intencionalmente borradas. Pero aun más importante es, para mí, el drama –terrible y finalmente beneficioso que emerge cuando los esfuerzos de la autora por juntar a los sobrevivientes se ven recompensados. Cuando muchas mujeres y algunos hombres rompen su largo silencio y se desprenden de gran parte del peso que por tanto tiempo los ha agobiado, quizá sin saberlo.

Schiller escribe con pasión y honestidad. Maneja con sutileza el lenguaje y lo que él conlleva. Explora la historia, el poder, la voz propia y otros áreas que tanto importan en esta época en que –repito– el acto de silenciar es un arma de control tan eficaz.
Por eso digo que esta obra ha sido para mí más una experiencia que una lectura. A veces sentí que estaba frente a un espejo, viéndome a mí misma y a mis experiencias con una nueva claridad. Por eso mi gratitud es profunda. Creo sinceramente que, independientemente de la historia particular del lector, éste será un libro que promoverá discusión, reflexión, y resultará de gran utilidad.

Margaret Randall
Albuquerque, Nuevo México
Primavera de 2012

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