jueves, 15 de julio de 2010

Cada cosa en su lugar.




Este segundo gobierno desde hace algún tiempo se ha caracterizado por definirse de -izquierda progresista-. Tomando cada vez más distancia de aquel origen fundador de lo que fue el Frente Amplio.
En su punto de partida el Frente Amplio, se definió como una fuerza política antiimperialista y antioligarca. Claro, la contradicción en aquel escenario de las postrimerías del siglo XX estaba clara.
Pero luego del efecto “transición” que parece ser que nunca acaba, se le fueron alineando otras fuerzas llamadas progresistas, a esa original fuerza política.
Fuerza que por cierto, tuvo sus costos en militantes presos, asesinados y desaparecidos cuando irrumpieron en el poder la fuerza restauradora golpista militar y civil, en el país.
A la vuelta de la llamada democracia, lograron volver al gobierno los partidos tradicionales que muchos de sus integrantes habían aplaudido fervorosamente al régimen gorila en todo su período. Pero ahora regresaban, envueltos en ropajes democráticos.
De esta forma se pudo completar lo que los otros golpistas no pudieron terminar o dicho de otra forma; lograron despejar el camino de luchadores sociales que intentaron impedir el avance fascista con torturas y muertes.
La privatización de buena parte de entes y el efecto liberalizador estaba en marcha. En el transcurso de esa era, se dejó un tendal de fábricas arruinadas, vacías de obreros que no tuvieron más que una lucha basada en la fuerza y en la convicción de las ideas, pero que no fue suficiente.
Una brecha entre obreros y dirigencia que no respondían a las demandas fuertes y claras de sus bases, fisuró en parte las relaciones sindicales y por ende laborales.
Deuda externa ascendente y sus consecuencias, en precios de la canasta básica y sueldos sería el corolario de la necesidad de otro nuevo cambio para la sociedad uruguaya. Así se perfiló el antiguo Frente Amplio, con nuevas promesas que venían de tiempo atrás.
Pero el poder es el poder, y no todos saben resistir a las tentaciones que ofrece.
Los pactos políticos que se entretejen en ese camino terminaron por desbaratar viejos postulados que hasta ese momento se pensaban como intocables.
Esas otras fuerzas llamadas progresistas terminaron de impregnar a los viejos postulados de la izquierda. Pero no todo es lineal en política, para esto se precisa de buenos sueños que sean creíbles o por lo menos que la gran masa de desesperanza los tome como propios. Así que se puso en marcha un nuevo camino de conquista hacia el gobierno, pero esta vez sería de “izquierda”, así se lo anunció por lo menos.
No hubo ninguna duda que no sería fácil. El tendal dejado en pobreza extrema, deuda pública y externa sin parangón, el reclamo por verdad y justicia de los crímenes cometidos en el golpe de Estado de 1973-1985 serían materias pendientes a resolver.
Entre todas esas soluciones que tendrían como desafíos, esta el tema cárceles relacionado al tema seguridad ciudadana.
En varios análisis que “bajaban” a las estructuras del MPP o FA, se dijo que en el año 2002
Reventó el aparato productivo. Y que por esa razón debían hacerse alianzas con otras fuerzas progresistas... Así fue conformándose lo que hoy tenemos -la Biblia y el calefón-.
Al día de hoy, ya vamos por el segundo mandato del gobierno progresista. Hubieron algunas reformas en el entendido que reformismo es aquello que cambia, pero con reformas sin modificar sustancialmente el rumbo de las cosas.
Durante los gobiernos anteriores y la crisis del 2002, golpeó duramente a los sectores más empobrecidos. Esto incrementó fuertemente la criminalidad que lleva la desesperanza en su vientre.
Es así que las cárceles se fueron llenando de todo tipo de personas, las muy pobres que salieron a robar para sortear la crisis, los que trafican con drogas, los pibes que destrozados por la pasta base te matan sin piedad en tu comercio, etc. Son 9200 presos que hay en las 39 cárceles del país. Y como antes Uruguay se destaca en toda la región con el mayor porcentaje de personas presas.
Habitan en cárceles vetustas con peligro de derrumbe muchas de ellas, hacinados en celdas donde la precariedad deja su precio. Cada mes se suman 70 personas más presas.
Los últimos datos dicen que: Uruguay tiene una tasa de aproximadamente 250 encarcelados cada 100.000 habitantes.
Es el más alto de toda Latinoamérica.
Entonces pasemos raya y veamos esto: ¿la justicia actúa ante el delito? Sí.
De lo contrario habría menos presos.
Según los datos de otras zonas de América Latina, que tienen una tasa alta de delitos la cantidad de presos es menor.
¿Será que en Uruguay las penas son más largas, y de esa forma se endentece la libertad de los que ya cumplieron la pena? Pero también los hay y muchos que no fueron procesados. Se menciona en algunos informes el abuso de la prisión preventiva, que igual te lleva tras las rejas con los que asesinaron etc. Son los llamados primarios que tienen que convivir con los delincuentes a ultranza y que pasan a ser los “los alumnos de los maestros del crimen”.
En ese régimen carcelario de la cárcel de Libertad entre otras se destaca la cárcel Centro de Rehabilitación Nacional (C.N.R.) en el antiguo hospital Musto, un verdadero islote en este infierno reinante. Allí los jóvenes tienen atención psicológica, que evalúa en forma permanente el cambio de errantes conductas aprendidas. Tienen talleres donde realizan y aprenden oficios para desenvolverse a su salida. Carpintería, soldadura, elaboración de pan y fideos, computación y clases de aprendizaje para leer y escribir para los que no saben, y entre otras cosas el esparcimiento vigilado. Biblioteca y quinta donde plantan lo que luego comerán. Marcan tarjeta como si estuviesen en trabajo real.
En fin, rehabilitación que redundará a la sociedad: garantizar que no vuelvan a cometer nuevos delitos en el futuro.
Pero el presente es de 12 muertos quemados en una cárcel del Departamento de Rocha, una huelga de hambre de casi todos los presos, un gobierno que apuró la ley de emergencia carcelaria en el senado y que cuesta 15 millones de dólares.
El presidente Mujica con su ladero Bonomi enfrentan el más problemático desafío del momento, sacándolos de su modorra o vapores gubernamentales. ¿El progresismo dará su respuesta a esta grave situación planteada? ¿De qué forma?

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