Hoy se marchó por el joven Sergio Lemos, asesinado por las balas policiales en el
barrio de Santa Catalina.
Desde el obelisco hasta la universidad en silencio.
¿Quién escuchó el llanto de la madre? ¿Quién sintió el dolor
de la ausencia de Sergio, en el
hogar de la familia Lemos?
Una sociedad que va mutando lentamente y sin embargo,
son los mismos hechos del pasado cuando mataban a los jóvenes por sus
ideas. Esto no fue producto de una
rapiña, ni de un copa miento, fue sencillamente y salvajemente un asesinato en
la orilla misma de la pobreza olvidada por décadas.
Tampoco es la primera vez que pasa un hecho de impunidad,
los hay diversos y variado en los sectores más pobres de nuestra sociedad. Los
estigmas en sus rostros curtidos de soledades y olvidos los marcan como
posibles víctimas, por acierto o por error.
El joven asesinado no fue muerto por error, fue parte de un
engranaje de impunidad que persiste en las guardias pretorianas del
estado. Un estado que no cuida a sus
compatriotas.
Los expulsa, los acorrala y los mata.
Tolerancia cero para ellos…pero para los genocidas que
asesinaron, violaron, torturaron y desaparecieron a casi doscientos uruguayos hay prebendas, hay cárcel cómoda, hay
protección del estado uruguayo.
Hoy llegaron rostros nuevos a la avenida principal de
Montevideo, marcharon en chancletas, con su pobreza a cuestas, junto a Madres y Familiares de
Detenidos-Desaparecidos que dio su apoyo y acompañó la marcha y el pedido de
justicia.
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