Estas últimas semanas de fin de mes, se tornaron algo críticas en materia de Derechos Humanos.
Ya se informó extensamente en todos los noticieros, sobre el tratamiento en el parlamento de la ley interpretativa de la ley de la Caducidad Punitiva del Estado relacionado a los delitos de la dictadura en nuestro país.
Se dio un debate extenso en la cámara de diputados; en algunos tramos reiterativos con los argumentos a favor y en contra. A su vez, esta situación trajo un efecto bumeran en la interna del partido de gobierno: Frente Amplio.
Habría dos políticos de diferentes corrientes dentro de la coalición de gobierno que ya han manifestado no acompañar dicha votación en el senado.
En estos días, se sabrá si hubo cambio en la postura de ambos senadores, para votar la ley interpretativa y evitar alguna fisura interna.
Pero no sólo el efecto bumeran fue en esa dirección, también hizo lo suyo hacia la derecha más retrógrada, que ya salió con su discurso apelando al miedo en la población como en las décadas pasadas. Basta con solo escuchar al paladín de la derecha más rancia: Julio María Sanguinetti.
Otro hecho no menos crítico de sumó a lo anterior y fueron las declaraciones del comandante en jefe del ejército: Jorge Rosales.
Cuando al ser entrevistado por la prensa se refirió “a esta ley... y adujo que el gobierno debería respetar la decisión tomada en el referéndum pasado”.
Este militar, no debería por mandato constitucional referirse a nada del terreno político.
La semana entrante se dará por parte del gobierno y más específicamente el ministro de Defensa o incluso el presidente a tomar una resolución sobre estos dichos.
Y como frutilla de esta gran torta pestilente, ayer realizaron una pequeña manifestación varios militares haciendo demandas económicas para el hospital militar que tiene cierto deterioro. En fin, estos nunca se preocuparon de la salud de la población, ni de ningún hospital durante esos años oscuros, en que nos obligaron a vivir. Prefirieron dilapidar todo a su favor para sostener el régimen fascista reinante.
Vale señalar para tenerlo bien en cuenta que en esa manifestación iban, delincuentes- asesinos de la dictadura, arengando consignas contra la ley y el gobierno. Vociferando amenazas de que volverán.
Uno de los manifestantes era Julio Barravino, el tristemente director del EMR2, Campo de concentración de la dictadura en el barrio de Punta de Rieles, que fue destinado a encarcelar a las presas políticas durante larguísimos años.
Sino se pone el límite bien claro, deberemos prepararnos para volver a vivir momentos críticos nuevamente.
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