LA REPUBLICA, Viernes 3 de diciembre de 2010
Al final fue doble escrache
Víctor Carrato
Manifestantes ayer sobre la calle José Enrique Rodó.
Cientos de uruguayos, veteranos y jóvenes, conmovieron el barrio del Cordón en la noche de ayer contando con un importante apoyo de los vecinos en un pacífico escrache que inicialmente era contra el sicólogo Dolcey Brito.
En dos semanas a través de la red social Facebook se ubicó a Marcelino Dolcey Brito Puig quien es acusado de ser "el sicólogo de la muerte" del Penal de Libertad durante la dictadura. Ahora también se supo que fue asesor del grupo francés Casino, con sus supermercados Geant, Devoto y Disco. Al mismo tiempo, a través de una catarata de informaciones se pudo saber que en la calle Rodó y Arismendi también funciona la clínica del psiquiatra Dr. Martín Gutiérrez, quien fue pieza clave en el penal de Punta de Rieles. Ambos sobrepasaron los tiempos que duraron los directores de esos penales siendo los estrategas de la tortura sicólogica que puede llegar a ser peor que la física, según denunciaron los testigos.
De acuerdo a los dichos de los manifestantes Dolcey Brito se trasladó a su casa en Cabo Polonio en la noche de ayer habiéndose enterado del escrache que se promovía y cuyos afiches estaban pegados hasta en los contenedores de basura de los alrededores de su apartamento de la calle Rodó y Pablo de María. Desde su propio edificio y los de alrededores, los vecinos saludaban desde los balcones, muchos con banderas, a los manifestantes. En un momento alguien convocó a todos aquellos que saludaban desde la puerta del edificio a que se sumaran al escrache lo cual permitió romper el cerco que la policía había establecido protegiendo la cuadra, munidos de escudos, formando barrera con armas largas y con mucho nerviosismo. El acto se desarrolló pacíficamente y hubo testimonios conmovedores como los de una ex alumna de Brito en lo que fue el origen de la Universidad Católica.
Irma Leites, integrante de Plenaria Memoria y Justicia, una de las organizaciones convocantes dijo a La República que "nos encontramos acá haciendo una condena social, que es una manera de hacer justicia desde abajo cuando en la otra justicia no se hace nada contra este individuo que torturó a cientos de presos y presas, intentando destruirlos, estudiando las grabaciones y filmaciones de las visitas, censurando cartas, calificando a los presos, intentando destruir sus vínculos familiares y aplicándoles cualquier tipo de medicación para intentar liquidarlos". Irma Leites dijo que cree que a partir de este escrache surja alguna acción en la justicia contra Dolcey Brito y Martín Gutiérrez.
El encabezado de la proclama citaba una frase de Raúl Sendic que dice: "Alguien quiso ser justo, no tuvo suerte, es difícil la lucha contra la muerte, alguien limpia la celda de la tortura, que se lleve la sangre, no la amargura. Alguien piensa en afuera, que allá no hay plazos, piensa en niños con hambre y en un abrazo".
Hubo conmovedores testimonios de una ex alumna de Dolcey Brito en la Universidad Dámaso Larrañaga, de presos en el Penal de Libertad y una proclama leída frente a las barreras impuestas por la policía. Todo transcurrió en paz y ese aspecto fue subrayado por los manifestantes.
Leído hoy en el escrache a Dolcey Britos:
No hemos llegado al calabozo céntrico de tu cobardía para patearte las
puertas y ensordecerte a cachiporrazos en las rejas de las ventanas
desde las que mirás la vida con ojos de fantasma de vos mismo…
No estamos aquí para levantarte desnudo de madrugada y mantenerte
horas y horas de plantón mientras te entreveramos la yerba y el azúcar
con el jabón en polvo y el cemento de zapatero.
No vinimos a secuestrarte las fotos de seres queridos que jamás has
tenido, ni a decirte que tu mujer se acuesta con otro verdugo como
vos. No te vamos a inventar tampoco motivos para incomunicarte en la
“sala de disciplina”.
No estamos aquí para imitarte ni en lo más mínimo. No podríamos, no
somos fieras desalmadas asediando a otro desalmado.
No vamos a inyectarte el cuarto litro de “Calmancial” que te dejará
estúpido y sin reflejos durante semanas enteras hasta que tu mente
empiece a elaborar la idea de la traición o el suicidio. No nos
interesa dejarte tullido y sin consciencia de tu propia bestialidad.
No vinimos a hacerte ingerir de prepo el “Meprobamato” que los yanquis
le dan a los perros para atontarlos y matarlos lentamente. No estamos
aquí para obligarte a consumir nada que te lleve al universo de la
locura que vos tan prolija y obedientemente supiste ir construyendo en
todos aquellos años en los que tu tarea, tu execrable tarea de asesino
con título universitario, fue la de enloquecer prisioneros políticos
hasta llevarlos a la postración o la muerte, después de tratar de
convertirlos en la peor piltraja de un campo de concentración o una
cárcel, que es la de “ortiba” o “soplón” de los mismos milicos que te
verduguean.
No hemos traído tampoco ninguna soga que te arrimemos para inducirte
al suicidio. No es poca ni nada frágil la soga que ya vos mismo te has
enrrollado al cuello con tu repugnante vida de idóneo en tortura
psicológica y degradación humana al por mayor.
Nuestras compañeras y compañeros enloquecidos y mutilados en plena
vida joven por tu obra criminal, no nos piden que vengamos a
torturarte y suicidarte, aunque ninguno de ellos ni ninguno de
nosotros, nos angustiaríamos en absoluto si una mañana de éstas tu
descompuesto cerebro sin alma dejara de funcionar definitivamente
(sería, al fin de cuentas, una pequeña contribución a un mundo
demasiado envenenado por violentos como vos, que son los peores, los
que elaboran muerte y dolor desde la premeditación, la alevosía y el
abuso del poder, “creativamente”, como ofrenda alcahueta a los
designios de los que matan y vuelven a matar todos los días y todas
las noches con la opresión y la explotación sistemáticas y un
terrorismo de Estado planificado para defender privilegios que algunos
creyeron eternos).
Hemos venido a decirte a vos y los tuyos, que para el pueblo no hay
impunidad que valga, con leyes cómplices o sin ellas. Que no la hubo
antes de tu obra miserable, durante ella, ni ahora, ni nunca. Hemos
ve-nido a que sientas que la memoria y el odio no descansan y a
hacerte saber que aquello que vos creías derrotar con tus crímenes, es
esto que hoy debés soportar a pesar de los uniformes que custodian tu
calabozo de impunidad.
Estamos aquí mostrándote lo que tus delirios de intelectualoide
fascista no te per-mitieron siquiera imaginar mientras escrib-ías
editoriales de pasquines nazis y luego, cuando asesorabas a los
milicos en la tarea de lograr que los presos políticos solamente
saliéramos del campo de concentración muertos o locos, como los
queridos Compañeros Más Más, Cía del Campo, Bardesio Filipone,
Rodríguez Olariaga, Angel Yoldi, Ramos Bentancur, Fernández Cúneo,
Wassen Alaniz, por nombrar unos pocos de los que miles que vos
martirizaste, y sin contar a los muchos que fueron muriendo y
enloqueciendo luego, después que los burgueses a los que serviste como
niñera meticulosa y obsecuente, dieran por concluida la “patriótica” y
“valerosa” labor “cívico-militar” de masacrar al movimiento popular.
Estamos aquí para mostrarte una de las posibilidades de la justicia
popular en la que algunos han dejado de creer probablemente por obra
tuya también, en parte. Estamos aquí para que veas y sientas -con los
de tu calaña y los que han perdido la memoria y la vergüenza-, una de
las formas más elementales y leves de la justicia popular: la del
deschave público, el desprecio colectivo, el no dejar descansar en paz
ninguna impunidad y exigir el juicio y el castigo aunque por ahora
parezca que nos conformamos con que vayas a heder al casino de los
oficiales o la suite VIP de Piedras Blancas, donde seguirías
lamiéndole las botas a toda esa mierda amontonada de la que vos sos
parte y con la que volverás a mezclarte con delirios de regresos
fascistas, que sin la más mínima duda, si ocurren, ocurrirán, esta
vez, con justicia popular automática y, por cierto, mucho, muchísimo
más dura y aleccionante que estos escraches de hoy con los que el
pueblo ha decidido seguir hasta las sombras mismas de los verdugos de
ayer, de hoy y de mañana.
Hemos venido a hacer justicia popular, a cara descubierta y
descubriendo las caras de los que creyeron que pasarían al olvido y al
perdón, sin verdad, sin justicia y sin castigo.
Hemos venido –entre muchísima gente que ni te conoce- los locos que
aún sobrevivimos y podemos caminar y luchar, y los que no están o
están postrados, pero tam-bién luchan y gritan con todos nosotros:
“¡Verdugo Brito, vos sí que ya estás frito!!!”.
Y decirte, como lo hacías en el “penal de Libertad” con tus torturados
hechos pomada a plena consciencia:
“Lo veo bien, Don Brito, se lo vé mejor, mucho mejor…”.
PRENSA
"La diaria"
Mala praxis
Ayer se realizó un "escrache" a dos acusados de aplicar técnicas psicológicas contra presos de la dictadura en el Penal de Libertad.
La convocatoria de Plenaria Memoria y Justicia invitaba a escrachar a Marcelino Dolcey Brito Puig a su casa, en José E Rodó 2106. Unas cuadras antes, en el 1824, la marcha se detuvo en el consultorio del psiquiatra Martín Gutiérrez Oyhamburo, asesor de Brito que actuó en el penal de Punta Rieles. Según los datos recabados por Plenaria fue encargado de personal del Grupo Casino y docente en la Universidad Católica. “Fingía ser un ‘devoto amigo de los presos’. Manipuló test psicológicos y entrevistas para ‘precisar dónde y hasta qué profundidad sangra la psiquis’”, se informó por un altavoz.
En mayo, el psicólogo declaró ante la Justicia en el marco de la causa que investiga si la muerte de Horacio Ramos en el penal de Libertad fue suicidio y, eventualmente, si éste fue inducido. Brito reconoció haber trabajado en el penal durante nueve años, pero negó las acusaciones, indicaron fuentes del caso.
“Tenían un sistema; tomaban a los compañeros como conejillos de Indias, por ejemplo, con el Calmansial. Conozco los efectos secundarios, daba dolores terribles. De repente quedaban duros, como congelados”, señaló a Radio Uruguay Néstor Peralta, compañero de sector de Ramos. Afirmó que “no se suicidó” y que “minutos antes” estuvo con él. “Estaba repartiendo cubiertos en la planchada [corredor entre las celdas]. Almorzamos, luego prenden los parlantes y entre otras guarangadas anuncian que lo habían encontrado muerto en la celda del calabozo”, lugar donde los mantenían incomunicados por tiempo indefinido, relató. Wilson Ferreira Aldunate individualizó a Brito como un “espía” de la dictadura uruguaya en Buenos Aires,en la comisión investigadora del Parlamento sobre el asesinato de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz en esa ciudad, en 1976. Denunció que “acudía cada quincena a la rueda del [café] Tortoni”, en la capital argentina. Allí Gutiérrez recibía y escuchaba a uruguayos exiliados. Presentó a Brito como “el destructor sistemático de la personalidad de los presos”, según la versión taquigráfica de junio de 1985.
“Iba desde Montevideo llevando información política, expresaba su solidaridad política en términos muy fervorosos y, además, aportaba denuncias sobre las condiciones en que se encontraban los presos en el penal de Libertad. [...] Nos contaba de qué argucias tenía que valerse para salvar, a veces, la vida de algunos presos”, detalló. “Evidentemente era un informador. [...] Era la presencia de un enemigo disfrazado de amigo en una rueda”, concluyó.
Ferreira conocía a Brito del Parlamento, donde asistía con frecuencia porque durante muchos años fue cronista de El Debate, cuya redacción estaba en la casa del Partido Nacional, hasta hoy en la Plaza Matriz. Hasta ahí llegó en 1965 Gabriel Carbajales a pedir trabajo como dibujante, y conoció a Brito. Pero supo quién era diez años después, en el penal. “Fue la tercera vez que lo vi. Era el único que trabajaba en El Debate. Nunca hablé con él, nada más hice dos tapas para un suplemento de turf”, dijo la diaria.
Cuenta que era apodado “Menguele” hasta “por los milicos rasos” y “conocido también -por connotado estudiante fascista- por otros presos que habían tratado de estudiar psicología en la misma Universidad de la República que bancó los estudios” de Brito.
Carbajales también estuvo recluido en el sector de Ramos. “Dijeron que se había colgado con el mameluco o algo así. Algo poco creíble; no se suicidó”, afirmó y luego relató su experiencia en el calabozo: “Estuve un mes y medio. Un milico me tiró por la ventana una cuerda. Pero no pudieron”. “Brito era un productor ‘intelectual’ de tortura psicológica sistemática y masiva y, a la vez, quien debía ‘atender’ a sus propias víctimas”, resume.
Lourdes Rodríguez
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