Alvaro Balbi: 35 años de un crimen
Escrito por: Por Dari Mendiondo
Bidart Edil de Montevideo por el FA
Domingo 15 de agosto de
2010 | 4:00
En una reunión
clandestina del Regional 3 del Partido Comunista, en 1975, en la que se
encontraban entre otros que recuerdo Raúl Viñas, Raúl Rezzano (secretario), “el
canario” Juan Alonso, Javier Tassino, Alicia Carazus, Elena Rolandez, el
“petiso” Ribeiro y Alvaro Balbi, el más joven, integraba la UJC del Regional, ocurrió un
allanamiento, fue un allanamiento dirigido, no fue casual, ¿hubo seguimiento o
fue entregado? posteriormente, a lo largo de varias caídas, la dirección
departamental de Montevideo empezó a asociar ciertos arrestos de compañeros con
un hombre que había sido conserje en la Casa Central de Sierra y que provenía de la Seccional 20 del
Regional 3, muy popular el susodicho, era conocido como el “gallego” Vázquez;
de gallego no tenía nada y sí mucho de traidor, pues fue una pieza clave para
detectar y entregar militantes. Se pagaba el precio, es bueno decirlo, de lo
que Arismendi había catalogado como “las ilusiones demócratas” una fuerza
política, tantos años en legalidad, a diferencia de aguerridos partidos como el
Portugués, con una vasta experiencia en la labor clandestina, de sus rigurosas
reglas imprescindibles para blindarse de mínimos errores, con los cuales
siempre especulan y medran las operaciones de inteligencia de las dictaduras.
El PC del Uruguay pagó un duro precio (por ser un partido de una larga
tradición de funcionamiento en la legalidad, por lo demás proclive también a la
infiltración) al pasar al trabajo clandestino, donde la carencia de
infraestructura se sintió, y además sus dirigentes éramos muy conocidos; a ello
hay que agregar que la línea principal “impedir que se consolide la dictadura”,
exigía la presencia de nosotros, los dirigentes, así como movilidad, y
participación en reuniones en todas las escalas: Agrupación, Seccional,
Regional, Departamental y el propio Comité Central, que es bueno decirlo,
siempre funcionó en la ilegalidad, por lo demás los instrumentos de acción de
la organización política eran tres: los de masas, particularmente el movimiento
sindical y universitario, que exigía presencia, atención y sobre todo
orientación; la política de alianzas con sectores tradicionales y el tercero,
la propia organización que hay que atender, porque hay que informar, distribuir
la “carta”, volantes, pintadas, etc; además hay que seguir funcionando, y eso
exigía dinero, vínculo con los afiliados y amigos, y finanzas, además relación
con el Centro en el exterior, y todo lo que es la sociedad civil, estudiantes,
cooperativas, etc., y también la solidaridad con los presos, sus familias, etc.
Una labor clandestina
exige una enorme dedicación en la cual siempre estás expuesto y nunca, nunca,
te sentís seguro. El desgaste psíquico es de tal magnitud, es tan grande el
peso de la responsabilidad que, cuando caés todo se simplifica, la cuestión es
encerrarte en tu propia estructura, necesariamente de hormigón, para entonces
ahí preservar lo más preciado de tu existencia, los compañeros, las casas, la
organización. Es cuando la vida personal pasa a un segundo plano.
En esa se vio Alvarito,
soportando la brutalidad y fiereza de la tortura a mansalva, exigiendo nombres
y contactos, y sobre todo lo que los desesperaba: Carta, como se distribuía,
quiénes y dónde se imprimía.
El golpe al Regional 3
fue uno de los primeros golpes a la organización en Montevideo, costó una joven
vida pletórica, llena de esperanza y frescura. El velorio al cual (pese a todo
el operativo montado por la represión, para intimidar y aterrorizar) no me
amedrentó y ahí estuve dándole el último adiós, abrazando a Lile, y demostrando
que la dirección estaba y que la valiente Carta a Bordaberry de su padre Selmar
Balbi no era una sombra en el desierto, era un acto de protesta, de hidalguía,
de valentía democrática, de un padre que no se resignaba ante el terror de
sentir la muerte de un hijo querido.
Sí, Alvaro sigue entre
nosotros, fue y sigue siendo imagen de una actitud ante la tortura, la barbarie
y la esquizofrenia fascista.
De sus huesos hechos
polvo por el tiempo siempre recibimos el mensaje de la voz alegre, del joven
músico que amaba la vida, a su familia y la lucha
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