LAS CONFESIONES DE GAVAZZO
Mi lucha
El teniente retirado José Gavazzo escribió un libro
autobiográfico que saldrá a la venta en los próximos días. En él reconoce que
aplicó apremios físicos porque "son inevitables en tiempos de guerra"
y admite que "apretó el gañote" a presos porque había que obtener
información rápidamente. Criticó a Sara Méndez por "reclamar como madre lo
que había perdido como terrorista", en relación a su hijo Simón.
"José
Nino Gavazzo: Mi testimonio", es el nombre del libro autobiográfico que el
teniente coronel retirado José Gavazzo publicará en los próximos días a través
de Artemisa. El semanario Búsqueda accedió a un adelanto del libro de 634
páginas, destacando en especial algunos fragmentos del capítulo dedicado a los
apremios físicos en la época de la dictadura.
Gavazzo
reconoce en ese capítulo que "apretó el gañote" e hizo lo necesario
parta conseguir la información de presos detenidos. El militar asegura que
"los años de silencio autoimpuesto por las Fuerzas Armadas de poco han servido
para consolidar una paz duradera y auténtica, y por el contrario han
contribuido a crear un clima de 'culpabilidad'' sobre muchos que lo único que
han hecho, como yo, fue cumplir con el deber y defender a nuestros
conciudadanos demócratas y republicanos de otros que no s querían imponer un
régimen dictatorial similar al entonces vigente en los países del bloque
comunista".
El
militar, procesado en el 2006 por delitos de "homicidio muy especialmente
agravado", estuvo "frente a la boca de los fusiles del enemigo
mientras rebotaban alrededor". "Tuve suerte: ninguna dio en el
blanco. A la inversa, también tuve a esos enemigos en la mira de la cabina y
alguna vez herí a alguno", dijo.
Gavazzo
explica que al detener a un integrante de la guerrilla, "el factor tiempo
se tornó un elemento básico para poder obtener información del prisionero que
permitiera llegar a los integrantes del resto de la célula antes de que se
percataran de lo sucedido", según los adelantos de Búsqueda.
Entre los
detenidos, "la mayoría (...) se doblegaba de inmediato, lo que nos
permitía seguir su cadena de contactos". "Las mujeres eran
mayoritariamente y en todos los aspectos mucho más duras de carácter y de
comportamiento más inteligente que los hombres (...) Los obreros, absolutamente
minoritarios en las organizaciones terroristas, eran por lejos más
concientizados e inteligentes que los estudiantes".
Apremios
Apremios
El
militar excusa el hecho de haber aplicado apremios físicos al aclarar que
"una demora en la obtención de la información podía haber significado la
pérdida de una o más vidas humanas".
Luego compara la situación con la de un padre al que le secuestran un hijo, al que van a matar, y tiene la oportunidad de sacar la información a uno de los secuestradores. "¿Qué hace usted? ¿Se comporta éticamente en forma correcta y deja que su hijo muera o agota cualquier medio para que ese hombre le diga la forma de salvar la vida de su hijo?", inquiere al lector.
"Si usted, señor lector, me responde que no le salta arriba al secuestrador y le aprieta el gañote hasta que le diga dónde encontrar a su hijo, permítame decirle respetuosamente que no le creo, o que su sangre no es tal, sino sólo horchata". En esos momentos de la sociedad "agredida por las bombas y balas terroristas", Gavazzo, como integrante de las Fuerzas Armadas "tenía la responsabilidad legal, constitucional y moral de velar por todos esos hijos de desconocidos conciudadanos".
Luego compara la situación con la de un padre al que le secuestran un hijo, al que van a matar, y tiene la oportunidad de sacar la información a uno de los secuestradores. "¿Qué hace usted? ¿Se comporta éticamente en forma correcta y deja que su hijo muera o agota cualquier medio para que ese hombre le diga la forma de salvar la vida de su hijo?", inquiere al lector.
"Si usted, señor lector, me responde que no le salta arriba al secuestrador y le aprieta el gañote hasta que le diga dónde encontrar a su hijo, permítame decirle respetuosamente que no le creo, o que su sangre no es tal, sino sólo horchata". En esos momentos de la sociedad "agredida por las bombas y balas terroristas", Gavazzo, como integrante de las Fuerzas Armadas "tenía la responsabilidad legal, constitucional y moral de velar por todos esos hijos de desconocidos conciudadanos".
"La
primera obligación fue sin dudas que ese terrorista nos dijese donde estaba ese
hijo secuestrado y así poder salvarlo de una muerte segura. Yo procedí así, ya
que el primero de los derechos humanos es el derecho a la vida y sin el mismo
los demás dejan de tener sentido de existir", agrega en su libro.
El
militar trata de mentirosos, cobardes e hipócritas a los magistrados "que
ocultan la verdad" y "por supuesto sus cómplices encubiertos, los
integrantes de ex organizaciones terroristas, hoy convertidos en testigos y
denunciantes". "Y a los integrantes del PVP traídos por mí desde
Argentina, les agrego que son unos desagradecidos relucientes de una gran
pobreza de espíritu".
Gavazzo
aclaró que a los presos que por cobardía entregaron a sus compañeros
"jamás hubo que apretarles el gañote, ya que su voluntaria colaboración lo
hacía innecesario". "Fueron muchos más de los que comúnmente se
piensa los Amodio Pérez o las Pilar Nores", dice al respecto de aquellos
que daban información a cambio de beneficios.
"Ni
yo ni ningún camarada apretamos el gañote por o con placer a nadie. Fue una
desagradable necesidad de la guerra", sentencia, agregando que métodos más
cruentos fueron usados en la revolución mexicana o comunista. "Yo apreté a
algunos enemigos de entonces, pero lo hice para prevenir el mal mayor, como un
cirujano que corta una pierna gangrenada", afirma.
Finalmente,
asegura que todas las personas detenidas, salvo María Claudia García de Gelman,
integraban organizaciones subversivas y terroristas, criticando a Sara Méndez,
que "prefirió ser terrorista antes que madre y luego pretendió reclamar
como madre lo que perdió como terrorista"
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