jueves, 20 de enero de 2011

Repasando la prensa

Brecha de Uruguay - 25 de febrero de 2005

Los neonazis en Uruguay

Mucho más que una patota de extraviados

Aunque las autoridades lo nieguen la cantidad de grupos neonazis no es tan insignificante, están mejor organizados de lo que se cree y todos los días libran una sorda batalla en las calles y a través de Internet para imponer una ideología que lejos de desaparecer se recicla de mil formas.

Pablo Alfano
La brutal paliza que recibió Damián Stratta, de 22 años, integrante de la banda de punk rock Split 7 prendió en el imaginario colectivo como un episodio aislado cometido por un grupo de extraviados. En los últimos 20 años cada vez que una célula neonazi es arrestada por decorar las paredes con esvásticas, incitar al odio racial en Internet o golpear a los que piensan o visten distinto, el razonamiento oficial se repite: se trató de un hecho puntual perpetrado por un puñado de delirantes.

Con el ataque que recibió el joven punk ocurrió algo parecido. En la madrugada del domingo 13 Damián y tres amigos salieron del boliche Amok, ubicado en la Ciudad Vieja, cuando a pocas cuadras fueron interceptados por un auto del que se bajaron cinco personas con cadenas, botellas y bates de béisbol.

Sus tres amigos se dispersaron, pero Damián recibió la peor parte: terminó en el Hospital de Clínicas con un diente partido, la falange del dedo medio de la mano derecha amputada, un coágulo en el cerebro y un profundo corte en la nuca, entre otras heridas. Los médicos dicen que si uno de los golpes que le fracturó el hueso del oído hubiese impactado dos centímetros más atrás hoy no podría mover ni el brazo ni la pierna derecha.

“Sos un antifascista y por eso vas a sufrir”, le dijo uno de los agresores mientras le pegaba con un bate de béisbol. La denominación de “antifascista”, para Damián, obedece a la letra de uno de los temas que interpreta su banda (véase recuadro).

Si bien los punks (y en especial los anarco-punks) tienen frecuentemente problemas con los skinheads neonazis, Damián y algunos de sus amigos responden a una vertiente más pacífica que busca cultivar un estilo de vida más calmo y naturista. ¿Por qué fueron, entonces, atacados?

La respuesta parece estar relacionada con ciertas características de la “movida” montevideana. La comunidad punk se mueve en un reducido circuito de boliches y locales donde realizan recitales. Matías Cañibe (alias Braun) y varios de sus amigos frecuentan estos espacios y son por ello viejos conocidos de la comunidad punk.

De hecho entre 2003 y 2004 la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) organizó varios recitales de bandas de rock que casi siempre terminaban con peleas en la puerta de su sede (en Uruguay casi Avenida del Libertador). En una ocasión un grupo de jóvenes destrozó a pedradas todos los vidrios del lugar, los que por falta de fondos aún hoy siguen rotos. “Fue gente mandada por García Pintos”, especularon los jóvenes comunistas. Según pudo saber BRECHA Braun y sus amigos neonazis concurrieron a varios de esos recitales con la sola finalidad de “pesetear” comunistas, por lo que no se descarta que haya sido esta célula neonazi la responsable de gran parte de aquellas trifulcas nocturnas.

“Los skinheads andan siempre por donde nosotros andamos. Siempre están como al acecho y no hay noche en la que no armen algún lío. Ellos fichan a los que sean negros, tengan pinta de judíos o no les gusten. Los esperan a la salida y los patotean sin vuelta. Sólo que esta vez se les fue la mano y la cosa llegó a la prensa, pero los líos con los skins nazis son cosa de todos los fines de semana. Incluso han tenido problemas con skins que no son nazis”, comentó a BRECHA un joven punk.

La confirmación de que Braun estaba detrás de la golpiza a Damián se logró gracias a que algunos punks se pusieron a atar cabos sueltos. Allegados al joven agredido dijeron a BRECHA que una semana antes de la golpiza un conocido de Braun se acercó, en el boliche Amok, a un amigo de la banda Split 7 para susurrarle un consejo: “Sería bueno que dejaran de venir por acá un tiempo porque el otro día anduvo Braun diciendo que en cualquier momento cae con los amigos de la Escuela Naval y arma un desparramo de punks. Tengan cuidado, loco, estos tipos son nazis, son milicos que andan armados y están mal de la cabeza”. Nadie tomó en serio la advertencia hasta que Damián fue hospitalizado y se descubrió que efectivamente dos de los cómplices de Braun eran efectivos de las Fuerzas Armadas.

LA CONEXIÓN MILITAR

Punks, veganos, skaters y skinheads no siempre están de acuerdo en los gustos musicales ni en la ideología, pero coinciden en determinados reductos nocturnos, único refugio para los que se visten y actúan “distinto”. Esa inevitable convivencia que deben afrontar cada fin de semana facilita el conocimiento mutuo que tienen las diferentes “tribus urbanas”.

Por eso no fue la investigación policial la que terminó por desbaratar a este grupo neonazi. Fue la solidaridad entre varios grupos punk lo que verdaderamente permitió hallar a los responsables. De no ser por ellos, todo hubiera quedado como una pelea más, entre las diferentes “tribus” que deambulan en la noche montevideana.

Junto con Braun fueron procesadas otras cuatro personas, dos de ellas integrantes de las Fuerzas Armadas. Néstor la Paz, de 25 años, quien revistaba en la Unidad de Apoyo Operativo de la Armada Nacional, fue procesado por el delito de lesiones graves. El soldado del Batallón de Infantería N° 15, Richard Ottonelli, de 21 años, también fue a prisión por el delito de lesiones graves. Su novia, de 24 años, fue procesada sin prisión por encubrimiento, ya que cuando la Policía fue hasta la casa del soldado neonazi ella dijo que no estaba, mentira que una discreta vigilancia policial permitió desenmascarar.

Ahora en el juzgado penal de 21 turno esperan la captura de otras dos personas sospechosas de integrar la misma célula neonazi, aunque aún no se determinó si alguna de ellas integra las Fuerzas Armadas, dijeron a BRECHA fuentes judiciales.

Si bien la investigación policial estuvo a cargo de la Seccional 2, varios efectivos de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) colaboran en el caso ya que han realizado otros procedimientos en el pasado que permitieron recluir a algunos integrantes de grupos neonazis. Fuentes de la DNII explicaron a BRECHA que algunos de los ahora procesados estaban siendo vigilados de cerca, pero que se hacía difícil arrestarlos “porque no podemos detener a nadie porque se rape la cabeza y use tatuaje”. Las fuentes confirmaron que la célula de skinheads que atacó a Damián mantuvo contactos con la agrupación neonazi argentina Legión Negra que, hace pocos días, difundió un mensaje en Internet en solidaridad con sus “camaradas” presos.

A la DNII los neonazis les dan trabajo. Cuando todavía no están presos todos los responsables del ataque a Damián, esta semana varias garitas de salvavidas del balneario El Pinar fueron destruidas y “redecoradas” con esvásticas. Algunas casas de la zona también aparecieron con símbolos nazis pintados en sus fachadas.

Esto reafirma que la agresión contra Damián está lejos de ser un episodio desconectado de otras acciones que se han sucedido en Uruguay. La DNII sabe que existen células o personas con ideología nazi en Pando, a lo largo de toda la Costa de Oro y en Las Piedras. Éste último grupo sería el que cada tanto llena de esvásticas y loas a Hitler el cementerio judío de La Paz.

En Montevideo hay rastros de nazis por todos lados. En los boliches, en recitales, en los muros. En el Prado, en Parque Posadas y en Colón existen grupos más o menos organizados. Pero su principal lugar de acción es el circuito de boliches de la Ciudad Vieja.

Varios punks consultados por BRECHA coincidieron en que es más común de lo que se cree que los skinheads agredan verbalmente o busquen intimidar a negros, supuestos judíos y travestis, pero que difícilmente esto se traduce en denuncias “porque nunca pasa nada”.

Cuando no están en la calle muchos de estos grupos intercambian literatura nazi o navegan en Internet, su principal arma de difusión. Si Joseph Goebbels viviera, seguramente estaría encantado por la infinidad de posibilidades que abrió Internet para la propaganda nazi.

Una simple recorrida por algunos foros virtuales permite detectar decenas de mensajes de nazis uruguayos. Por ejemplo, un “cybernazi” identificado como Nyko dejó bajo el título “Supremacía Blanka” este mensaje, seis días después de la agresión contra Damián: “Anarkistas, lumpenaje, rojos y el resto de la escoria prepárense para el fin de sus horas. Los blancos del mundo unidos para que los hijos de los blancos tengan un futuro digno sin tener que convivir con la peste lumpen y extrangera (sic). Por un Uruguay autónomo sin lacras rojas, con trabajo para todos los criollos sin arrodillarnos ante el imperio. Todos los nacionalistas unidos”. Al final de su mensaje Nyko estampó las siglas WP (por White Power, Poder Blanco) y JRN (quizás por Juventud por el Resurgir Nacionalista). El Uruguay pacato que suele barrer todo debajo de la alfombra se resiste a creer que haya neonazis muy bien organizados. Pero que los hay, los hay.



Con Gustavo Calandra, ex dirigente de la JRN

“Nos disolvimos”

La Juventud por el Resurgir Nacionalista (JRN) ha estado en la picota porque algunos de los neonazis presos por golpear al joven Damián Strata habrían militado en esta agrupación del Partido Nacional (PN), de ideas ultranacionalistas. El senador de Alianza Nacional Julio Lara dijo que el accionar de la JRN está en la mira del Directorio blanco desde octubre de 2003, por lo que “se debe dar una respuesta contundente y no tolerar que en el seno del partido existan agrupaciones que tengan el más mínimo contacto con el nazismo”.

Por su parte, Gustavo Calandra, ex dirigente de la JRN, negó cualquier vinculación con los neonazis procesados y aclaró que difícilmente puedan expulsarlos del PN porque hace meses que la agrupación se disolvió por falta de apoyo político y de fondos. Unos afiches que aparecieron en las principales calles de Montevideo (“Por la dignidad de los obreros”) hace apenas algunas semanas no parecen indicar lo mismo. Lo que sigue es un extracto de la conversación que Calandra mantuvo con BRECHA.

-¿Algunos de los neonazis ahora en prisión militaban en la JRN?

-Lo nuestro es un grupo político y el ataque fue perpetrado por una barra de patoteros. Todo lo que sé por la prensa es que ellos están vinculados con grupos skinheads de otros países. Lo de la vinculación entre estos neonazis y la JRN surge por una nota que publicó el diario El Observador, pero después nadie más habló de ese tema.

-Pero a pedido del senador Lara el Directorio blanco está analizando la posible expulsión de la JRN del PN...

-Nosotros mandamos una carta a cada uno de los miembros del Directorio con la misma respuesta que le enviamos a El Observador y allí mencionamos que nuestra agrupación ya no existe más. Yo no sé cómo nos van a expulsar si hace meses que la JRN no existe más, el local está cerrado y no existen autoridades a las cuales comunicarles esta decisión. No pueden expulsar algo que no existe.

-O sea que es imposible que los expulsen del PN...

-Capaz que lo que deciden es expulsar individualmente a los miembros de lo que era la agrupación.

-¿Y por qué se disolvieron?

-Porque nos fue bastante mal. Hubo falta de apoyo y sobre todo de fondos. En las internas nos presentamos con la lista 717 y sacamos 311 votos. Sacamos listas en lo departamental, pero no en lo nacional. De esa manera fue que no apoyamos a ningún precandidato.

-Pero, ¿realmente dentro de la JRN nunca detectaron miembros con ideología o simpatías neonazis?

-Nosotros no sabemos, porque hemos dado muchas charlas y conferencias, y es posible que haya ido gente de todo tipo, porque nuestras charlas siempre fueron abiertas, pero no tenemos constancia de que entre la dirigencia de la JRN haya habido neonazis. Además, en varias oportunidades condenamos este tipo de ideologías.

-Está bien... pero ustedes son conscientes de que no es la primera vez que los acusan de tener simpatías con grupos o militantes neonazis.

-Han sido unos cuantos los que nos acusaron. Siempre terminó en un juzgado con el caso archivado o una retractación de los acusadores. Eso nunca salió en la prensa, pero es la verdad.

-Pero las relaciones entre la JRN y el PN nunca fueron buenas...

-Ahora no hay relación porque la agrupación se disolvió, pero en su momento teníamos una buena relación, aunque siempre fuimos un grupo chico que representaba pocos votos. Nosotros organizamos ciclos de conferencias a los que vinieron Francisco Gallinal, Carlos Julio Pereyra, Walter Santoro, Juan Chiruchi, entre otros. A mí me asombra que ahora digan que siempre existió una distancia con nosotros.

-En varios comunicados ustedes han reivindicado el proceder de Luis Alberto de Herrera, quien siempre ha sido acusado de simpatizar con la Alemania nazi.

-Esto es como cuando alguien publica algo contra el gobierno de Sharon en Israel y enseguida lo tratan de antisemita. Esto es más o menos lo mismo. Si uno es patriota, nacionalista y defiende a Uruguay inmediatamente es tildado de nazi.

-Entonces se definen como nacionalistas...

-Somos nacionalistas igual que lo fue Herrera, Carlos Roxlo, Barrios Amorín y Oribe.

-Convengamos que en las notas de su periódico llamado Políticamente Incorrecto y en los editoriales se vertían conceptos muy duros que pueden ser interpretados en el mejor de los casos como ultranacionalistas y en el peor muy próximos al neonazismo.

-Todas nuestras opiniones siempre fueron muy duras y críticas con este sistema. Siempre dijimos lo que pensamos. ¿Por eso somos neonazis? ¿No es que en este país existe la libertad de expresión y de opinión? Por lo que ahora veo sólo existe para algunos.



Una sucesión de “hechos aislados”

En 1981, en plena dictadura militar, Héctor Paladino Rubira fundó con un grupo de amigos un grupo neonazi que se mantuvo operativo durante seis años. Dueño de una agencia de publicidad, Paladino tenía aterrorizados a los vecinos de su cuadra porque era frecuente verlo pintando grandes esvásticas en la puerta de su casa. Hasta que en diciembre de 1987 Paladino, de 30 años, se desquició, salió de su casa con una escopeta de caño recortado, mató a dos personas e intentó ultimar a una tercera. Luego del baño de sangre se entregó a la Policía y la prensa dijo que se trató de un episodio aislado cometido por un loco suelto.

En enero de 1999 el marino de primera Gustavo de Armas, de 21 años, y un amigo fueron procesados por una serie de atentados con explosivos en la comisaría del Cerro y en el Centro de Montevideo. Los dos hombres confesaron su pasaje por la organización neonazi Orgullo Skinhead, que luego abandonaron porque era “excesivamente teórica”. Nuevamente todo quedó como un hecho aislado perpetrado por dos extraviados, luego que el ministro del Interior, Guillermo Stirling, dijera muy suelto de cuerpo que “no podemos pensar que se trate de una célula neonazi”.

Pocos meses después fueron a prisión cuatro jóvenes de Orgullo Skinhead acusados de incitar al odio racial a través de una página en Internet. Un nuevo hecho aislado. Un año después el líder de Orgullo Skinhead, Sebastián Pérez de los Reyes, de 22 años, a poco de recuperar su libertad, terminó de nuevo en la cárcel porque junto con cinco amigos golpeó salvajemente a un menor de edad con una botella al grito de “Heil Hitler”.

En setiembre de 2000 el líder del Frente Nacional Revolucionario, Edgardo Cantero, un militar retirado de la Fuerza Aérea, de 54 años, fue procesado por incitar al odio racial, previsto en el artículo 149 bis del Código Penal. En su casa se incautó abundante literatura nazi, manuales de asistencia antiterrorista, armas cortas y largas y varios videos en los que, con un uniforme del Tercer Reich, Cantero planteaba que su organización era “la continuidad del Partido Nacionalsocialista fundado en Uruguay en la década del 30”.

En 2003 un joven de 19 años fue detenido mientras hacía pintadas racistas. La lista de acciones nazis en Uruguay es más extensa, lo que lleva a pensar que detrás de estos hechos aislados existe una fuerte organización de varios grupos que se resisten a perder visibilidad.

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