La seguridad de los testigos fundamentalmente de los militares que se advienen a romper la ley de la omertá, debería ser una preocupación de Estado. O por lo menos instrumentar una política de protección eficaz.
Hoy amanecimos con la noticia estremecedora del asesinato de un militar que revistió en los cuarteles 13 y 14 de infantería.
Unidades militares que fueron centros de torturas y asesinatos, entre otros tantos lugares, durante el largo proceso dictatorial en nuestro país.
El informante.
Julio Ruperto Ramírez de 60 años de edad, había resuelto hace algún tiempo hablar de lo que había vivido y tenido que ejercer mediante ordenes en el ejército en aquellos años.
Se había presentado en diferentes lugares para ofrecer sus datos de posibles enterramientos clandestinos, sobre los desaparecidos.
Mostró croquis de los lugares a los cuales él aseguraba se encontraban enterrados los militantes contra el régimen imperante y que fueron torturados hasta matarlos.
Esto entre otras investigaciones hará posible obtener pistas de fosas comunes que aguardan salir a la superficie y mostrar: la verdad del horror vivido durante más de 12 años
El próximo mes de febrero se reanudarán las excavaciones en dichos batallones. El equipo de investigación en arqueología forense a cargo de López Mazz, constató hace tiempo remoción de tierras en dichos lugares gracias a los datos aportados.
El cóndor sigue volando-
Ya lo había anunciado hace unos años atrás, el investigador paraguayo Martín Almada en un acto realizado en el Memorial del Cerro.
Y desde la diferentes organizaciones de DDHH se sigue reafirmando lo mismo: si el aparato militar no es depurado y enviados a la justicia los responsables de haber cometido asesinatos y desapariciones esto mostraría nuevamente las garras del Cóndor.
La señal de alerta.
El cuerpo asesinado y mutilado del informante dice la prensa; que data desde el 12 y 13 de diciembre y que su cuerpo se encontró en las aguas del río Uruguay el 21 de diciembre.
Según informa la prensa, el informante estaba trabajando en una explotación agropecuaria en la isla El Sauce, del río Uruguay, frente a la ciudad de Nueva Palmira.
Preguntas sin respuestas:
En esos lugares es más fácil identificar a los visitantes, no como en las grandes ciudades.
¿Quién estuvo cerca de los últimos pasos de Ramírez?
Se dice que los militares argentinos podrían ser los responsables de tal asesinato.
Bastante tienen los de allá con los juicios, para ocuparse de un informante que casi en solitario aportaría algún indicio.
¿O acaso era de tal relevancia que los implicaría? Pero si los implicaría estarían avisados por los de acá, que sí temen que se encuentren las tumbas y demande la justicia nuevos procesamientos.
Desde la cárcel Domingo Arena siguen haciendo inteligencia, así que deberían investigar ¿en qué andan?
¿Y qué pasa con los que aún se mantienen impunes, se les controlan sus pasos por lo menos?
¿Quiénes viajaron para esos lados en esos días?
Más preguntas que respuestas.
Pero lo que es preciso e imprescindible es exigir desde todos los lugares respuestas claras ante este asesinato.
Por Verdad y Justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario