PUBLICADA EN CARAS&CARETAS EL
VIERNES 18 DE MAYO DE 2012
MANDO MILITAR SE APROPIA DEL 40
ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE
LOS 4 SOLDADOS
El mitin oficial
La conmemoración del 18 de mayo de
1972 será hoy para el Ejército, por primera vez en la historia, más importante
que su fundacional 1811. Una “orden de operaciones” del comandante de la División de Ejército I,
obligó al gobierno a ponerse a la cabeza de un mitin militar que tendrá como
único orador al comandante Pedro Aguerre. Una contraorden para que oficiales y
subalternos asistan de civil, implicará que todo oficial uniformado caiga en
desacato.
ROGER RODRIGUEZ
rogerrodriguez@adinet.com.uy
El comandante en jefe del Ejército,
general Pedro Aguerre, con el respaldo del gobierno, realizó un “anticipo ofensivo”
y se puso a la cabeza de un mitin militar en conmemoración, hoy, de los 40 años
del incidente en el que cuatro soldados murieron en manos del Movimiento de
Liberación Nacional Tupamaros (MLN-T), para evitar una maniobra interna en el
Ejército donde grupos y logias decidieron jerarquizar el aniversario aunque se
llegara, casi, al desacato…
La convocatoria oficial al acto, que
anualmente encabezan los clubes Circulo Militar y Centro Militar ante un
monolito dedicado a los cuatro soldados en Avenida Italia y Abacú, se decidió
en la propia Torre Ejecutiva luego que trascendiera un comunicado público de la
organización de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, donde
denunciaban que el jefe de la
División 1 del Ejército, general Sergio D’Oliveira había
convocado a sus tropa y oficiales.
Paradójicamente, fueron los familiares
de las víctimas de la dictadura quienes revelaron que D’Oliveira había suscrito
la “Orden de Operaciones 04/12” por la que se ordenaba a la “totalidad del
personal superior y subalterno disponible” a la “misión” de participar en el
acto recordatorio del 18 de mayo de 1972 y señalaron su preocupación porque la
orden fue autorizada por el ministro de Defensa Nacional, Eleuterio Fernández
Huidobro.
“Constituye una injerencia indebida e
inadmisible de las Fuerzas Armadas en la vida política de nuestro país. Estamos
viviendo una escalada en la cual se convoca a las Fuerzas Armadas a asumir
funciones que no le son propias en un régimen democrático. Circunstancia que
conlleva a magnificar tanto la necesidad de su actuar como su imagen, sin un
proceso de rectificación y depuración institucional. Exhortamos a tomar cabal
conocimiento de la situación y generar una fuerte corriente de opinión que
permita revertirla”, expresaron en el comunicado.
“Anticipo ofensivo”
D’Oliveira, quien ascendió al
generalato en el gobierno de Tabaré Vázquez y asumió la principal División del
Ejército el pasado 31 de enero, cuando sustituyó al general Daniel Castellá
quien pasó a desempeñarse como Jefe del Estado Mayor de la Defensa , incluyó en su
“orden” a la Brigada
de Infantería N° 1, la Brigada
de caballería N° 3, el Batallón de Ingenieros de Combate N° 1, el Grupo de
Artillería N° 1 y el Cuartel General de la División de Ejército I.
En la “idea de maniobra” de D’Oliveira
se preveía que el personal superior y los suboficiales concurrieran
uniformados, pero esa resolución fue modificada por la Presidencia de la República , cuando se
ordenó al comandante Pedro Aguirre “apropiarse” del acto y transformarse en el
único orador de un aniversario en el que, por primera vez en la historia, el
Ejército no recordará su origen en la Batalla de las Piedras de 1811, sino un episodio
de la “lucha antisubversiva”.
El discurso de Aguirre –que será
breve- comenzará evocando al General José Artigas y su legado, se lamentará la
muerte de los cuatro soldados y todas las muertes ocurridas en los
enfrentamientos de los años sesenta y setenta (no se reivindicaría la lucha
contra la subversión durante la dictadura) y se subrayará que las fuerzas
armadas están subordinadas al poder político y se encuentran al servicio de la
nación.
La “oficialización” del mitin militar
constituiría una concesión del mando militar a una de las más poderosas logias
de la interna militar, conocida como la “Dinastía”, a la que pertenecieron los
ex comandantes en jefe Raúl Mermot, Carlos Daners y Santiago Pomoli, y a la que
actualmente pertenecerían los generales Sergio D’Oliveira (División Ejército
I), Willie Purtscher (División Ejército II), Juan Villagrán (División Ejército
III), Juan Saavedra (Escuela Militar) y José Burone (Calen).
Escribir la historia
La conmemoración del episodio en que
fueron muertos los soldados Saúl Correa, Osiris Núñez, Gaudencio Núñez y Ramos
Jesús Ferreira, aparece también como un juego de “equilibrios” hacia una
interna donde hubo grupos que no compartieron los actos del centenario del
Ejército, celebrados hace un año por iniciativa del ex comandante Jorge Rosales
(también de la “Dinastía”) y se constituye, a la vez, en una manifestación
hacia un sistema político que ya parece estar disputándose la “simpatía” y,
sobretodo, el voto militar.
La verdad sobre lo ocurrido aquel 18
de mayo de 1972 es uno de los puntos de discrepancia entre la historia oficial
redactada por las Fuerzas Armadas y el revisionismo histórico impulsado tras la
reinstitucionalización democrática. Los militares denunciaron el caso como la
matanza de cuatro soldados indefensos que tomaban mate dentro de un jeep y los
tupamaros replican que fueron muertos en combate y con sus cuerpos se armó una
escena propagandística para mostrarla ante la opinión pública.
Los cuatro soldados se encontraban
dentro de un vehículo militar en la puerta del domicilio del entonces
comandante en jefe del Ejército, general Florencio Gravina, que fue definido
como uno de los objetivos de una serie de operaciones guerrilleras que en esa
jornada había planificado el MLN-T, lanzado en el marco de su ofensiva luego de
los episodios del 14 de abril de aquel año y de la declaración del estado de
guerra interno y la aprobación de la ley de seguridad por parte del Parlamento.
La forma como quedará escrito el
incidente ante la historia promete ser tan conflictivo como el caso del
homicidio del coronel Ramón Trabal. Los militares siguen adhiriendo a la
historia oficial de un “Comando Raul Sendic” y la revisión histórica sospecha
de un ajuste de cuentas interno. Casualmente, el actual comandante del
Ejército, Pedro Aguirre, era yerno del militar asesinado en Paris en diciembre
de 1974
Dientes de tenientes
Para la logia “Tenientes de Artigas”
–a la que pertenecen los actuales generales Carlos Loitey (Jefe del Estado
Mayor del Ejército), Guido Manini Ríos (Sanidad de las Fuerzas Armadas) y
Domingo Montaldo (Agregado militar en Washington)-, lo ocurrido aquel día de
1972 fue el golpe psicológico que modificó la actitud del personal subalterno
de las Fuerzas Armadas, alineándolo con la oficialidad, terminando -según han
escrito en publicaciones de la logia- con los tiempos del “Ejército civilista”
fruto de la “Pax Batllista” de 1904, y permitiendo el resurgimiento del “viejo
soldado oriental”.
La reivindicación histórica que los
“Tenientes de Artigas” hacen de aquel 18 de mayo, se ha visto reflejada en
varios incidentes entre el mando político y la oficialidad militar, en
particular el caso del agregado militar en Estados Unidos, coronel Pedro
Picabea, quien en setiembre de 2005 desobedeció una orden de retirar de su
escritorio en Washington la foto de los soldados del jeep por parte del propio
presidente Tabaré Vázquez.
El actual mandatario, José Mujica,
entonces Ministro de Ganadería, también fue protagonista de un conflicto con el
Centro Militar que a través de su publicación “El Soldado” lo acusó de una
campaña de descrédito a las fuerzas armadas al aseverar que el los cuatro
soldados habían sido colocados dentro del jeep y que hubo un quinto soldado que
disparó primero desde la azotea del domicilio de Gravina, ya que en esos días
de 1972, Mujica estaba prófugo tras escapar de Punta Carretas y no participó
del operativo.
Curiosamente son ahora dos tupamaros,
el presidente Mujica y el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro,
quienes decidieron autorizar el mitin militar a través del cual, por primera
vez desde la dictadura, las fuerzas armadas podrán hacer una exhibición
corporativa de su “fuerza”, bajo una orden de sus mandos a pesar de que desde
la casa de gobierno se adujo que la invitación al personal militar, superior y
subalterno, es “voluntaria y de civil”.
NOTA DEL AUTOR: La concentración
alcanzó finalmente a 3000 personas. Solo un par fueron uniformados. El discurso
del comandante Aguerre fue tan breve como se preveía. Estuvieron los
"viejitos" que aún siguen libres. Entre ellos Ivàn Paulos. Habrá que
estar atentos, ahora, a la interna militar. La "orden de operaciones"
de D'Oliveira no fue un error. Las lógias y agrupaciones se están moviendo...
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