viernes, 28 de septiembre de 2012

Infierno grande- 300 Carlos centro de tortura.


Política LA DIARIA. PRENSA 28.9.12


Malestar de defensores de los Derechos Humanos por decisión del ministro de Defensa.
“Realmente no podemos creer esta decisión de [el ministro de Defensa, Eleuterio] Fernández Huidobro. Es algo que entorpece la causa judicial y que limita la función de un poder independiente del Estado. Pareciera que el ministro no entiende estas cosas”, dijo anoche en diálogo con la diaria el abogado Federico Álvarez Petraglia, patrocinante de una denuncia por violaciones a los derechos humanos en la última dictadura, presentada por el periodista Rodolfo Porley.
Álvarez Petraglia expresaba así su molestia a raíz de un episodio registrado ayer a las 14.00 en el Batallón de Infantería Nº 13, donde funcionó el centro de torturas conocido como “Infierno Grande” o “300 Carlos”. Hasta ese lugar, ubicado en Avenida de las Instrucciones y Casavalle, llegaron con el propósito de hacer una inspección ocular la fiscal Ana María Tellechea, la jueza penal de 7º Turno, Mariana Mota, los denunciantes con sus abogados y seis funcionarios del Ministerio del Interior. También concurrieron, en calidad de testigos y citados por la Justicia, seis ex presos políticos del Partido Comunista que estuvieron en el “Infierno Grande”: Martha Valentini, Beatriz Weisman, Mario Ítalo Moreni, Albert Moreira, Dari Mendiondo y Clarel de los Santos.
Unos minutos antes de empezar la inspección ocular, la jueza Mota habló con un coronel para informarle que se iban a tomar fotos. El coronel se comunicó con un general y poco después llegó la noticia. “Nos explicaron que tras una consulta que se hizo desde el comando del Servicio de Materiales y Armamentos del Ejército directamente con el ministro Fernández Huidobro habría ordenado que no se podía sacar fotos”, explicó Álvarez Petraglia a la diaria.
Según el abogado, las razones esgrimidas para impedir el ingreso de los equipos les resultaron poco creíbles.“Nos dijeron un verdadero disparate: que supuestamente habría en ese lugar armamento secreto. Lo único que vimos cuando entramos eran máquinas en desuso”, agregó Álvarez Petraglia. La inspección se pudo realizar y la jueza Mota, además de escuchar los testimonios de los seis ex presos, dispuso que los funcionarios de Policía Técnica hicieran un croquis del lugar.
“Para nosotros sacar fotos era importante. Por ejemplo, todos los que estuvieron en el 300 Carlos relataron que había un primer piso dentro del barracón al que se subía por una escalera de 17 escalones, que está hasta hoy. Esos testimonios coincidieron, pero en el marco de la causa es importante documentarlo. Las inspecciones oculares siempre requieren las imágenes de la pericia técnica”, detalló el abogado, quien insistirá para que eso pueda concretarse. Desde el Ministerio de Defensa se explicó a la diaria que se impidió fotografiar porque “la orden judicial sólo se refería a una inspección ocular”. La fuente consultada agregó que hoy se recibirá un informe escrito sobre lo sucedido.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Las confesiones del torturador coronel Gavazzo.


LAS CONFESIONES DE GAVAZZO

Mi lucha
El teniente retirado José Gavazzo escribió un libro autobiográfico que saldrá a la venta en los próximos días. En él reconoce que aplicó apremios físicos porque "son inevitables en tiempos de guerra" y admite que "apretó el gañote" a presos porque había que obtener información rápidamente. Criticó a Sara Méndez por "reclamar como madre lo que había perdido como terrorista", en relación a su hijo Simón.
"José Nino Gavazzo: Mi testimonio", es el nombre del libro autobiográfico que el teniente coronel retirado José Gavazzo publicará en los próximos días a través de Artemisa. El semanario Búsqueda accedió a un adelanto del libro de 634 páginas, destacando en especial algunos fragmentos del capítulo dedicado a los apremios físicos en la época de la dictadura.
Gavazzo reconoce en ese capítulo que "apretó el gañote" e hizo lo necesario parta conseguir la información de presos detenidos. El militar asegura que "los años de silencio autoimpuesto por las Fuerzas Armadas de poco han servido para consolidar una paz duradera y auténtica, y por el contrario han contribuido a crear un clima de 'culpabilidad'' sobre muchos que lo único que han hecho, como yo, fue cumplir con el deber y defender a nuestros conciudadanos demócratas y republicanos de otros que no s querían imponer un régimen dictatorial similar al entonces vigente en los países del bloque comunista".
El militar, procesado en el 2006 por delitos de "homicidio muy especialmente agravado", estuvo "frente a la boca de los fusiles del enemigo mientras rebotaban alrededor". "Tuve suerte: ninguna dio en el blanco. A la inversa, también tuve a esos enemigos en la mira de la cabina y alguna vez herí a alguno", dijo.
Gavazzo explica que al detener a un integrante de la guerrilla, "el factor tiempo se tornó un elemento básico para poder obtener información del prisionero que permitiera llegar a los integrantes del resto de la célula antes de que se percataran de lo sucedido", según los adelantos de Búsqueda.
Entre los detenidos, "la mayoría (...) se doblegaba de inmediato, lo que nos permitía seguir su cadena de contactos". "Las mujeres eran mayoritariamente y en todos los aspectos mucho más duras de carácter y de comportamiento más inteligente que los hombres (...) Los obreros, absolutamente minoritarios en las organizaciones terroristas, eran por lejos más concientizados e inteligentes que los estudiantes".

Apremios
El militar excusa el hecho de haber aplicado apremios físicos al aclarar que "una demora en la obtención de la información podía haber significado la pérdida de una o más vidas humanas".

Luego compara la situación con la de un padre al que le secuestran un hijo, al que van a matar, y tiene la oportunidad de sacar la información a uno de los secuestradores. "¿Qué hace usted? ¿Se comporta éticamente en forma correcta y deja que su hijo muera o agota cualquier medio para que ese hombre le diga la forma de salvar la vida de su hijo?", inquiere al lector.

"Si usted, señor lector, me responde que no le salta arriba al secuestrador y le aprieta el gañote hasta que le diga dónde encontrar a su hijo, permítame decirle respetuosamente que no le creo, o que su sangre no es tal, sino sólo horchata". En esos momentos de la sociedad "agredida por las bombas y balas terroristas", Gavazzo, como integrante de las Fuerzas Armadas "tenía la responsabilidad legal, constitucional y moral de velar por todos esos hijos de desconocidos conciudadanos".
"La primera obligación fue sin dudas que ese terrorista nos dijese donde estaba ese hijo secuestrado y así poder salvarlo de una muerte segura. Yo procedí así, ya que el primero de los derechos humanos es el derecho a la vida y sin el mismo los demás dejan de tener sentido de existir", agrega en su libro.
El militar trata de mentirosos, cobardes e hipócritas a los magistrados "que ocultan la verdad" y "por supuesto sus cómplices encubiertos, los integrantes de ex organizaciones terroristas, hoy convertidos en testigos y denunciantes". "Y a los integrantes del PVP traídos por mí desde Argentina, les agrego que son unos desagradecidos relucientes de una gran pobreza de espíritu".
Gavazzo aclaró que a los presos que por cobardía entregaron a sus compañeros "jamás hubo que apretarles el gañote, ya que su voluntaria colaboración lo hacía innecesario". "Fueron muchos más de los que comúnmente se piensa los Amodio Pérez o las Pilar Nores", dice al respecto de aquellos que daban información a cambio de beneficios.
"Ni yo ni ningún camarada apretamos el gañote por o con placer a nadie. Fue una desagradable necesidad de la guerra", sentencia, agregando que métodos más cruentos fueron usados en la revolución mexicana o comunista. "Yo apreté a algunos enemigos de entonces, pero lo hice para prevenir el mal mayor, como un cirujano que corta una pierna gangrenada", afirma.
Finalmente, asegura que todas las personas detenidas, salvo María Claudia García de Gelman, integraban organizaciones subversivas y terroristas, criticando a Sara Méndez, que "prefirió ser terrorista antes que madre y luego pretendió reclamar como madre lo que perdió como terrorista"

Montevideo Portal

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Andrés Pascal Allend


Domingo, 11 de septiembre de 2011

Lo peor para un ser humano es no pertenecer a una esperanza colectiva. (El otro 11 de septiembre)


Enrique Ubieta Gómez

Cuando entrevisté en 2003 a Andrés Pascal Allende, quien fuera secretario general del MIR, Chile parecía inamovible en el espíritu conservador, heredado de la dictadura pinochetista. Sin embargo, me dijo: "No tengo dudas de que asistiremos --no sé cuando-- a una situación de emergencia en Chile, y veremos resurgir un movimiento que abogará por el cambio. Incluso te diría que será mucho más radical de lo que nosotros fuimos. No me refiero a las formas de lucha, porque la radicalidad no está en las armas, sino en la profundidad de los cambios que te propongas. Y el cambio que exige la sociedad capitalista globalizada en la que vivimos, no es sólo político, es de civilización, de cultura, es la construcción de otra forma de vida. Yo no estoy desesperanzado. Al contrario, tengo grandes expectativas." En estos días de aniversario del golpe de estado –esas "torres gemelas" de la esperanza derribadas en Santiago de Chile por la CIA–, la juventud chilena se encarga de dar la razón al viejo combatiente revolucionario. Reproduzco la entrevista, en la que Pascal Allende recuerda aquellos primeros días de estupor y los siguientes, de resistencia popular.

Han pasado treinta años del 11 de septiembre de Santiago de Chile, el que le enseñó a mi generación el oscuro rostro del fascismo. La noticia del Golpe de Estado y las muertes que lo acompañaron sembraron la indignación y la tristeza en el recuerdo de todos los latinoamericanos: Salvador Allende, el gallardo Presidente que nos hablara a los cubanos en la Plaza de la Revolución, tan diferente y tan parecido a Fidel; su escudero, el periodista Augusto Olivares; más tarde, el trovador del proceso revolucionario, Víctor Jara, sus manos cercenadas; también, paralizado su corazón por la impotencia, el poeta que soñó esperar el año 2000 en la Sierra Maestra, Pablo Neruda. Y miles, decenas de miles de muertos desaparecidos, de exiliados. El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), conducido por Miguel Enríquez, iniciaba una nueva etapa de lucha armada urbana. Andrés Pascal Allende, sobrino del Presidente, uno de los fundadores del Movimiento y su secretario general tras la muerte en combate de Enríquez, fue durante años uno de los hombres más buscados en Chile. Ahora, sentado frente a mí, recuerda a sus compañeros de lucha, reflexiona sobre los años de clandestinidad e imagina el futuro de Chile. No es un hombre vencido.

Enrique Ubieta Gómez: ¿Qué significación tiene para usted el 11 de septiembre? 

Andrés Pascal Allende: Yo recuerdo el 11 de septiembre más que por la destrucción de las Torres Gemelas, por el Golpe de Estado en Chile, o más bien, por la muerte de un sueño para gran parte de mi generación, para un pueblo decapitado por la asonada militar que llevó al establecimiento de la dictadura de Pinochet en Chile. Recuerdo con dolor la muerte de Allende, un dolor que mezcla el amor familiar, porque Allende era hermano de mi madre, teníamos una relación afectiva muy fuerte, y al mismo tiempo la conmoción moral, política, que significaba para todos nosotros su decisión de morir en La Moneda, defendiendo sus principios, sus convicciones. Finalmente te diría que el 11 de septiembre también significó para mí la ruptura de lo que hasta ese momento era el sueño de una nueva realidad de construcción social, y la aparición del odio hacia quienes habían frustrado violentamente esa esperanza, y habían golpeado tan duramente a nuestro pueblo, a muchos de nuestros compañeros que murieron en los enfrentamientos. Por primera vez, el 11 de septiembre yo enfrenté un combate armado, vi caer gente mía. Fue como si entrara a un mundo distinto, como si se desmoronara lo que hasta entonces, a pesar de las contradicciones tan agudas que había en el país, era un Chile todavía, incluso, amigable. Sobrevino un mundo de confrontaciones muy violentas, una vida muy dramática.

E. U. G. ¿Dónde estuvo usted ese día, el 11 de septiembre de 1973? 

Pascal Allende: Bueno, ese día a mí me pilló (y a todos nosotros) de sorpresa. Nosotros siempre en el MIR habíamos esperado que el proceso de reformas encabezado por la Unidad Popular tuviera probablemente un final violento, temíamos el golpe militar, habíamos procurado prepararnos lo más posible, pero ya en el último mes pensábamos que era más improbable que se realizara, porque había en sectores importantes del propio gobierno de Allende un interés en la búsqueda de una salida política negociada que aparentemente hacía posible que no hubiera una confrontación tan violenta como la que significó el golpe. De hecho, ya había una cierta represión contra el movimiento popular y contra sectores de la izquierda más radicales, de modo que era como el cuento de Pedrito y el Lobo, que venía el golpe, que venía el golpe, y después no pasaba. Pero vino en definitiva y ese día yo estaba en una casa de seguridad porque ya nos estaban buscando antes del golpe a los dirigentes del MIR. Lo primero que hice en la mañana fue dirigirme a otra casa de seguridad donde en caso de emergencia teníamos previsto reunir a la Comisión Política del MIR. Allí Miguel Enríquez me encomendó que fuera a la embajada cubana porque había un compromiso de que, en caso de producirse el golpe, nos iban a entregar algunas de las armas que tenían para su defensa.
Nosotros teníamos muy pocas armas, cualquiera nos venía bien. Entonces me dirigí en la camioneta con otros compañeros a la embajada. Pero no pudimos llevarnos las armas. Al salir, nos encontramos a los carabineros que estaban empezando a cerrar el callejón de acceso, de modo que cuando salimos se produjo un enfrentamiento. Éramos tres, yo andaba con una pistola, otro compañero sin armas, y uno de los guardias de la Embajada me regaló otra pistola. De modo que salimos con estos dos compañeros, yo iba manejando, al llegar a la esquina ya había carabineros y algunos del grupo Patria y Libertad cerrándole el paso a la embajada. Me reconocieron y se produjo un enfrentamiento armado, pero logramos atravesar la barrera y salir. De allí volví al local donde estaba reunida la dirección, me encontré con Miguel Enríquez, quien iba saliendo hacia una fábrica que se llamaba Indumet, donde se reunirían dirigentes socialistas y comunistas con el propósito de unir fuerzas. Mientras transcurría la reunión las fuerzas especiales empezaron a rodear la industria y nuevamente se produjo un combate, un enfrentamiento, pero ya estábamos mejor armados. Y nuevamente logramos evadir el cerco, salimos por la parte de atrás de la industria y rompimos el cerco antes de que lo completaran. Y pudimos salir y replegarnos hacia una población cercana. Nosotros desconocíamos el lugar, de modo que sin saber fuimos a parar a una comisaría de la policía, donde nuevamente se produjo otro enfrentamiento. Logramos salir de esa situación y reencontrarnos con los compañeros de la dirección. A estas alturas, pasado el mediodía, nosotros ya sabíamos que Allende había muerto, lo que nos produjo un impacto muy grande y ya la situación de control de la ciudad, de las fuerzas golpistas era mayor, quedaban solo reductos aislados de resistencia. Era evidente que sería difícil para nosotros coordinar nuestras fuerzas y tomamos la decisión entonces de pasar a la clandestinidad.

E. U. G. ¿Permaneció en Chile?
 
Pascal Allende: Sí, después, digamos que ya en los meses siguientes, el esfuerzo principal de los cuadros del Movimiento fue pasar a la clandestinidad, lo cual era bastante difícil, porque era una organización que aunque tenía ciertas medidas de seguridad previas, el 90% de su actividad no era conspirativa, sino política, social, abierta. Si en Santiago era difícil generar una estructura que le permitiera continuar al Movimiento actuando desde la sombra, era mucho más difícil todavía en provincia, en los pueblos más pequeños, a donde algunos compañeros se habían replegado. Muchos de ellos tuvieron que venirse a la capital, de modo que gran parte de lo que fue 1973 y 1974 se dedicó a eso, a sobrevivir en la clandestinidad. Nosotros tomamos la decisión, quizá un poquito extremista, de plantear que el MIR no se asilaba. Lo que queríamos con eso era tratar de evitar la desmoralización sobre todo en la base social de apoyo, porque era muy difícil sobrevivir en esas condiciones. Se había producido un exilio masivo de dirigentes de la izquierda y eso producía una gran desmoralización. Todavía nosotros no preveíamos cuan profundo iba a ser el golpe, cuan brutal sería la represión. Y pensábamos que todavía podíamos sortear la situación desde la clandestinidad, y con cierta rapidez retomar la iniciativa. Pero eso no ocurrió así. Y creo que debíamos haber tenido una mayor flexibilidad táctica y haber mantenido algunos cuadros de dirección y militantes clandestinos en el país, pero haber sabido proteger digamos a una parte importante de nuestra capacidad de dirección. Lo que no ocurrió. Finalmente ya en el 75 decidimos de forma unánime que Miguel saliera, en contra de su voluntad, y que yo lo reemplazara en la conducción del Movimiento en Chile. Ya fue muy tarde. En el momento en que se preparaba su salida, los aparatos represivos detectaron dónde se encontraba Miguel y este muere en un enfrentamiento armado. Yo pasé a reemplazarlo en la dirección del Movimiento y me mantuve en Chile hasta el año 76. El embajador de Costa Rica en Chile fue colaborador nuestro, era un hombre liberal, no marxista, pero era una persona de convicciones democráticas y siempre nos apoyó, en particular a mí me había dicho que en un momento de apuro no dudara en recurrir a él y, efectivamente, hubo un momento en que se produjo un enfrentamiento muy cruento en el campo, del cual logramos salir hacia un lugar peor donde también nos detectaron, prolongándose el combate con las fuerzas militares. El repliegue duró varios días.
Finalmente logramos llegar a Santiago, pero la gente estaba atemorizada y uno no tenía donde esconderse. Yo recurrí entonces a ese amigo embajador que me escondió en su casa, pero él tenía una empleada doméstica que cuidaba a los niños, que era novia e informante de un policía y en cuanto vio llegar a una persona extraña lo informó y los aparatos represivos no tardaron en suponer que podía ser yo, y rodearon la embajada costarricense. Entonces la dirección del Movimiento, a pesar de que yo estaba intentando salir de allí, tomó la decisión de que no lo hiciera a través de una operación que podía ser difícil y que podía no resultar bien, y saliera al exilio, lo que para nosotros, con esa moralidad que teníamos de no exiliarnos, era duro. Finalmente yo renuncié a la dirección del Movimiento, pero fui ratificado después. Así que salí hacia Cuba, acá estaba mi familia. Y después de prepararme, retorné a Chile en el año 78. Ese fue ya un período en que retomamos la iniciativa y realmente a partir del 77 ó 78 comienza una reactivación de la lucha de resistencia popular que culmina a mediados de la primera mitad de los años 80, en un período de grandes movilizaciones, de asonadas callejeras, en el que se produjo la incorporación del Partido Comunista al accionar armado también. Tuve la suerte de participar en esa etapa, que coadyuvó al debilitamiento político de la dictadura. La represión creció, se masificó, pero surgió una división dentro de las fuerzas de la burguesía y del propio régimen, parte de las cuales comenzaron a buscar la negociación con sectores de la oposición, con la Democracia Cristiana, a lo cual se incorporó el Partido Socialista, algunos sectores de izquierda, dividiendo lo que era el movimiento popular de resistencia democrático, que a estas alturas había tomado bastante fuerza ya. La negociación abre la puerta del plebiscito. Ese plebiscito se ganó por la oposición, ya la población estaba cansada de la guerra y aspiraba a poder volver a un régimen de democracia, de paz social, política, en el país. Y puso todas sus esperanzas, sus expectativas en esas promesas que le hiciera la oposición burguesa. Eso produjo una crisis dentro del MIR. Hubo quienes quisieron plegarse a esa política, otros que no quisimos, lo cual llevó a un quiebre del Movimiento, por su incapacidad para resolver en un debate interno la política a seguir en las nuevas circunstancias. Entonces, se convocó a un Congreso, pero hubo un sector que no participó y que divide el Movimiento. A raíz de ese Congreso yo ya renuncié a seguir dirigiendo el MIR y me retiré de la Dirección del Movimiento.

E. U. G. ¿Cuál fue la acción más importante en la que le tocó participar? 

Pascal Allende: Es la primera vez que me hacen esa pregunta. Yo diría que no fue ninguna acción armada. Las acciones armadas tratábamos de evitarlas, sobre todo cuando la iniciativa estaba de parte del enemigo, eran más bien acciones de resistencia. Para mí lo más importante fue participar en lo que es la acción cotidiana de un movimiento revolucionario, sobre todo en el período anterior al golpe, en que se produjeron grandes movilizaciones sociales, políticas, actos de masas, un período de ascenso de las luchas populares, un período muy bonito, en el sentido de que era de una gran solidaridad, y de grandes expectativas y esperanzas como son los períodos revolucionarios en los que pareciera que el tiempo adquiere un ritmo más acelerado, por lo menos desde el punto de vista vivencial. Los tiempos de la clandestinidad, de la resistencia, son lentos; uno vive encerrado, ve poca gente, y es un esfuerzo bastante anónimo, silencioso. Aunque por otra parte, tienen el valor de que en los momentos extremos uno aprende a conocer las cosas más grandes y las cosas más tristes de los seres humanos. Yo aprendí a conocer a mis compañeros, a no dejar de sorprenderme de su generosidad, que los hacía capaces de entregar incluso la vida en la lucha de resistencia por su pueblo, gente joven, amante de la vida, enamorada, con muchos sueños y esperanzas, capaz de sacrificar la vida por eso. Conocí la extrema generosidad y el amor más desprendido, y te diría más: estoy vivo porque hubo compañeros que en situaciones de enfrentamiento con las fuerzas represivas combatieron a mi lado y resistieron para que yo pudiera escapar.
Y también vi gente buena, con valores fuertes, que ante el extremo de la tortura, de las brutalidades de esa represión constante, eran incapaces de resistir. No porque fueran malos, ni traidores, realmente porque a veces las cuerdas del ser humano se cortan y hay gente que no resiste más. Pero vi los dos extremos: también el sadismo, la maldad, cómo el hombre puede llegar a torturar, a matar impunemente. Te das cuenta de que la ideología puede ser una fuerza enorme para liberar a los hombres, a los pueblos, y puede ser un instrumento terrible para convertir a los hombres en bestias. Eso es lo que viví en esa etapa de clandestinidad. Ahora recuerdo esos días con tristeza y con alegría. No me arrepiento de haberlos vivido, al contrario, pienso que tuve ese privilegio, pero guardo la tristeza de haber perdido a compañeros, a familiares en esa lucha. Pero a veces los recuerdos son alegres, y uno no deja de reírse de situaciones divertidas que atravesábamos y piensa en el compañerismo, en la lealtad, en el amor que nos unía. Es muy bonito en la vida poder pertenecer a algo, tener ese sentido de comunidad, de pertenencia a una causa común. Digo esto porque encuentro a veces que muchos jóvenes de esta generación no tienen ese privilegio. Lamentablemente, esta fase neoliberal del capitalismo que ha inundado el mundo, ha desarrollado la sociedad del individualismo extremo, donde el tener es más importante que el ser, en la que se vive la soledad, el aislamiento de las personas. No son muchos los que tienen la suerte de poder ser partícipes de un proyecto conjunto, de una comunidad de ideas, de esperanzas, de valores, de identidad. Pienso que lo peor que puede ocurrirle a uno es vivir así aislado, y no poder pertenecer a una esperanza colectiva.


E. U. G. Suelen ahora calificar a esos grupos de resistencia como terroristas. Si tuviera que calificar de terrorismo o de terrorista a algo o a alguien, ¿cómo valoraría hoy las acciones represivas de la dictadura de Pinochet y la respuesta de ustedes? 

Pascal Allende: Muchas veces, los periodistas comienzan su pregunta así: usted que pertenecía a un grupo terrorista… Y yo siempre respondo: nosotros nunca torturamos a nadie, nunca asesinamos a nadie, nos vimos obligados a usar las armas para defendernos de la represión, y a luchar por lo que era el legítimo derecho de un pueblo de oponerse a una dictadura que había violado la Constitución, que se había impuesto por la violencia, un régimen de dominación brutal. En realidad fuimos nosotros los que sufrimos el terrorismo de un estado militar que torturó, asesinó y desapareció a miles de personas, que empujó a decenas de miles de personas a abandonar su patria, dividiendo a las familias, que destruyó lo que era una convivencia hasta ese momento racional, un Chile que era todavía una comunidad. Desde ese día en adelante y hasta hoy, Chile dejó de ser una comunidad y no ha vuelto a reconstituirse como tal, es decir como un proyecto propio, nacional, de desarrollo, de integración latinoamericana.
Hoy Chile es una suerte de neocolonia neoliberal del capital globalizado. Internamente, la sociedad está muy atomizada, falta ese cemento que une a los pueblos en un proyecto nacional, como el que tiene Cuba, o como el que han tenido otros procesos revolucionarios. Este tipo de agresiones, de represiones contra el pueblo, lo llevan también a ejercer la violencia de la resistencia. Eso es legítimo. La frontera, cuando tu estás en una lucha de resistencia de ese tipo, entre lo que es moral y políticamente correcto, y lo que no lo es, es muy fina, y depende a veces mucho de las circunstancias concretas, de las situaciones históricas precisas que se vivan, para que una acción de enfrentamiento armado sea legítima o no. En el caso del MIR nosotros fuimos siempre extremadamente cuidadosos para evitar víctimas inocentes. Nos negamos siempre a realizar acciones que pudiesen perjudicar a la población o a personas inocentes. Todas nuestras acciones tenían un destino claro y apuntaban a ajusticiar a veces a torturadores, a responsables de la represión, otras veces eran sabotajes que no implicaran vidas humanas. Evitábamos incluso acciones contra los policías de la calle o contra cualquier uniformado, porque ellos tampoco eran responsables de la represión. Siempre cuidamos al máximo los límites de la violencia.

E. U. G. Ustedes conocieron por experiencia propia lo que significa vivir en un estado fascista, aunque el término quizás se asocie con un hecho histórico de características específicas, pero suele traspolarse y usarse de una forma más general, para describir a los estados represivos de América Latina que fueron auspiciados por Estados Unidos, por un país aparentemente democrático; ahora sin embargo, el gobierno de Estados Unidos, de una forma más desembozada, está implementando una política exterior de corte fascista…
 
Pascal Allende: Indudablemente, hoy asistimos a una fase del desarrollo del capitalismo global, en que la hegemonía norteamericana se expresa no tanto por su liderazgo económico, sino por el ejercicio de una política de carácter fascista, en el sentido de que utiliza la violencia y todo el poderío de los medios de comunicación para uniformar el pensamiento mundial, e imponer una ideología de justificación de esas acciones represivas, y donde sin ninguna legitimidad, sobre la base de la mentira, como hacían Hitler y Goebbels, en el uso más descarado de la mentira, se declaran guerras como la que recientemente se realizó en Irak, donde todavía no han aparecido las amenazantes armas que justificaron la agresión. Todo ese aparataje ideológico, todo ese poderío de los medios de comunicación, todo ese discurso para legitimar la solución bélica, lo que oculta detrás es el control de las fuentes de riqueza, que puedan hacer sobrevivir a su propio capitalismo. Esa solución, lamentablemente, volverá a repetirse en otras regiones del mundo. Esa amenaza no terminó con la guerra de Irak, es la política que este gobierno está extendiendo. Pero en América Latina creo que afortunadamente comenzamos a vivir un momento en el que se recobra el sentido de integración, en gobiernos como los de Brasil, Venezuela o incluso ahora Argentina, en movimientos populares con bastante fuerza como los de Bolivia, o Ecuador, que rescatan un sentido de identidad y dignidad nacional, que hasta ahora era una bandera mantenida solitariamente por Cuba. No quiero decir con esto que de inmediato se produzcan oleadas revolucionarias, eso es algo que ocurrirá, pero es un proceso más complejo, más largo. Pero al menos comenzamos a ver esto. Y lo que yo me temo es que esta situación pueda generar otra vez la intervención norteamericana o reactivar otras formas de represión como las que hubo en el pasado reciente.

E. U. G. Quienes intentan justificar el golpe militar en Chile, suelen repetir que la dictadura fue sangrienta pero desarrolló económicamente el país. ¿Es cierto esto? 

Pascal Allende: Yo diría lo siguiente: fue un gobierno sangriento, dictatorial, que usó todo el poder represivo del estado para implantar un nuevo modelo económico. Ese modelo nuevo tuvo un costo humano enorme, que todavía no se puede medir. Fue enorme por lo sangriento que fue, por su represión contra el movimiento sindical, contra el movimiento popular, e incluso contra sectores de la propia burguesía. En Chile entre los años 30 y 70 del siglo XX se había desarrollado una cierta burguesía productiva de carácter nacional. Este sector de la burguesía fue arrasado. Muchos sectores de la clase media habían logrado en ese período una serie de conquistas sociales y ciertas condiciones de vida favorables --profesionales, empleados públicos, etc-- y fueron empujados por la dictadura a la proletarización, hacia la pobreza. Se implanta un modelo de concentración de la riqueza en una minoría, un proceso de privatización radical de los bienes de la nación, de la minería, que van a parar en un remate a manos de los militares asociados a los capitales monopólicos nacionales y extranjeros y se establece entonces un modelo de economía totalmente neoliberal. Fue el experimento inicial del neoliberalismo en un país subdesarrollado, una economía totalmente abierta al capital extranjero, al comercio internacional, que destruye toda la producción propia --en Chile hoy en día todo se importa-- y que se basa en la superexplotación de ciertas riquezas naturales en las que el país tiene ventajas comparativas, como la madera, el cobre, la pesca, la agricultura, las frutas, con un costo ecológico muy grave para el país. Es una economía con pies de barro, muy dependiente de los vaivenes de la economía internacional. Ya lo hemos sufrido, con cualquier medida proteccionista Estados Unidos le cierra la entrada a las frutas y el efecto que produce en el campo es terrible, miles de personas quedan cesantes, desocupadas.
Es un país que tiene medios de comunicación muy modernos, la capital parece ser la de un país desarrollado, hay un sector de la sociedad que vive en el consumo, parte de esta burguesía que ha ido concentrando brutalmente la riqueza, pero el resto del país vive en la pobreza, para la mayor parte de la gente la vida cotidiana está llena de tensiones. Chile tiene uno de los índices de suicidios más altos del mundo. Hay un amplio sector que vive en la extrema pobreza. La salud es pagada, la educación se ha privatizado. Para poder tener un hijo que estudie en la Universidad hay que ser bastante rico. Quienes viven un poco mejor viven endeudados. En la carrera por la sobrevivencia si tu pierdes el trabajo lo pierdes todo, porque no eres dueño de tu casa, de tu carro, no puedes pagar la educación de tus hijos, si te enfermas no sabes cómo vas a pagar la atención y los medicamentos. Perder el trabajo es el derrumbe total de una familia. Eso provoca un comportamiento lacayuno en los trabajadores, en los empleados, que rompe todo sentido colectivo y te lleva a lo que inicialmente comentábamos, a esa vida de individualismo, de soledad y de lucha en una selva, donde la ley de sobrevida es implacable.


E. U. G. La juventud chilena, ¿cómo recuerda el 11 de septiembre? ¿Conoce la historia? 

Pascal Allende: Yo pienso que sí. 
Con el tiempo se descubre cada vez más lo terrible que fue la dictadura. Han aparecido enterramientos colectivos, los locales donde se practicaba la tortura. Eso lo ha ido conociendo la población. Como un agua pestilente, de alcantarillado, ha ido emergiendo la verdad por los poros de la sociedad, aunque falta todavía mucho por conocer. Y el sentimiento mayoritario del país es de condena. Algunos militares y políticos de derecha se han visto en la necesidad de formular débiles autocríticas. Al mismo tiempo la imagen de Allende ha resurgido, a pesar de que siempre trataron de mantenerla en un segundo plano. Allende es todo un símbolo de nuestro pueblo, de nuestra juventud, un símbolo de consecuencia, de valentía, y la propia historia oficial ha tenido que reconocerlo, y hacerle monumentos. Claro, los gobiernos de "izquierda" entre comillas que hemos tenido, intentan difundir una imagen light de Allende, que lo suavice, que lime su arista de revolucionario, de conductor de un cambio social anticapitalista o socialista, y destacan sólo su apego a la democracia. No obstante, yo te diría que Allende es la imagen en Chile de lo que es un dirigente popular revolucionario, eso está impregnado en la mayor parte de la juventud. Llama la atención incluso que figuras como Miguel Enríquez vayan adquiriendo con el tiempo una fuerza inusitada. Son decenas de libros publicados sobre él, sobre la propia lucha del MIR. En los últimos tiempos en muchos sectores de la juventud se recobra el interés por esa historia. Me toca vivirlo, porque cuando voy a Chile recibo invitaciones de distintos colectivos o grupos, para que les hable de Miguel, de la historia del MIR. Hoy en día no existe una izquierda organizada en Chile, existe una atomización total. Hablo de la verdadera izquierda, no de la supuesta izquierda que está en el gobierno.
El movimiento social también está dividido. No es como antes, que existían grandes organizaciones sociales. Ahora prima la atomización, la división en pequeños grupos. Pero todos me invitan a conversar. Y en esos diálogos siempre son jóvenes los que participan. El interés mayor no está en la lucha de resistencia, sino en el período anterior: cómo surgió el MIR, cómo se inició el movimiento revolucionario, cómo se organizaba el trabajo político en el campo, en las poblaciones, cómo era Allende, cómo era la situación revolucionaria durante el período de gobierno de la Unidad Popular. Esas son sus inquietudes. Rescatar la historia. Nosotros, en la década del sesenta, teníamos las mismas inquietudes. Recuerdo que conocí a Miguel Enríquez en la casa de sus padres. Éramos del mismo grupo, pertenecíamos a una facción revolucionaria, radical, del Partido Socialista, pero yo vivía en Santiago y él en Concepción. Yo era amigo de su hermano. Decidimos hacer un encuentro y fuimos a Concepción, nos reunimos en la casa de sus padres. Yo llego y para mi sorpresa todos estaban discutiendo sobre O'Higgins y Carreras, los dos padres de la Patria. Yo hacía poco había estado en Cuba y venía con la idea de la Revolución socialista, y me decía, ¿y estos, qué discuten de historia? Después me di cuenta de que comenzaban a hacer un esfuerzo por construir su propia visión de la historia de Chile, de las luchas populares, de lo que realmente había sido la lucha por la independencia. Porque cuando tu quieres mirar al futuro y darte un horizonte de esperanza, de lucha, de cambios, tienes que pararte en un lugar y tener una referencia en el pasado. Necesitas construir una memoria descarnada, que muestre realmente lo que fue el pasado. Hoy existe una juventud en Chile que comienza a reconstruir el pasado, para hacerse, no me cabe dudas, un concepto de cambio, unas expectativas de futuro.

E. U. G. ¿Cómo recuerda a Miguel Enríquez? 

Pascal Allende: Miguel era un joven con una fuerza moral extraordinaria, muy guevarista. No era un atleta, ni tenía cualidades especiales para la lucha, para el combate. Más bien se lo imponía. Pero era un tipo brillante. Es una de las personas más inteligentes que he conocido.
E. U. G. ¿Qué edad tenía al caer en combate? 

Pascal Allende: 33 años. Tenía una formación muy vasta, muy amplia. Su padre venía de una familia de raíz masónica, muy nacionalista, con un respeto por las ciencias, y con un fuerte contenido ético en el andar cotidiano, en su desempeño en la vida. Eso yo creo que lo heredó de su hermano mayor y de su padre. Yo creo que a él le hubiese gustado ser un científico, pero las circunstancias de la vida lo llevaron a dejar la medicina por la lucha revolucionaria. También era guevarista en ese sentido. Se entregó por entero a esa causa. Y era obsesivo, como son todos los grandes líderes y dirigentes revolucionarios. Cuando se metía en una cosa, no la abandonaba y era incansable. Pero al mismo tiempo era un hombre amante de la vida. Tenía mucho sentido del humor, cáustico a veces. Y un compañerismo muy fuerte. El grupo fundador del MIR estableció lazos muy fuertes de amistad, y eso permitía que nos planteáramos los retos más aventurados. Miguel era una persona fuera de serie en muchas cosas, en otras era muy humano. Y tenía un enorme carisma, que afirmaba su liderazgo dentro del Movimiento, y mucho más allá del Movimiento. Se destacó desde muy joven, como dijo Fidel cuando murió, como un constructor de revoluciones.
E. U. G. Hace poco estuve en Suecia y conocí a muchos chilenos que se instalaron allí después del Golpe. Hubo quien regresó después y se encontró que ciertos compañeros de ideales estaban participando de la política institucional, con otras perspectivas más personales, que ya aparentemente no existía espacio para los sueños que quedaron congelados en el tiempo, y volvió desilusionado a Suecia. ¿Chile es un país sin futuro?
 
Pascal Allende: Yo pienso que tiene futuro, pero comprendo lo que estos compañeros han vivido. Cuando yo volví a Chile, durante el gobierno de Frei, recibí un impacto desgarrador, y experimenté una amargura muy grande. Me di cuenta de que había vivido mucho tiempo en la clandestinidad, y durante todo ese tiempo miraba la realidad por el ojo de la cerradura. No me daba cuenta del cambio tan grande que estaba produciéndose en Chile, en su cultura, en la forma cotidiana de encarar la vida, en los valores de las personas. Cómo se había producido ese Chile que te describía anteriormente, tan individualista, de tanta soledad, tan brutal como una selva. Yo también recibí ese impacto inicial, al igual que muchos de mis compañeros. Cuando volví y estuve más tiempo, fui descubriendo que no todo era así. Existe una franja importante de la juventud que tiene una actitud social y política, que no puede ver la política institucional, que siente el más grande desprecio por los políticos del sistema. No es una juventud inconsciente. Tiene otras visiones diferentes a las nuestras, repele a los partidos organizados, busca formas organizativas más horizontales, participa de colectivos pequeños. Viven una etapa de reconstitución del movimiento político y social. No tengo dudas de que asistiremos --no sé cuando-- a una situación de emergencia en Chile, y veremos resurgir un movimiento que abogará por el cambio. Incluso te diría que será mucho más radical de lo que nosotros fuimos. No me refiero a las formas de lucha, porque la radicalidad no está en las armas, sino en la profundidad de los cambios que te propongas. Y el cambio que exige la sociedad capitalista globalizada en la que vivimos no es sólo político, es de civilización, de cultura, es la construcción de otra forma de vida. Yo no estoy desesperanzado. Al contrario, tengo grandes expectativas.

Publicado por Enrique Ubieta Gómez en 07:41 
No. 50 (y todos los números restantes, desde el No. 1)

Datos personales


Ensayista y periodista. Es autor de los libros Ensayos de identidad (1993), De la historia, los mitos y los hombres (1999), La utopía rearmada (2002), Venezuela rebelde (2006) y Cuba, ¿revolución o reforma? (2012), entre otros. Integró el equipo de redacción de la Historia de la literatura cubana en tres tomos, que preparó el Instituto de Literatura y Lingüística. Fundó y dirigió la revista Contracorriente (1995 - 2004) y la Videoteca Contracorriente del ICAIC (2003 - 2007). Actualmente dirige La Calle del Medio, publicación de opinión y debate. Recibió en 2002 la Distinción por la Cultura Nacional y en el 2011 la Orden Félix Elmuza.


martes, 11 de septiembre de 2012

Chile, a 39 años del golpe


Chile, a 39 años del golpe

Durante el comienzo de las actividades que recordarán el golpe de Estado de 1973 que asesinó al presidente Salvador Allende y que conmemorarán a los más de 35 mil chilenos muertos, torturados y desaparecidos durante la dictadura, la presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD), Lorena Pizarro, llamó al gobierno de Sebastián Piñera a que cumpla con dirigir "un país donde la gente los eligió no para reprimir, no para invisibilizar los derechos humanos, sino que para terminar con la impunidad y avanzar en verdad y justicia".
Cientos de miles de personas marcharon desde el centro de Santiago, finalizó con un acto en el patio 29 del Cementerio General de esta ciudad, lugar donde están enterrados la mayoría de los detenidos políticos durante la dictadura.Frente al impactante monumento con los nombres de 3 mil víctimas de la dictadura, con el nombre de Salvador Allende en el lugar más destacado, la multitud recordó el aniversario número 39 del derrocamiento del presidente socialista y la imposición de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).
Con esta marcha, se dio comienzo a las actividades en conmemoración al golpe de Estado que contemplan el próximo martes 11 de septiembre una visita al monumento de Allende ubicado frente al palacio presidencial La Moneda y una concentración con velas encendidas fuera del Estadio Nacional de Chile, emblemático centro de torturas.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Piden sobreseímiento de Roger Rodríguez



Negro sobre blanco

07.09.2012 16:56

La fiscal Ana María Tellechea pidió el sobreseimiento del periodista Roger Rodríguez en el juicio realizado por los abogados Luis Manzini y Didier Galán, defensores del capital de Fragata Juan Carlos Larcebeau. El abogado del periodista, Federico Álvarez Petraglia dijo a Montevideo Portal que la acusación es "un disparate".
La fiscal Ana María Tellechea pidió el sobreseimiento del periodista Roger Rodríguez, acusado de difamación e injurias. Ante el pronunciamiento del fiscal, los abogados denunciantes podrán realizar una acusación, en la próxima audiencia que se realizará el martes que viene a las 16.00hs. 
Según señaló a Montevideo Portal el abogado del periodista Roger Rodríguez, Federico Álvarez Petraglia, la iniciativa legal de los abogados Galán y Manzini es "un disparate" que "no tiene ningún elemento" y la calificó como "una forma de cercenar el ejercicio libre de la profesión", más tomando en cuenta la trayectoria del periodista acusado en investigaciones vinculadas a violaciones a los derechos humanos. 
El juicio fue iniciado por los abogados del capitán de fragata Juan Carlos Larcebau a raíz de un artículo publicado por el periodista el 10 de febrero en el semanario Caras y Caretas, titulado "La defensiva militar". 
"Mientras los abogados de los militares presos analizan fórmulas para generar nuevas 'chicanas' jurídicas y profundizan con el asesoramiento del ex vicepresidente Gonzalo Aguirre Ramírez su alegato de inconstitucionalidad contra la ley que eliminó las prescripciones, el ex capitán de navío Juan Carlos Larcebeau, auspiciado por el abogado Pablo Galán (quien en Alemania estudió el tema Justicia de Transición), se propone plantear su caso ante la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos. La estrategia de los abogados no descarta internacionalizar otros casos propiciando la victimización de los violadores de los derechos humanos y recurrir a medios de prensa internacionales cuyos titulares "golpeen" al gobierno del presidente José Mujica, cuando el oficialista partido Frente Amplio se aboca a disputar hasta el mes de mayo una tensa interna en la que definirá líneas políticas, autoridades, alianzas y correlación de fuerzas, que determinarán las futuras candidaturas de la coalición de izquierda", afirmaba ese artículo. 
El 23 de marzo de este año el periodista informó que se le había iniciado un juicio por difamación e injurias presentado en la sede penal de 20º turno a cargo del juez Alejandro Guido: "el abogado de iniciales LBMR, quien no había sido mencionado en el artículo periodístico, se sintió agraviado porque en la crónica de Caras y Caretas se indicó que Larcebeau, "auspiciado por el abogado Pablo Galán (quien en Alemania estudió el tema Justicia de Transición) se propone plantear su caso ante la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos". Según aclara el denunciante, el abogado del marino preso en la cárcel de Domingo Arena se llama, en realidad, Didier Galán. El estudio jurídico de LBMR, del que Galán es asistente, envió con fecha 27 de febrero una extensa aclaración a Caras y Caretas, que la publicación sintetizó en su edición del 9 de marzo, aclarando que el abogado era Didier y no Pablo, que no había estudiado Justicia de Transición en Alemania u otro lado, que no integraba una "coordinación defensiva de los militares procesados por violar los derechos humanos" y que no se había encarado una estrategia procurando la internacionalización del caso". 
Esta es la tercera audiencia del caso, en el que ya hubo una instancia de conciliación y otras para presentar pruebas. Si el martes la defensa querellante acusa a Rodríguez, la defensa del periodista tendrá un plazo de 48 horas para responder a la acusación y luego el juez Guido tomará una resolución. 

Montevideo Portal

jueves, 6 de septiembre de 2012

El Francés



El Francés

de Roger Rodriguez, el El jueves, 6 de Septiembre de 2012 a la(s) 16:56 ·

†Cnel. JOSÉ BAUDEAN - (Q.E.P.D.) - Falleció el día 5 de setiembre de 2012.- Las Comisiones Directiva y Fiscal del Círculo Militar "General Artigas" participan con profundo pesar el fallecimiento del estimado consocio, cuyo sepelio se efectuará el día de hoy en el Cementerio del Norte (panteón del Ejército). General Juan J. Córdoba, presidente; coronel Wilson A. Fernández, secretario.
Coronel (R) JOSÉ BAUDEAN - (Q.E.P.D.) - Falleció el día 5 de setiembre de 2012.- El Centro de Oficiales Retirados de las Fuerzas Armadas participa con profundo pesar el fallecimiento de su estimado consocio, quien fuera el señor presidente de la subsede del CORFFAA en Maldonado. Cnel. (R) Jorge M. Puente, presidente; Cnel. (R) Walter Forischi, secretario general.
†Cnel. JOSÉ A. BAUDEAN - (Q.E.P.D.) - Falleció el día 5 de setiembre de 2012.- Las Comisiones Directiva y Fiscal del Centro Militar cumplen con el penoso deber de participar a sus asociados el fallecimiento de su distinguido socio Protector. Velatorio en la empresa Forestier Pose, sala 103. El sepelio se efectuará el día de hoy, a la hora 10, en el Cementerio del Norte, panteón del Ejército. Coronel Guillermo A. Cedrez, presidente; coronel Edgardo J. Caétano, secretario general.

Tres avisos en el diario El País. Dos del Centro Militar y uno del Centro de Oficiales Retirados de las Fuerzas Armadas. Dos con cruces, uno sin ellas. Menos de doscientas palabras, poco más de mil caracteres, y la firma de seis de sus camaradas retirados. A eso queda reducida la existencia de un torturador confeso. Estaba a punto de ser condenado por el homicidio de Aldo Perrini en 1974 pero, para evadir la justicia, el coronel José Baudean se refugió en la muerte.
José Augustín Baudean Menteguraga, nacido el 24 de diciembre de 1940, ingresó al Ejército el 15 de marzo de 1956 en el arma de Infantería. En 1966 era teniente primero, un año después pasó al Batallón de Infantería N° 2, para llegar al grado de capitán en 1968, cuando se instala en el Batallón de Infantería N° 4 del departamento de Colonia, donde años más tarde participaría del homicidio de Perrini.
Entre el 10 de enero y el 28 de abril de 1972, Baudean realizó curso de contrainsurgencia en la School of Americas (SOA) de Panamá. Con esa especialización, en 1976 operaba, con el grado de mayor en el Departamento II del Servicio de Información y Defensa (SID). Su alias, “El Francés”, aparece en testimonios de las víctimas de la coordinación represiva regional conocida como el Plan Cóndor.
En 1980 lo nombraron como gran maestro Torquemada al colocarlo al frente de la Dirección Nacional de Relaciones Públicas (Dinarp) de la dictadura y para 1982, ya como teniente coronel, fue designado comandante en el Batallón de Infantería N° 14 de Toledo (precisamente cuando comienzan unas extrañas obras detrás del polígono del llamado campo de Vidiella, dependiente de esa unidad militar)
A principios de 2003, Baudean perdió un juicio por difamación contra el director del diario La República, Federico Fasano, que había publicado su fotografía. Durante el gobierno de Jorge Batlle, amenazó al padre Jorge Osorio integrante de la Comisión para la Paz y en 2005 presionó a la doctora Azucena Berrutti en su acto de asunción como Ministra de Defensa Nacional.
Fue directivo del Centro Militar, del que era “Socio Protector”. Se lo sospecha miembro del Comando Lavalleja que a la salida de la dictadura atentó con balas contra el domicilio y colocó una bomba en el automóvil de Hugo Cores. Últimamente, operaba junto a una patota de oficiales retirados que se ha instalado en el departamento de Maldonado y revindica la “lucha antisubversiva”.
Cuentan las crónicas que en una entrevista radial, alguna vez, Baudean reveló que entre 1986 y 1987 “un amigo” del entonces presidente Julio María Sanguinetti le pidió los archivos de la División Investigación y Evaluación de la dictadura, que se estimaba contenían información sobre numerosos ciudadanos uruguayos. Su respuesta fue: “Están en mi casa. A ver si se animan a ir a buscarlos”… Quizás sea el momento de que algún juez ordene hacerlo.


lunes, 3 de septiembre de 2012

La placa que disgustó al brigadier



Página 12.
El país|Lunes, 3 de septiembre de 2012
El jefe del Estado Mayor Conjunto objetó que se señalizara el rol de la Escuela Francesa

La placa que disgustó al brigadier

En el Centro Educativo de las Fuerzas Armadas fue tapada una placa que recordaba que militares franceses instruyeron a oficiales argentinos en el uso de torturas y secuestros. Puricelli le envió a Chevalier un informe de Derechos Humanos sobre la Escuela Francesa.

Por Diego Martínez

“Injuriosa e insultante placa”, consideró una revista militar.
El brigadier general Jorge Alberto Chevalier profundiza en estos días sus conocimientos acerca del rol de los instructores franceses en la formación recibida por militares argentinos sobre la tortura como método para arrancar información o los asesinatos clandestinos para borrar huellas. A más de medio siglo de las primeras conferencias sobre la doctrina de la guerra contrarrevolucionaria en la Escuela Superior de Guerra, el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas objetó el contenido de una placa instalada en el hall de entrada del flamante Centro Educativo de las Fuerzas Armadas (CEFA) para recordar que cientos de oficiales argentinos se formaron en esas aulas en las “prácticas genocidas” que aplicaron durante la última dictadura. El ministro de Defensa, Arturo Puricelli, le dejó pasar a su subordinado que cubriera la placa con un paño negro y después con un bronce, pero encomendó a la Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Humanitario un informe sobre la “Escuela Francesa” y luego se lo entregó a Chevalier, quien ahora debe decidir entre fundamentar su objeción por escrito o limitarse a descubrir la placa en silencio.
La periodista Marie-Monique Robin, autora del libro y del documental Escuadrones de la Muerte. La Escuela Francesa, publicó que ya en 1957 los coroneles Patrice de Naurois y Pierre Badie fueron reclutados por el Estado Mayor para difundir la doctrina de la guerra contrarrevolucionaria. Dos años después, el general Robert Bentresque se instaló en Buenos Aires para trabajar como docente en la ESG de avenida Luis María Campos. “Traté de explicarles esta guerra subversiva, esta guerra desde abajo, diciéndoles que el enemigo a veces puede ser ese muchacho con el que tomamos whisky”, recordó ante Robin. El libro incluye fotos de militares franceses con el dictador Pedro Eugenio Aramburu en Casa Rosada en tiempos de la batalla de Argel, que durante años se presentó como modelo a imitar en la “lucha antisubversiva”, o del cardenal Antonio Caggiano inaugurando junto al presidente Arturo Frondizi un curso interamericano de guerra contrarrevolucionaria. La influencia de la Escuela Francesa sobre los militares argentinos consta en publicaciones oficiales, fue mencionada por periodistas y académicos, y admitida en entrevistas filmadas con Robin por iconos del terrorismo estatal del Cono Sur, como los generales Ramón Díaz Bessone y Albano Harguindeguy, o el ex jefe de la DINA chilena Manuel Contreras.
La idea de recordar el rol de los militares franceses sobre sus pares argentinos, a quienes enseñaron la división del territorio en zonas y áreas o la reeducación de prisioneros para usarlos como agentes propios, surgió de funcionarios de Defensa durante una recorrida por la ESG, donde se imponen las placas de los Familiares y Amigos de Muertos por la Subversión (Famus). “En la parte antigua del edificio hay placas de distintas etapas de la historia. En el marco de la política del gobierno sobre la memoria, de no sacar cosas de las paredes salvo que sean delictivas, de no borrar la historia sino contarla toda, surgió la idea de mencionar a la Escuela Francesa”, explicó a Página/12 el profesor Carlos Pérez Razzetti, subsecretario de Formación del Ministerio de Defensa. La tarea fue encargada a la Dirección de Derechos Humanos, a cargo de Stella Segado.
“En este lugar funcionó la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino”, recuerda la placa, que se instaló en silencio a principios de junio. “Las aulas de este edificio fueron testigos de la formación impartida a los oficiales jefe y oficiales superiores del Ejército en las técnicas de la denominada ‘Escuela Francesa’, en las que el secuestro, la tortura y la desaparición conformaron la columna vertebral de las prácticas genocidas amparadas en la doctrina de la ‘Seguridad Nacional’ impuesta por el terrorismo de Estado que sufrió la Argentina durante la última dictadura cívico-militar, entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983”, explica.
El CEFA, para el que el Estado construyó un nuevo edificio detrás de la ESG, se inauguró el 6 de junio. “Tiene como origen el aprendizaje obtenido en la Guerra de Malvinas y quiere simbolizar una nueva operativa de las fuerzas”, explicó la presidenta Cristina Fernández, que encabezó ese día el acto de ascenso post mortem del teniente de fragata Jorge Alberto Devoto, desaparecido del edificio Libertad en 1977, cuando fue a averiguar el paradero de su suegro. Después del acto, Puricelli se trasladó a Luis María Campos 480 y recorrió los edificios del CEFA, que depende del Estado Mayor Conjunto, a cargo de Chevalier. El contenido de la placa, que ya estaba instalada, no se difundió oficialmente.
“Injuriosa e insultante placa”, renegó días después la revista Tiempo Militar. Sus seguidores cuestionaron la hombría de Chevalier y uno propuso “romper la placa a mazazos”. El coronel retirado Jorge Augusto Cardoso, que en 1976 fue comisionado al Tercer Cuerpo de Ejército, más precisamente a la policía de Córdoba, la consideró “un infame e injustificado agravio” y reclamó desde una carta de lectores que se fundamente su contenido o se exija un desagravio a sus autores. Cardoso informa en su blog que se dedica “a la cátedra universitaria, la capacitación docente y empresarial”, admite que es “sustantivamente un soldado” y nada dice sobre su actuación durante la dictadura.
En ese contexto, con Puricelli de viaje por China, fue que alguien cubrió con un paño negro la placa en el CEFA. En la práctica nadie se hizo cargo de la decisión. “La orden de descubrir la placa y la orden de taparla se dieron desde Defensa. Fue una orden verbal que recibió el director del CEFA, contraalmirante (José María) Martín, y el motivo habría que preguntárselo a Defensa, no hay documentación respaldatoria”, dijo un vocero del EMGC ante la consulta de Página/12.
Desde Defensa aseguran que nadie ordenó taparla. “El Estado Mayor Conjunto le planteó al ministro dudas sobre los hechos históricos que se mencionaban”, explica Pérez Razzetti. “‘Hay gente que dice que no fue así, que esos instructores no estuvieron en la ESG’, le dijeron. El ministro pudo haber dicho ‘es una orden y basta’, pero en lugar de imponer su autoridad prefirió que se imponga la autoridad de la historia, pidió que se haga una investigación y que se le envíe a Chevalier. Me parece una manera respetuosa de trabajar en conjunto”, destacó el subsecretario de Formación. El informe lo armó la Dirección de Derechos Humanos e incluye programas de estudio y bibliografía sobre la doctrina que los franceses aplicaron en Indochina y Argel y los argentinos en su territorio. El próximo paso corresponde al brigadier Chevalier.
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domingo, 2 de septiembre de 2012

Un tribunal federal del estado de Pará


POR PRIMERA VEZ UN TRIBUNAL NO APLICA LA LEY DE AMNISTIA


EN UN CASO DE SECUESTROS Y DESAPARICIONES 


CONTRA DOS MILITARES 

Un tribunal federal del estado de Pará acogió las denuncias presentadas por el Ministerio Público contra un coronel y un mayor de la reserva, Licio Maciel, por la desaparición de cinco guerrilleros en septiembre de 1974.



Por primera vez, la Justicia de Brasil aceptó procesar a dos militares acusados de secuestros y desapariciones de personas durante la dictadura. Fue en una decisión inédita que permite sortear la Ley de Amnistía, que garantiza la impunidad para los ex represores.


El Segundo Tribunal Federal de Marabá, en el estado de Pará, acogió las denuncias presentadas por el Ministerio Público contra el coronel de la reserva Sebastiao Curió, de 77 años, y el mayor de la reserva Licio Maciel, de 82 años, que habían sido rechazadas en marzo, según reportaron la agencia de noticias Brasil y el diario Folha de Sao Paulo.


Los militares están acusados de secuestrar y desaparecer entre enero y septiembre de 1974 a Maria Correa, Helio Navarro, Daniel Ribeiro, Antonio de Pádua Costa y Telma Cordeira, integrantes de la Guerrilla de Araguia, creada por el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) para combatir a la dictadura militar.


La denuncia había sido rechazada en marzo bajo el amparo de la Ley de Amnistía, sancionada durante la dictadura en 1979 y refrendada el año pasado por el Supremo Tribunal Federal. Pero los fiscales federales –que sostenían que los cuerpos de los militantes de izquierda presuntamente asesinados por ellos no se encuentran, por lo que se puede considerar el delito– apelaron y se logró cambiar la decisión, indicó el diario Folha de Sao Paulo.


Fue entonces la jueza Nair Pimienta de Castro, a cargo del juzgado, quien consideró válidos los argumentos del Ministerio Público de que en este caso no tendría aplicación la Ley de Amnistía, al no haber caducado el delito de secuestro y desaparición, ya que las víctimas aún no fueron encontradas, por lo que su status legal es de desaparecidos. La jueza sostuvo que, si el secuestro continúa hasta el momento, no se aplica en este caso la Ley de Amnistía porque “ultrapasó” el período de los crímenes amnistiados en la norma.


En su defensa, Maciel sostuvo que no puede ser acusado de secuestro porque uno de los guerrilleros que figura como secuestrado y desaparecido fue baleado en combate y llevado a una enfermería, y que otros militares le habían informado que luego había muerto. Curió y Maciel, quienes podrían ser condenados a entre dos y ocho años de cárcel por el delito de secuestro calificado, son los primeros procesados por la Justicia brasileña por crímenes cometidos durante la dictadura.


“La decisión judicial para procesar a los militares involucrados en los asesinatos y desapariciones en la Guerrilla Araguaia debe abrir caminos”, dijo ayer una representante de la Comisión de Familiares de Muertos y Desaparecidos Políticos de San Pablo, Crimea Almeida, citada por la agencia Brasil. “Es una vieja lucha nuestra. Se encontró una gran barrera, pero ahora surgió una nueva oportunidad. Vamos a esperar el juicio”, agregó.


En tanto, como informó la misma agencia de noticias, para la directora del Instituto para el Estudio de la Violencia del Estado, Janaina Teles, el fallo demuestra que esos delitos no se limitan al pasado. “Según la ley internacional, la desaparición forzada es un delito permanente. Mientras que el cuerpo no se encuentra, el crimen sigue ocurriendo aquí y ahora. Y los culpables deben ser responsabilizados”, señaló la historiadora.


Todos los intentos anteriores de responsabilizar penalmente a acusados de violaciones a los derechos humanos encontraron la barrera de la Ley de Amnistía y la consideración de los jueces de que los delitos habían prescripto. Una demanda parecida fue rechazada el jueves en San Pablo por la Justicia Federal contra el coronel Carlos Brilhante Ustra sobre el amparo de la Ley de Amnistía. Brilhante Ustra fue el jefe de Doi-Codi, el principal órgano de represión de la dictadura, y está acusado de comandar prácticas de tortura contra presos políticos en la unidad, creada con el nombre de Operación Bandeirante (Oban).


El 14 de agosto, en otra decisión inédita, el Tribunal de Justicia de San Pablo había confirmado la sentencia de primera instancia que reconoce a Brilhante Ustra como torturador. El militar fue citado el lunes por la Comisión de la Verdad de la Cámara Municipal de San Pablo para que declare sobre las acusaciones en su contra, declaración que sólo puede utilizarse a título informativo y para conocer lo que ocurrió con las víctimas, pero que no deriva en sanciones penales ncia


Todos los intentos anteriores de responsabilizar penalmente a acusados de violaciones a los derechos humanos encontraron la barrera de la Ley de Amnistía y la consideración de los jueces de que los delitos habían prescripto. Una demanda parecida fue rechazada el jueves en San Pablo por la Justicia Federal contra el coronel Carlos Brilhante Ustra sobre el amparo de la Ley de Amnistía. Brilhante Ustra fue el jefe de Doi-Codi, el principal órgano de represión de la dictadura, y está acusado de comandar prácticas de tortura contra presos políticos en la unidad, creada con el nombre de Operación Bandeirante (Oban).


El 14 de agosto, en otra decisión inédita, el Tribunal de Justicia de San Pablo había confirmado la sentencia de primera instancia que reconoce a Brilhante Ustra como torturador. El militar fue citado el lunes por la Comisión de la Verdad de la Cámara Municipal de San Pablo para que declare sobre las acusaciones en su contra, declaración que sólo puede utilizarse a título informativo y para conocer lo que ocurrió con las víctimas, pero que no deriva en sanciones penales.