El intento de golpe de estado en Ecuador, dejó varias enseñanzas para los distintos actores, y su vez en distintas direcciones: por un lado a los gobiernos y muy por el otro: a las organizaciones sociales y pueblo en general.
Hagamos un racconto del pasado y vengamos al presente.
En las décadas del 60 en adelante la política de Washington para América Latina ha sido y sigue siendo netamente imperialista.
Siempre con el cometido de mantener y avanzar en su dominio, sojuzgando a los pueblos. Intromisión que como ya hemos vivido, deja tras de sí pobreza, muerte y sumisión.
Las fuerzas armadas jugaron el papel que le exigen las fuerzas civiles que pertenecen al capital trasnacional o dicho más sencillamente la oligarquía que no tiene patria.
Claro que también luego que tocaron el poder, algunos sectores de ese mismo centro vernáculo creyeron que serían eslabones independientes y actuaron en consecuencia.
Pero la estrategia general del imperio era bien clara: la imposición de un nuevo orden para América Latina.
Ya que desde los sectores populares se daban claras señales de liberación, con el poderío de organización, acumulado en años de luchas.
Los saldos de ese nuevo orden quedaron tristemente, en el terreno ensangrentado de nuestros países. Complicidades criollas dieron el pase libre para su desarrollo.
Descabezar los sindicatos, a organizaciones sociales de todo tipo, supresión de los partidos políticos y cercenamiento de las libertades por largos años.
Luego cambia la coyuntura internacional, y los sectores populares se restablecen paulatinamente. Las negociaciones, la evaluación de las salidas para un lado y para el otro, fueron conflictivas dejando siempre en el camino los principios.
Las primaveras democráticas asomaron como una solución y a ellas marchamos todos como un oasis con tanta devastación reciente.
Lo que vendría después, es la implantación contundente de lo que había quedado por hacer. Liberalización del mercado y un sin fin de etcéteras.
Y más tarde una metamorfosis de la izquierda que en sus principios ostentaba los valores y emblemas contraídos en la larga lucha.
Pero a la mesa también llegaron los progresistas, una nueva especie apetitosa de poder,
Vestida de vieja izquierda. Y allí casi todos nos revolcamos muy a nuestro pesar en ese barco tan seductor para las nuevas generaciones sobretodo que desconocían la verdadera senda. Pero...también con el caballo de Troya venían los conversos, que anunciaban el fin de las utopías.
Vaya menjunje este, para poder decodificar con buen tino.
Dicen que los progre son una especie que dice mucho pero cambia poco. Y en sus fundamentaciones nos tratan de convencer que ¡así vamos bien!
El título de esta entrega decía Ecuador al filo de la navaja, ¿verdad?
Allí en ese país se habla de la “revolución ciudadana” pero resulta que el programa que lleva adelante el presidente Correa deja de lado a las organizaciones populares de lado.
Se enfrentó desde hace un tiempo con las comunidades indígenas que con su sapiensa de lustros defienden no sólo las tierras sino lo más esencial del ser humano ¡El agua!
Estas comunidades y los sindicatos señalan el camino de peligro ante las trasnacionales mineras que desbastan el suelo y los bienes del país, sumando más pobreza.
La política del péndulo solo lleva a errores que los paga el pueblo.
Porque es el pueblo que con su generosidad (muchas veces) les brinda a los deseosos de poder, usar las herramientas de la democracia, como posibilidad de cambio profundo. Llevándolos en ancas a los butacones del gobierno.
Pero...luego se venden al capital foráneo y le otorgan el paso a la derecha siempre agazapada para dar el arañazo final.
Esta intentona golpista abortada, debería poner en orden los caminos a seguir.
Desde las organizaciones populares hilar bien fino. ¡Por aquello de lo principal y lo secundario! Clarísima muestra de entender el horizonte estratégico lo dio el movimiento indígena, a pesar de estar enfrentados a las políticas de Correa.
Tuvo el tino de llamar a movilizarse y estar alertas para defender la democracia. Contribuir a cerrarles el paso a los golpistas. ¡Vaya grandeza y dignidad! ¡Por no decir concepción revolucionaria!
Ya van en estos tiempos dos golpes de estado uno el de Honduras que sigue en curso, con crímenes nuevamente. Está impune aún. Este otro de Ecuador, que por ahora quedó abortado. ¿Y qué pasará por estos lados del sur? Barbas en remojo como decían nuestras abuelas, ¿habremos aprendido algo del pasado?.... nosotros seguros que sí, ellos los progre o conversos ¡no lo sé!
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