Editorial
La reflexión unida a la acción y las cartas arriba de la mesa.
Pasadas las
24 horas de los hechos del día de ayer, en que
procesaron a 7 compañeros- sin prisión-
abre un nuevo capítulo, en la
lucha por la verdad y la justicia en el
Uruguay.
Un proceso
que desembocó en esta fase, en la que estamos muchos, aunque deberíamos estar
todos. Sin embargo la tibieza reina y deambula en distintos espacios, en
corredores del poder, en conciencias que aguardan mejores prebendas, en falsas
teorías de demonios que van y vienen, en muchas cabecitas flacas de
convicciones y de dignidad.
A esta
“hoguera” de militantes, que se concretó
ayer, fueron muchos y variados los que
arrimaron palos para que la llama quemara largo y parejo.
En los viejos tiempos de barbarie y autoritarismo gorilezco,
bastaba con asesinar o desaparecer
personas para lograr el efecto
“ejemplarizante” mediante el terror, la
incertidumbre, la desesperación. De esa
forma se aseguraban la parálisis, la dispersión de los grupos militantes en
primer lugar, luego el pueblo todo, en su conjunto.
Los tiempos
cambian y con eso las formas. Ahora se criminaliza la protesta, se intenta
doblegar la libertad de expresión, a través de la judicialización de actos
necesarios, en un estado de derecho que nos dicen: -que estamos.
La última
pancarta de la marcha del silencio, tenía como consigna “En mi patria no hay
justicia. ¿Quiénes son los responsables?
Claro que se
sabía que había muchos responsables de esta encrucijada en la que estamos
ahora. Variados responsables… de ayer y de hoy. Conversos, y retrógrados, arribistas y amorales, traidores y obsecuentes,
responsables y culpables.
Todos hijos de esta impunidad que nos cubre y
nos acorrala. Que nos dispersa, nos
aleja unos de otros. Cuando deberíamos haber aprendido la “lección”
que cuando aprietan, cercan y aniquilan,
no preguntan de qué ideología sos.
Las plumas del cóndor
Los
procedimientos que ejecutaron las fuerzas represivas del
gobierno progresista, en todas las instancias,
por los hechos sucedidos en
la suprema corte de justicia, nos remontan a la época del plan cóndor. Militantes sacados de sus casas o de sus lugares de
trabajo al viejo estilo. No
identificándose, y sin ninguna
explicación previa. No es la primera vez
que sucede esto. A un periodista lo citaron en la calle por estos hechos meses
atrás y a otra militante la detuvieron en la parada del ómnibus. Otros jóvenes fueron amenazados con
practicarles el “submarino” o
golpearlos.
Cuando se
presentaban las causas por los delitos de lesa humanidad cometidos en dictadura en la
sede judicial, se anexaban los nombres
de los culpables de tales delitos, para ser investigados.
Por lo tanto
se aportaba los nombres, dirección si se la tenía .Además
se le solicitaba al ministerio
del interior y de defensa que proporcionara los datos y el último lugar de residencia de
los genocidas. También a interpol para
que el represor acusado fuese llevado a la sede para indagarlo.
Ha resultado
extraño durante todo ese tiempo, que las respuestas hayan sido: “no se los
encontró, no se los ubica o sencillamente no vayan a la sede a declarar y no
pasa nada.
Es más, se ha dicho desde el mismo ministerio que no
saben dónde viven en la actualidad.
O que han
ido varias veces a la casa (en el mejor de los casos)… y no lo encontraron, o
no les abrió la puerta, pero los miró por la ventana. Ni un cedulón, ni llamadas por teléfono, ni
se lo topan por las calles, o en sus trabajos.
Los mandos
tanto de las FFAA y policías funcionan en forma vertical, todos lo sabemos, por
tanto la responsabilidad es de arriba hacia abajo. Quien ostenta el mando es
nada menos, que un viejo militante de izquierda, hoy devenido en una caricatura, que deja perplejo a más de uno, por confiar en las versiones de sus desbocadas
escuadrillas que le soplan al oído
acciones mentirosas que ellos mismos
perpetran contra el pueblo. Una prueba
de esto, es la fórmula del gatillo
fácil. Practica ejercida hace tiempo en Argentina, y que los resultados a la
vista son de muertes de inocentes en su
mayoría.
Esto es solo
una parte de una reflexión, o si se quiere, de un pequeño raconto de situación.
Las cartas
están arriba de la mesa, comencemos el juego;
pero con inteligencia, con unidad real, con dignidad y coraje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario