En “De la prisión a la
libertad”, Mirta Macedo construye un explícito ensayo en torno a las graves
secuelas padecidas por los presos políticos que permanecieron confinados
durante los años más oscuros.
La autora, que nació en 1939 en Treinta y Tres,
es licenciada en trabajo social y ha desempeñado una sólida militancia por los
derechos humanos, que abrevó de su propia experiencia de presa de conciencia.
En efecto, permaneció recluida entre 1975 y 1981, en el penal de Punta de
Rieles.
Su trabajo de reconstrucción de la memoria se ha
plasmado en numerosos artículos especializados y tres libros referentes, que
han marcado un rumbo concreto a su lucha por verdad y justicia.
En 1999, Mirta Macedo publicó “Un día, una
noche, todos los días”, donde, mediante breves relatos, narra el horror de la
tortura en las cárceles de la dictadura.
Su segundo libro, que apareció en 2002, es
“Tiempos de ida, tiempos de vuelta”, donde narra su propia odisea, desde su
detención hasta el momento en el cual recuperó la libertad.
En esta obra, la autora analiza cómo el
terrorismo de Estado vulneró los derechos y las identidades de los detenidos.
Finalmente, en “Atando los tiempos” (2005), la
investigadora aborda concretamente las estrategias de supervivencia que se
construyeron en la prisión.
Este nuevo trabajo, que se inscribe en una serie
testimonial destinada a realimentar el debate sobre nuestro pasado reciente,
alude concretamente a los efectos de la represión sobre la sociedad y
particularmente sobre las familias de los presos políticos.
Desde la perspectiva que otorga el tiempo,
Macedo construye un alegato sólido y explícito, destinado a realimentar la
movilización ciudadana por verdad y justicia que sigue inspirando al pueblo uruguayo.
Su trabajo, que obviamente no tiene un perfil
historiográfico, no se limita la mera descripción o recreación de los horrores
perpetrados por el gobierno autoritario.
Asumiendo la necesidad de debatir un tema que
está lejos de ser saldado, la investigadora imbrica el pasado con el presente y
las ulteriores consecuencias del peor tiempo de represión que registra el
imaginario colectivo.
Este ejercicio de reconstrucción de la memoria
la conduce inexorablemente a través de senderos particularmente tortuosos, que
marcan el rumbo de la recuperación de la verdad histórica.
Sin aludir expresamente a los falsarios de
siempre que aún pretenden justificar lo injustificable y exorcizar culpas
propias y ajenas, Mirta Macedo elabora una denuncia tan potente como explícita.
Nutriendo su libro de testimonios de víctimas
directas de la represión o de familiares, la militante analiza los efectos a
largo plazo de la prisión, el impacto de la libertad recuperada y la posterior
experiencia del reencuentro.
La autora trabaja sobre varias líneas de
reflexión, mediante las cuales aborda diversas facetas de la actividad
desplegada por el terrorismo de Estado, que transformó a nuestro país en un
inmenso campo de concentración.
Tras una breve introducción que pretende situar
al lector en el tema, la investigadora aborda diversas generalidades de los
efectos y las consecuencias de la feroz represión que se abatió sobre nuestro
país durante la segunda mitad del siglo pasado.
En ese contexto, la escritora alude
concretamente a la impostergable y siempre necesaria tarea de reconstrucción de
la memoria, que ha estado a cargo de organizaciones militantes y de los autores
de literatura testimonial.
Este capítulo impregna a su trabajo de la
necesaria impronta del compromiso, tendiente a mantener en el tapete el tema de
los derechos humanos, en momentos que crece la movilización y el clamor popular
por la anulación de la inmoral Ley de Caducidad.
La autora evoca a Nibia Sabalsagaray y Silvina
Saldaña, dos compañeras de lucha y figuras referentes de la resistencia, que
fueron asesinadas por el gobierno autoritario.
El conmovedor recuerdo de estas dos mujeres que
ofrendaron sus vidas por la libertad y la democracia, comporta un enérgico
alegato contra la barbarie y la prepotencia.
Se trata, naturalmente, de dos personajes
paradigmáticos que, al igual que otras uruguayas y uruguayos, soñaron con la
construcción de una sociedad más justa y solidaria.
La invocación de estas dos emblemáticas
militantes opera como un adecuado pretexto para incursionar en los temas más
despiadados de nuestro pasado reciente: la prisión y la tortura.
Nutriéndose permanentemente de sensaciones
propias y testimonios ajenos pero no menos entrañables por afinidades y
cercanías, Macedo reconstruye los demonios del pasado y los fantasmas del
presente.
Sin embargo, el planteo de la autora difiere de
otros trabajos de análogo tenor, en la medida que no se limita el mero abordaje
de la problemática de las víctimas directas de la dictadura.
En efecto, la investigadora explora otras
facetas y connotaciones de un tiempo de odio irracional, al aludir al impacto
social que provocó la instalación de un régimen que violó groseramente los
derechos humanos de la población.
Mirta Macedo se adentra en las psicologías y las
conductas humanas de aquella época, cuando el terror condicionó y se apropió de
nuestras rutinas.
La analista sugiere que la dictadura pretendió
modificar la realidad, mediante diversas técnicas de manipulación colectiva,
atropello y prepotencia. Obviamente, casi nadie quedó exento de las graves
consecuencias derivadas de estas prácticas de aberrante y salvaje brutalidad.
En lo relativo a los presos políticos, la autora
explicita las diversas modalidades de tortura, aislamiento y violencia
irracional, cuyo propósito era demoler la resistencia y anular la identidad de
las víctimas.
Obviamente, los casos más terribles fueron los
de desaparición forzada, que pretendieron borrar todo vestigio de la persona y
camuflar la impunidad de los crímenes perpetrados.
Las recientes actuaciones judiciales que han
permitido el procesamiento de varios notorios represores, reinstalaron el
lacerante tema en el horizonte del presente.
La obra aporta también otros ángulos a la reflexión
del debate colectivo, como las consecuencias padecidas por las familias de los
presos de conciencia: el temor, la fractura, la incertidumbre y la sensación de
angustia y vacío existencial ante la ausencia del ser querido.
Este razonamiento conduce inexorablemente al
abordaje de otra materia no menos trascendente para el análisis global del
tema: la recuperación de la libertad y el encuentro con los afectos.
Sumando su propia experiencia a los valiosos
testimonios incluidos en este libro, Mirta Macedo expone minuciosamente las
graves dificultades de readaptación y reinserción social y familiar que
padecieron los ex reclusos.
El reencuentro fue una mixtura entre la alegría
y la angustia, al advertir los radicales cambios de la realidad y el implacable
peso de la ausencia de compañeros exiliados, muertos o desaparecidos.
“De la prisión a la libertad” es un testimonio
de acento realmente contundente, que denuncia explícitamente las más perversas
rémoras de la represión autoritaria.
El trabajo, que tiene ciertamente mucho de
autobiográfico, apunta a iluminar los conos de sombra de un pasado terrible de
prepotencia y autoritarismo y a reivindicar a los héroes que protagonizaron la
resistencia y lograron emerger del infierno.
(Edición de Orbe Libros)
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