sábado, 5 de noviembre de 2011

Álvaro Rico. (archivo, agosto de 2010) Foto:
Álvaro Rico. (archivo, agosto de 2010)

Espantando demonios

Álvaro Rico: “Estamos ante una nueva etapa de la historia de la dictadura”

Lejos de concluirse, el trabajo del equipo de académicos de la Universidad de la República (Udelar) en convenio con Presidencia continúa tras la publicación de la primera actualización de la Investigación histórica sobre detenidos-desaparecidos. Tienen por delante la revisión de miles de documentos en cinco archivos estatales y el plan a corto plazo de continuar esta tarea en Argentina. El coordinador y decano de Humanidades, Álvaro Rico, aseguró que "la impunidad está siendo doblegada" y que está en cuestión la denominada "teoría de los dos demonios". También analizó el discurso político en torno a estos temas y la relación contradictoria que la izquierda tiene con su propio pasado.

-¿Qué implica que haya sido la Udelar la que desarrolló este trabajo?

-Es un orgullo en lo personal y es la continuidad de la reafirmación de un compromiso de la Udelar con las causas de la sociedad uruguaya y de preocupaciones de interés general. Este tema muchas veces se lo coloca públicamente en el dolor de los familiares directos de las víctimas y no en el dolor de una sociedad sufriente por las circunstancias que atravesaron parte de sus hijos.

-La actualización consiste en dos voluminosos tomos. ¿Cómo procesar y divulgar ese conocimiento al conjunto de la sociedad?

-Las de historia son investigaciones académicas sujetas a un rigor documental propio de éstas. Los ejes tienen que ver con la reconstrucción de las historias personales de los detenidos-desaparecidos, de la historia bajo dictadura de siete organizaciones políticas que tuvieron víctimas por desaparición forzada, con la reconstrucción de una lógica represiva del Estado uruguayo que abarcó diferentes niveles de vigilancia, control y disciplinamiento de la sociedad y que, además, desde el punto de vista represivo, debemos incorporar la dimensión de la coordinación regional. Esto hace al volumen, a las múltiples dimensiones y a la complejidad de la investigación. Su divulgación, su popularización, tratamos de resolverlo por distintos mecanismos. Por ejemplo sistematizando los datos más importantes, seleccionando documentos más relevantes, estamos tratando de producir alguna síntesis. Nos hacemos presentes por medio de seminarios, mesas redondas, exponiendo las conclusiones a las cuales arribamos. También por intermedio de asesoramiento calificado a los distintos juzgados testimoniando como peritos, acá como en Argentina.

-El equipo accedió a cinco nuevos archivos estatales...

-Seguimos trabajando en ellos. El volumen de información que hay, unido a que el equipo tenía hasta hace poco una integración mínima de cinco investigadores, no permitió aún, a pesar del tiempo dedicado, concluir con la revisión total. El trabajo sigue en los arhivos de la OCOA [Órgano Coordinador de Operaciones Antisubersivas], del SID [Servicio de Información de Defensa], de Sanidad Militar, la Dirección Nacional de Policía Técnica, Dirección Nacional de Migración y la Suprema Corte de Justicia. Y va a continuar así hasta revisar toda la documentación depositada. Luego debemos incorporar de una manera más sistemática el trabajo de revisión de archivos en distintos organismos de Argentina. Este es un objetivo a corto plazo.

-¿A qué archivos en Uruguay siguen sin tener acceso?

-Podríamos consultar el archivo del Ministerio del Interior en la Jefatura de Policía de Montevideo, pero no hemos tenido acceso. En términos generales, luego de haber revisado 17 archivos estatales, creemos que esa tarea está bastante avanzada.

-La continuidad prevista en las investigaciones parece contradecir la idea de que las heridas cerrarán cuando "mueran todos los protagonistas".

-Muy por el contrario [a esa idea], lo que está sucediendo en este contexto histórico es que efectivamente la cultura de la impunidad está siendo doblegada en la medida en que la investigación arqueológica ha logrado nuevamente encontrar restos de personas detenidas-desaparecidas en predios militares, luego de que a este fenómeno de la desaparición se aplicaran diversas metodologías de ocultamiento para siempre de esos cuerpos y del hecho delictivo. La perseverancia de las investigaciones y la voluntad del Ejecutivo ha permitido esos hallazagos. La cantidad de denuncias judiciales que se están procesando en los últimos tiempos -alguna de ellas de carácter relevante, como la denuncia de mujeres sometidas a torturas y, en particular, a la violación bajo su detención- van en dirección de demostrar esa ruputura definitiva de la cultura de la impunidad. A esto se suman las resoluciones que el Parlamento adoptó en relación a la fecha de prescripción, y las que aún quedan pendientes de la sentencia de la Corte Interamericana, en lo que seguramente se irá avanzando a la brevedad. Una de las conclusiones que sacamos de estas investigaciones es el carácter abierto, los resultados parciales pero en permanente avance, producto del cumplimiento de una etapa y de la posibilidad de seguir...

-¿Estamos, entonces, en una nueva etapa histórica?

-Estamos ante una nueva etapa de la historia de la dictadura en la que el hecho principal es que durante los 20 años desde la recuperación de la democracia, de 1985 al 2005, se negaba la posibilidad de abrir paso a la verdad histórica, judicial y arqueológica con documentación, hallazgos, investigaciones, y la posibilidad de abrir paso en el juzgamiento de los responsables de los delitos de lesa humanidad. Todos esos años estuvimos como sociedad bloqueados por la Ley de Caducidad y ahora se pone adelante de estos próximos 20 años.

-¿Qué opina de las discusiones que se dieron en el Parlamento?

-En la etapa de transición y de recuperación de la democracia, en la de afirmamiento de la cultura de la impunidad y como parte de esa cultura se sistematizó un discurso estereoptiado, repetitivo, que no incorpora los argumentos del otro, pero tampoco los avances en materia de investigaciones y documentaciones aportadas. Siguen repitiéndose a sí mismos. En ese sentido hay un discurso de sectores políticos que quedó relegado en el tiempo.

-¿Qué papel ha jugado el Frente Amplio?

-Muchos investigadores han reflexionado sobre esta relación contradictoria que la izquierda tiene con su propio pasado. Por un lado, ese pasado es un referente y un constructor de la identidad de la izquierda, una referencia de cohesión, es la historia de una ética en un contexto histórico de resistencia al autoritarismo con costos humanos muy altos. En ese sentido, hay aceptación, incorporación, relación afectiva con ese pasado constitutivo de la identidad. Pero contradictoriamente la izquierda tiene en su interior distintos sectores que han hecho de una manera u otra una reflexión sobre ese pasado; algunos acercándose a su reivindicación, a otros acercándolos más de su reinvindicación a su presente. Además, la izquierda es gobierno y en estas circunstancias, como partido de gobierno, no puede imponerle su historia al conjunto de la sociedad y las historias que viven o confrontan con la historia de la izquierda.

-¿La derrota de la rosada fue una oportunidad perdida desde el punto de vista generacional?

-Es una oportunidad perdida, pero no quiere decir que no haya otra en el sentido que a esas causas se integra un conjunto de gente joven con experiencia nueva y que lo hace, no sólo y no tanto porque esas causas refieran al pasado, sino por sobre todas las cosas comprometido con causas del presente que tienen que ver con los derechos humanos. Hay toda una generación que ve y siente la política no desde las lógicas tradicionales sino desde nuevas aperturas. Sin lugar a dudas, el tema de Derechos Humanos como forma de hacer política es constitutiva de nuevas percepciones y educaciones generacionales.

-En la investigación se habla de la represión contra ocho organizaciones de izquierda. Otros trabajos recientes con enfoque histórico están centrados en el Partido Comunista del Uruguay. ¿Está en cuestión la teoría de los dos demonios que se generalizó durante tantos años?

-Sí, parte de esa cultura de la impunidad tuvo que ver con la sistematización de la teoría de los dos demonios o del "sin vencidos ni vencedores" o el del "dar vuelta la página" que proponían y lograron durante muchos años equiparar responsabilidades, víctimas con victimarios y, de alguna manera, creer que mirando hacia delante sin revisión y sin autocrítica podíamos alumbrar nuevas etapas históricas. Eso está en cuestionamiento. Las nuevas aproximaciones históricas a objetos de estudios antes relegados o lisa y llanamente ignorados van a seguir aportando nuevas historias pero también un equilibrio más democrático a los relatos, a las miradas y a las voces sobre el pasado reciente, y eso parte de un fortalecimiento del sistema democrático y su necesario pluralismo.

-¿Cuándo dejará de hablarse de pasado reciente y se hablará de historia?

-Ésta es una pregunta abierta en la medida que cada vez más en lo cronológico nos alejamos de las fechas que, de alguna manera, pueden determinar la división entre el carácter reciente y la historia...

-¿Pero pasado reciente es un concepto cronológico?

-No. Efectivamente ésa es una discusión que se ha abierto. La pregunta está abierta y no hay una respuesta que la cierre fácilmente. Diría que sería importante dar un tiempo a que también esta discusión y estas reconstrucciones históricas que se están procesando tengan un resultado público para tener mayores elementos a los efectos de poder responderla.


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