domingo, 29 de abril de 2012

Jóvenes por la tierra



 Sauce, 28 de abril de 2012
COMPAÑERO Raúl Sendic, Compañeros todos

Con el legado que nos dejó Raúl Sendic el movimiento por la tierra
vuelve a tomar las banderas de las luchas sociales del interior
profundo del Uruguay.

Seguimos en la marcha “por la tierra y con Sendic” por donde caminan
las  movilizaciones de los trabajadores rurales y las ocupaciones de
tierra.

El gobierno de Tabaré podría haber capitalizado las ocupaciones de
tierra para trabajar y de tierra para vivir, si hubiese reconocido y
respetado a los luchadores, y podría haber ido por más
cuestionamientos a la concentración de la tierra. Pero decidió lo
contrario.

Consideró que poníamos palos en la rueda al “Uruguay productivo”, que
no podíamos cuestionar “los derechos de propiedad”, que era mejor
hacerle una guiñada a las inmobiliarias de punta del este y a los
estancieros de la Asociación Rural, dándoles la ley de “usurpación”.

El gobierno de Mujica siguió con esa línea, llevando adelante el año
pasado el “desalojo ejemplar”, desalojo ejemplar que la ARU pedía hace
6 años atrás ante la ocupación de Colonia España. Vaya que si fue un
“desalojo ejemplarizante” el del compañero, el de tu compañero Raúl,
el desalojo de Ney Thedy.  Otra guiñada para los estancieros y las
multinacionales: diciéndoles que acá no hay protegidos políticos, acá
no hay vinculación con los planteos de Raúl Sendic, que acá se castiga
a los que protesten y denuncien la corrupción de los Gaggero, a esos
se los persigue. “Desalojo ejemplar” muy parecido al desalojo de 200
familias en Puntas de Manga, en Montevideo Rural, que pedían
desesperadamente tierra para vivir.

Querido Raúl, el Movimiento por la tierra sigue buscando un horizonte
de cambio social, esos siguen siendo nuestros fines. Pero que le quede
claro al gobierno: los medios también tienen que ser revolucionarios,
no compartimos los allanamientos, la persecución, el patoterismo, la
infiltración entre “antiguos compañeros”. Una vez más Raúl, pareciera
que el aparato te quiere respirar en la nuca. Quiere controlar tu
legado, a los peludos, al reclamo de tierras para trabajar, al planteo
transformador que viene desde abajo. No somos funcionales a este
“progresismo de los capitalistas”, ni a la táctica electoralista
convertida en estrategia. Permanecer en el poder no puede ser un fin
en sí mismo ¿dónde quedan las transformaciones de fondo y el poder
popular?.

Hay condiciones precarias de trabajo dentro de los 100 mil asalariados
rurales, hay amenaza al aparato productivo entre los  más de 30 000
productores familiares que van quedando, hay expectativas frustradas
en cientos de adolescentes y jóvenes que salen de las Escuelas
Agrarias de UTU, miles de trabajadores sin techo a lo largo y ancho
del país.
Querido Raúl, queridos compañeros, ya hay un movimiento por la tierra
en la pelea diaria y silenciosa de estos trabajadores, de estos
jóvenes, que apoco de caminar se irán organizando. Tendremos que
aprender a escucharlos.
Duele constatar que la Gran “Cruzada por la tierra” no la hicimos
desde el pueblo, la hicieron las grandes empresas, la hizo el Capital.
La “modificación de las estructuras agrarias”, “la reestructuración
parcelaria” de que hablaba Wilson, la hicieron con el eucaliptos, la
soja, los grandes ganaderos y arroceros brasileros y el empuje de la
megaminería.

¿Qué hace el gobierno poniendo un impuesto insignificante? ¿O
comprando con colonización un par de campos de extranjeros?, ¿El
amague?, ¿el teatro, la guiñada para la barra?. ¿La bendición de la
contra Reforma Agraria, del saqueo de los recursos naturales y el
futuro de las nuevas generaciones?.

¿Por qué se permite beneficiar a 5 importadores de frutas y verduras,
aliados a las grandes cadenas de supermercado?. Como dicen nuestros
vecinos de Canelones: NOS CORREN CON LA SOJA PARA IMPORTAR VERDURAS, y
adiós productor granjero, y adiós soberanía alimentaria.

Como decía un cartel de protesta contra Aratirí en uno de los caminos
rurales de Valentines “¿Existe el MGAP?”. Podemos seguir preguntando
¿Existe la DINAMA?. ¿Existe el INC?.. Y yendo más allá ¿existe un
gobierno popular?, o al menos ¿un proyecto creíble de gobierno
popular?....

¿Dónde quedaron los ideales de la izquierda?  ¿Y la pelea de tantos
compañeros valiosos? como el  maestro Eric, “el gordo”, uno de los
educadores del Itacumbú que nos abandonara recientemente, hombre fiel
a su lugar de combate hasta el último día.

Como decía Raúl, mientras exista UTAA como “movilizador del pueblo”,
y hoy podríamos decir mientras exista el movimiento por la tierra, y
mientras logremos organizarnos con el interior, con una dirección
“peluda” y paisana, existirá resistencia, defensa del territorio,
esperanza y habrá Patria para Todos.


 Pablo Díaz

Homenaje a Raúl Sendic


Hoy en el cementerio de la Teja donde reposan los restos del líder Raúl Sendic, se realizó el acto de homenaje como todos los años.
La carta enviada desde Bella Unión del cholo González fue leída por Xenia Ittée.


                                                                                         Bella Unión.
28/04/12

Queridos compañeros:

              Como no pude estar presente, quise hacerles llegar un pequeño
aporte, algo que venimos compartiendo, con un grupo de compañeros que
trabajamos en una red social, donde la lucha por la tierra, la salud y nuestros
niños son parte de la lucha contra la pobreza.
Muchas veces pensando en el tema de la lucha por la tierra, en como
concretar los cambios tan necesarios, volvemos a leer los materiales donde Raúl fue plasmando su pensamiento y vemos que cada vez son más
Vigentes.        Fueron escritos en la década del 80,
y sin embargo parecen escritos para la realidad de hoy. Su preocupación
por la tierra y la lucha contra la pobreza, apoyando a toda organización
social; policlínica comunitaria, comedor o cooperativa de vivienda,
buscando siempre la organización desde abajo.
Sobre la tierra releyendo la Cruzada por la tierra, Raúl decía: “apoyar todas
las iniciativas de la lucha por la tierra, a vía de ejemplo: no tiene porque ser
incompatible, una comunidad agrícola auto gestionada, con una cooperativa de pequeños productores “¡que todas las ideas germinen y convivan en el seno de una lucha concreta!”
Otro menaje de Raúl que caló hondo entre los compañeros y que pasó a transformarse
en consigna que ganó los muros fue: “tender puentes para unir al pueblo”.

En el plan por la tierra, hablaba de “tender una mano solidaria, a todos los sectores progresistas y postergados del  medio rural, desocupados, asalariados rurales, zafreros, hasta pequeños y medianos productores rurales”.         Pero hay algo que marcó
la forma de luchar, de caminar de Sendic y es que siempre fue de pocas palabras
y de hablar a través de sus hechos. El hizo suyo el pensamiento de Martí: “ hacer es la mejor manera de decir!
Este concepto también lo plasma en sus escritos y hablando de las primeras etapas de la Cruzada por la tierra, dice que lo fundamental en esas etapas
Es HACER, así con Mayúscula. “hacer con lo disponible, llevar adelante una lucha
Que por ello mismo será parcial e insuficiente, el objetivo debe ser crear conciencia, organización y dirección para poder iniciar la lucha por una reforma agraria, cabal y plena”.
Una preocupación grande de Raúl fue la juventud, en su libro “la juventud y sus proyectos de vida” toca temas profundos como la ética, la austeridad. versus el consumismo, el retorno siempre a la tribu primitiva, esa comunidad
donde se compartía según las necesidades, en el libro también cuenta su
aprendizaje del medio rural, de ese Uruguay profundo donde creció.

Tratando de trasmitirles valores esenciales, para el joven que quiere luchar
por un mundo diferente, sabiendo que es una lucha muy dura y sabiendo el
rol importante que debían jugar los jóvenes.

Por todo esto proponemos:
-Hablar poco Hacer, cosas concretas muy concretas.
_llegar a rincones más alejados de nuestro paisito…apoyando luchas
concretas donde se estén dando o generando espacios donde todavía no
existen, embarrándonos, escuchando mucho, aprendiendo siempre.
-Tendiendo puentes como decía Raúl… hay muchos fogones prendidos,

que se tienen que juntar y juntos luchar por nuestros derechos, exigiendo lo
que es nuestro. Esta es otra enseñanza de Raúl, saber trabajar juntos a través de algo concreto. A veces nos fraccionamos, por discusiones muchas veces estériles, sin embargo la lucha concreta por objetivos claros nos une.
-Juntémonos para exigir la tierra que es nuestra, que no siga pasando a
manos extranjeras.
-Luchemos si tregua contra los desalojaos injustos, como ocurrió con el compañero
Ney Tedy, exigiendo YA la devolución de su tierra.
-Tejamos una red de apoyo a  luchas de trabajadores rurales,
ocupaciones por tierra, para concretar la tan vieja pero todavía incumplida
consigna “Tierra para quien la trabaja”.
Hoy todos tenemos una tarea para desarrollar y los jóvenes tienen un lugar importante en esta lucha, deben ser ellos los protagonistas de esta lucha.
Pero mejor recordar las palabras de Raúl, en el plan por la tierra y contra la pobreza, donde decía: “la cruzada por la tierra que proponemos, es solo el
comienzo de una larga marcha de la juventud uruguaya de hoy, hacia la
realización de una tarea histórica, la labor de Artigas en el arreglo de los campos, iniciada en el amanecer del siglo IX, frustrada por reiteradas
Traiciones y por la represión al servicio del latifundio, va a ser levantada,
como una bandera caída, por los brazos de la juventud y llevada a su pleno
Y cabal cumplimento”.
Un abrazo que los abarque a todos.
Cholo.



El careo judicial entre cinco militares implicados en la muerte de Aldo Perrini


Brecha. Viernes 27 de abril de 2012-04-28



Careo confirma desmarque de Barneix. Caso Perrini: perspectiva de condena resquebraja la omertà.



Escrito por: Samuel Blixen



El careo judicial entre cinco militares implicados en la muerte de Aldo Perrini en el cuartel de Colonia, en 1974, revela una fractura en el hasta ahora monolítico pacto de silencio entre terroristas de Estado. Quien se desmarcó fue el general Pedro Barneix, aquel que le mintió a Tabaré Vázquez sobre los enterramientos clandestinos.


No sólo fue tenso, también fue insólito, revelador, inédito. El careo judicial que el miércoles enfrentó a cinco militares retirados ?los coroneles José Baudean, José Puigvert, Washington Perdomo, Ruben Bonjour y el general Pedro Barneix? que mantienen sustanciales contradicciones entre sí, dejó al descubierto hasta dónde la perspectiva de una condena resquebraja la estrategia de los terroristas de Estado de ampararse en el silencio y en la negativa, aun ante lo más evidente, para entorpecer la justicia que se empeña en descubrir la verdad de los crímenes cometidos durante la dictadura.


Los cinco oficiales retirados enfrentan una circunstancia por cierto desgraciada para sus intereses: la existencia de documentos, de insospechado origen militar, que prueban su vinculación directa en el asesinato de Aldo Perrini, vecino de la ciudad de Carmelo, secuestrado en febrero de 1974 y muerto días después en el cuartel de Colonia, victima de indescriptibles y perversas torturas.


En el cuadro de situación, Baudean, Barneix y Puigvert ocupan roles estelares: sometían a Perrini a un interrogatorio cuando el detenido "se desvaneció". Perdomo oficiaba de comandante de guardia y fue quien condujo a Perrini hasta el Hospital Militar, en Montevideo, aunque se presume ?uno de los tantos puntos oscuros que encubre la política de negativa sistemática? que el detenido ya había fallecido en el mismo cuartel. Bonjour era el juez sumariante que instruyó la investigación interna y tomó declaración a sus tres colegas horas después del asesinato. En los informes que elaboró el juez sumariante ?escuetos, prolijamente burocráticos y deliberadamente anodinos? se consigna la sorpresa de los tres interrogadores ante el "desvanecimiento" de Perrini, cuyo cuerpo era una masa informe de hematomas, y que, ¡cómo se le ocurre!, no sólo no torturaron sino que desconocían que en el cuartel se realizaran tales prácticas.


La responsabilidad de Bonjour, más allá de que revistaba en una unidad donde la tortura, los vejámenes y las violaciones a detenidas eran sistemáticas, puede considerarse puntualmente tangencial, si no fuera porque al hoy general Barneix se le ocurrió negar lo que estaba escrito en los documentos, firmados de su propio puño y letra. Cuando la jueza Mariana Mota, que instruye el proceso, le recordó que lo que hoy negaba había sido admitido en 1974, Barneix no tuvo empacho en denunciar que Bonjour lo había obligado a firmar el acta con afirmaciones que no había reaIizado.


No fue esa la única rectificación del general a quien, como una de sus últimas misiones antes de pasar a retiro, se le encomendó buscar, en la interna del Ejército, la información sobre el destino final de los desaparecidos, misión que, según cómo se mire, cumplió a cabalidad, es decir, elevó a sus superiores, el comandante del Ejército y el presidente de la República, información que se demostró totalmente falsa.


A diferencia de sus colegas, quienes ante las requisitorias judiciales se muestran en extremo parcos y desmemoriados, el general Barneix demostró tener memoria para reconstruir los detalles de aquel 3 de marzo de 1974. Admitió ante la jueza Mota haber estado en la sala de interrogatorios con Perrini pero sólo algunos instantes porque inmediatamente se retiró, de modo que dice no haber estado presente cuando el detenido "se desvaneció". Por el contrario, Baudean y Puigvert confirmaron en sus declaraciones en el Juzgado Penal de Séptimo Turno lo que antes habían afirmado ante el juez sumariante, y ratificaron que Barneix permaneció con ellos mientras duró el interrogatorio. En este sentido Barneix lleva las de perder, porque no sólo hay tres testimonios coincidentes sino que además esa coincidencia está avalada por la documentación.


Barneix además contradijo sus afirmaciones iniciales, al explicar cómo se hizo presente en la sala de interrogatorios. Dijo que había sido convocado expresamente por Baudean, pero éste había afirmado lo opuesto, es decir, que fue Barneix quien lo invitó para interrogar a Perrini. Y también rectificó una afirmación de Baudean de 1974, según la cual Barneix intervino para asistir a Perrini cuando éste se "desvaneció". El ahora general sostuvo ante la jueza que sí intervino, pero para impedir que Baudean continuara interrogando al detenido.


Todas esas marchas y contramarchas impulsaron a la jueza Mota y a la fiscal Ana Tellechea a promover un careo múltiple. Si el objetivo era eliminar contradicciones, el esfuerzo fue inútil. Por el contrario, si lo que se pretendía era obtener nuevos elementos de juicio, la confrontación resultó fructífera.


Según pudo saber Brecha, sólo en un aspecto los cinco indagados ?pero en especial Baudean, Barneix y Puigvert? fueron coincidentes: en ningún momento torturaron al detenido. Y esa coincidencia, que se explica por razones obvias, hace que resulte determinante la autopsia histórica que la jueza solicitó a la Facultad de Medicina. De hecho, la autopsia realizada por el doctor Mautone en el Hospital Militar al día siguiente del fallecimiento implícitamente admite las causas de la muerte al confirmar los múltiples hematomas que exhibía el cuerpo, que sólo se explican por las torturas.


Por lo demás, el careo se transformó en una confrontación de Barneix con el resto de sus ex colegas. El general se mantuvo en sus trece: acusó al coronel Bonjour­ de haberle ordenado que firmara un acta con declaraciones que no había realizado. Bonjour­ replicó que no era cierto y que nunca había ejercido tales presiones; por el contrario, dijo que en sus actas como juez sumariante había consignado exactamente lo que le habían declarado.


Cuando Barneix insistió en su versión de que se había retirado de la sala de interrogatorios antes de la pérdida de conocimiento de Perrini (lo que intenta ubicarlo como quien dice fuera de la escena del crimen), el coronel Baudean lo calificó despectivamente de mentiroso, como si la mentira fuera un recurso habitual en el general.


Fuentes vinculadas a organizaciones de derechos humanos sostienen que las contradicciones y negaciones que se verifican en este proceso judicial se explican precisamente por la existencia, excepcional, de un documento interno del Ejército, que acota el margen de maniobra de los implicados. Pero también es excepcional que un oficial, y de la jerarquía de un general, funde su defensa acusando a un colega. En ese sentido ?y en especial porque se presume que los elementos de juicio existentes, más el resultado de la autopsia histórica que llegaría al juzgado a comienzos de mayo, no se debilitan, al contrario, se potencian por las contradicciones de los careos? se sospecha que entre el general Barneix y el coronel Baudean existe un contencioso que viene de muy atrás y que ahora se expresa en un ajuste de cuentas.


Las mismas fuentes consultadas subrayaron el detalle de que el abogado de Barneix es el ex juez penal Ruben Eguiluz, mientras que los otros oficiales están representados por tres abogadas que se reiteran en múltiples defensas de militares acusados de delitos de lesa humanidad: las hijas de los procesados José Gavazzo y Ricardo Arab y la doctora Graciela Figueredo, que asiste en varios casos al abogado Miguel Langón, erigido en una especie de juez de jueces. La exclusión de Barneix del equipo de abogados de confianza de los militares presos en la cárcel de Domingo Arena sería una señal de la desaprobación de la conducta de Barneix por parte de los que mantienen a rajatabla la ley de la omertà.


Es posible que la dotación de presos en Domingo Arena se incremente con el aporte del caso Perrini (y en ese sentido, fuentes judiciales aseguran que son inminentes los procesamientos); más improbable es que se llegue a saber los detalles de la historia íntima de ese cuerpo selecto de represores que operaron, aquí y en Argentina, durante toda una década, cometiendo todo el abanico de crímenes.



BRECHA | POLITICA | Pág. 9 | 27/04/2012




Hacia el desenlace jurídico. Inminente procesamiento de tres militares por caso Gelós Bonilla. Hacia el desenlace jurídico.




Moraes, Tucci y Techera, ex funcionarios del Batallón de Ingenieros de Laguna del Sauce, declararon en sede penal y quedaron a la espera del fallo. El expediente enfrentará nuevamente a la jueza Mota con los tribunales por la figura de desaparición forzada y la calificación de crimen de lesa humanidad. La SCJ deberá resolver el dilema jurídico que puede dejar a Uruguay en consonancia con la jurisprudencia internacional o someter al Estado a un nuevo juicio ante al Corte Interamericana.



La sede penal de séptimo turno interrogó por última vez en la investigación presumarial -etapa previa al eventual dictado de procesamientos- a tres de los cinco militares sobre los que pesa un pedido de encarcelamiento por la de­saparición forzada en 1976 del edil frenteamplista de Maldonado, Horacio Gelós Bonilla. Tras cumplirse, el miércoles 18, con esta "audiencia ratificatoria" -en la que los indagados ratifican o no sus declaraciones en el expediente-, resulta inminente el dictado de procesamientos para el teniente coronel Aquiles Moraes, jefe del Batallón de Ingenieros N° 4 de Laguna del Sauce, y los mayores Juan Tucci Sebastiani y Julio Techera Sánchez, de acuerdo a fuentes cercanas a la investigación consultadas por Brecha.


Si bien la Fiscalía había solicitado también, en agosto de 2011, el enjuiciamiento para el capitán Eduardo Giordano DAmato y el médico José Luis Braga Rosado, estos integrantes del cuartel en el que la víctima padeció la tortura y la desaparición, aparecen en principio con menos posibilidades de ser encarcelados en los próximos días. Se mantiene el pedido de captura internacional para el entonces teniente Dardo Barrios Hernández, quien estaba a cargo de los interrogatorios en la unidad militar de Maldonado.


Para la fiscal Ana María Tellechea se ha probado que Gelós Bonilla fue apresado, el 2 de enero de 1976, en la plaza de Maldonado y conducido en un automóvil de un militar que trabajaba en el Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (ocoa). Luego, por las declaraciones de varias víctimas que lograron sobrevivir a aquellos tormentos, e incluso la confesión de algunos militares subalternos sobre las instancias de torturas que tenían lugar en el batallón, se logró comprobar los padecimientos de Gelós Bonilla a manos de los represores, los que determinaron su desaparición forzada.


Es un hecho que al momento de decidir la situación judicial de los indagados y optar por los procesamientos, la jueza Mariana Mota se mantendrá en su tesitura de emplear la ley 18.026 (crímenes de lesa humanidad) para aplicar la figura de desaparición forzada, tal como ordena la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la sentencia contra el Estado uruguayo.


Por cuanto, llegado el momento, si la magistrada procesa por tal delito a los militares involucrados, su fallo será revisado por un tribunal de apelaciones y luego subirá a la Suprema Corte de Justicia (SCJ), que finalmente adoptará una decisión firme respecto de la aplicación de la figura y de la calificación del ilícito como crimen de lesa humanidad o como delito común.


El caso se perfila como uno de los que marcarán un antes y un después en la jurisprudencia, puesto que el máximo órgano judicial no puede demorar más un pronunciamiento en uno u otro sentido.


La visión conservadora de los tribunales penales de primer y tercer turno ha llevado al cambio de carátula en algunos casos en que se había aplicado la figura de desaparición forzada. Los ministros sostuvieron, entre otros aspectos, que no se podía emplear la ley de crímenes contra la humanidad porque había sido aprobada en 2006 y el delito, al que consideraron homicidio en vez de desaparición forzada, se había cometido mucho antes, en 1976. Alegaron que de lo contrario se estaría violando el principio de no retroactividad de la ley penal.


La Corte Interamericana decretó de manera específica que no se podía hacer valer este principio ni otros que obstaculizaran los procesos. Y argumentó que los casos de desaparición forzada constituyen crímenes de lesa humanidad, por tanto permanentes -se siguen cometiendo aún hoy, pues el cuerpo no ha aparecido- e imprescriptibles: pueden ser perseguidos por la justicia sin límites de tiempo.


La SCJ tiene que optar entre aplicar la visión conservadora y por tanto de­soír a la Corte Interamericana -lo que le valdría un nuevo juicio internacional y la segura renovación de la condena contra el Estado uruguayo- o mirase en el espejo de la jurisprudencia regional e internacional y de las convenciones de derechos humanos que desde hace varios años se aplican en otros países para situaciones análogas a las que ocurrieron durante el terrorismo de Estado y que ahora se investigan en Uruguay.


"El que de cualquier manera y por cualquier motivo, siendo agente del Estado o sin serlo contando con la autorización, apoyo o aquiescencia de uno o más agentes del Estado, procediere a privar de libertad a una persona, seguido de la negativa a informar sobre la privación de libertad o el paradero o la suerte de la persona privada de libertad; o que omita y se niegue a brindar información sobre el hecho de la privación de libertad de una persona desaparecida, su paradero o suerte, será castigado con dos a veinticinco años de penitenciaría", describe la ley al referirse a la desaparición forzada de personas.


La fiscalía y la sede penal de séptimo turno entienden que eso fue lo que pasó en los casos en que aún no se sabe el paradero de la víctima. Pero la última palabra -al menos en el ámbito nacional- será de la SCJ.


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viernes, 27 de abril de 2012




Adhesión al homenaje que Crysol realizó al compañero Ricardo Blanco


Ciudad de la Costa 27 de abril de 2012

Estimados compañeros de CRYSOL y de la Comisión de Homenaje

Nos adherimos al merecido homenaje a este compañero y amigo.
Hay aspectos personales de Ricardo que hacen que su familia,sus compañeros del barrio,del sindicato,del partido político y del pueblo lo recuerden con mucho afecto
Ricardo Blanco ya era dirigente  reconocido de AUTE  y del Plenario Intersindical de Mercedes  ,cuando empecé a conocerlo concurriendo al Plenario como delegado  estudiantil 
Tenia una forma especial de ser que, llevaba a que la gente le expusiera sus problemas y siempre te dejaba una enseñanza sin que te dieras cuenta
Conocia a mucha gente  por su tarea de cobrador casa por casa de UTE y por sus actividades gremiales, siempre lo veías por el local de AUTE,el Centro Papelero o AEBU
Ricardo define a la gente  por sus actitudes personales y no por su definición gremial o  política..Cuando hablamos de conocidos en común te decía es" buena gente"o" es mejor  perderlo que encontrarlo"
Era muy apreciado en todos lados.Varias veces escuche decir de el:" es flor de tipo ,lastima que sea tan sindicalista
 Fue un dirigente  convincente , solidario y amplio muy alejado del sectarismo ruin y atomizador que suele aparecer en nuestra izquierda
Como dirigente de AUTE supo interpretar  los intereses de su clase y movilizar a su gremio contra la militarizacion de UTE
Varias veces fue detenido por sus actividades gremiales en el marco De las Medidas Prontas de Seguridad
El 7 de junio de 1973(,veinte días antes del Golpe de Estado) fue detenido por sus actividades de denuncias de los preparativos golpistas y acusado de pertenecer al PCR
En esos dias cientos de personas vinculadas al PCR fueron detenidas en Mercedes y torturadas en el Batallon de Infanteria No 5
A Ricardo  , a nuestra querida Doña Luisa y a los otros compañeros detenidos en el  Bn I. No 5, uno de los tenientes caza mercedarios mas eficientes se refirió en estos términos.
"No me preocupan los que atentaron contra mi vida, me preocupan ustedes que predisponen a la población contra nosotros y pueden rodear el cuartel con una pueblada"
Este militar Cnel (r) en la actualidad es lo que el Cte del Batallon 14 calificaría de" soldado perfecto"
  En 1977 Ricardo regreso de Argentina para organizar la resistencia a la dictadura.En" la tablada" la OCOA I Io asesina torturandolo sistematicamente
El Batallon de Infantería 14 no ha reconocido y repudiado su enterramiento clandestino siendo complices o coautores de su desaparición forzada

No se cuales serian hoy en día mis coincidencias y discrepancias políticas con Ricardo.Solo se que seguiría siendo flor de tipo,sindicalista y dirigente político acompañando y dirigiendo las luchas de su pueblo.
  Aspiro también a que me siga considerando" un botija de buena madera"


                                                                                     "El "flaco" Lewis



Difundirlo se sembrar Memoria.




Difundirlo se sembrar Memoria.

En la tarde fría otoñal del día de hoy, un grupo de amigos y vecinos rindió homenaje a 36 años del secuestro, asesinato y posterior desaparición de sus restos de Eduardo Efraín Chizzola Cano.

Una placa recordatoria reposa a la entrada de lo que fue su hogar, acompañada
por dos claveles rojos y, las palabras sentidas de su amigo de infancia y militancia.
Leomar Pastorino.
También las palabras de Violeta Mallet militante de la época y  generadora del recordatorio, junto a Oscar Urtazún representante de la organización de Madres y Familiares de detenidos- desaparecidos cerraron el acto sencillo, militante y digno de seguir sembrando la memoria del pasado reciente.
VERDAD Y JUSTICIA.


Eduardo Efraín Chizzola Cano.

Nació en Montevideo el 12 de noviembre de 1949.
Profesor de Educación Física y militante de la
Resistencia Obrero Estudiantil (ROE). Emigró a Buenos Aires
Se integró luego al PVP.
Desapareció el 17 de abril de 1976 junto a Telba Juaréz.
El 26 de abril de 1976,  fue hallado su cuerpo con signos de torturas y ejecutado con balas.

MARTHA PASSEGGI.
       reportera-gráfica.

jueves, 26 de abril de 2012

Centro Militar - Informe de prensa.


"Hubo algún horror"

Centro Militar: “puede que algo de razón tenga” Fernández Huidobro

Miércoles 18 de abril de 2012 | 11:16
·                                  

Centro Militar
“Es probable que algo de razón tenga” el ministro de Defensa Nacional, afirmó el presidente del Centro Militar en referencia a la afirmación de Fernández Huidobro que una eventual “mesa del perdón” debería contar con otros protagonistas y no solo militares y tupamaros.
El coronel (r) Guillermo Cedréz encabezó el acto “en homenaje a los caídos en defensa de las instituciones y la libertad”, tras el cual fue consultado sobre las afirmaciones últimas del ministro en torno a las responsabilidades a compartir sobre lo ocurrido previo y durante la dictadura.
Para Cedrez los partidos políticos tuvieron una gran responsabilidad en el asunto “porque la cancha es de ellos; lo debieron arreglar antes. Perdieron el campo de juego y entraron otros que no deberían haber jugado”.
Dijo no obstante que el “puntapié inicial” de todos los desbordes estuvo a cargo del MLN Tupamaros, y “mire como terminó… nosotros cometimos errores y algún horror“, reconoció.
El militar volvió a enfatizar la necesidad de “mirar al futuro” y no volver sobre el tema ya trillado porque “se debe aceptar el resultado de lo que pasó, que ya no se puede cambiar”.

 Un “cierre” a la discusión

Cedréz apuntó a la necesidad de dar un “cierre” a la discusión para lo cual pidió que el presidente Mujica, tenga “un gesto de magnanimidad, termine con todo este tema., al costo que sea, porque todo tiene un costo en la vida”.
Descartó sin embargo que las Fuerzas Armadas estén dispuestas a hacer una autocrítica sobre lo actuado, lo que eventualmente podría ocurrir, estimó, en el caso que hubiera una mesa ampliada del perdón como ha planteado Fernández Huidobro.
Las declaraciones fueron formuladas al finalizar el acto de recordación de los caídos del lado del gobierno el 14 de abril de 1972, al que concurrieron los expresidentes Julio María Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle.

martes, 24 de abril de 2012

Carta a Fernández Huidobro.


Montevideo,24 de  abril de 2012   La Española 4to Piso  No  444  


Sr

    Ministro de Defensa Nacional

Don Eleuterio Fernandez Huidobro

Por la presente me dirijo a Ud 
En estos dias los grandes medios de comunicacion dieron una destacada cobertura de las maniobras militares en el Batallon 14. Pudimos apreciar la eficiencia técnica y por ese motivo el orgullo de todas las autoridades presentes
Ud mismo observo personalmente a sus subordinados ejerciendo el mando y el dominio de sus acciones como legalmente le corresponde
Nadie pone en duda que se trata de los militares mejor entrenados del ejercito como lo señalo el Tte Marcos Montero
Lo que me preocupa es lo manifestado por el Cte del Batallon 14,  Tte Cnel Elbio Perez"
El Cte dijo "los francotiradores del Batallon 14 son "soldados perfectos" y agrego que no sabia por que la poblacion hablaba mal del Batallon 14

Estamos en duelo todavia por la aparicion de los restos de Ricardo Blanco Valiente asesinado por torturas sistematicas y enterrado en el Batallon 14
Estos hechos aberrantes no pueden ser desconocidos por el comandante de la unidad donde se produjeron y  donde hace poco tiempo aparecieron los restos del maestro Julio Castro ejecutado
Solicitamos que el MDN tome medidas para informar a sus subordinados que las torturas,,desapariciones forzadas y enterramientos clandestinos son motivo de repudio y no de festejos.Un" soldado perfecto"no puede desconocer esto

Lo saluda a Ud atte


                                        Lewis Rostan Gauthier

Sara Méndez, la dignidad oriental





Víctima del Plan Cóndor, se reencontró con su hijo ya adulto y espera que se haga justicia

Sara Méndez, la dignidad oriental

El caso de Sara Méndez estuvo incluido en la Ley de Caducidad o amnistía, una ley que quedó sin efecto recién en octubre. “Espero que sea el comienzo de una nueva etapa donde el Estado uruguayo se comprometa a investigar.”

Por Mercedes López San Miguel

Desde Montevideo
Las habitaciones de la casona hoy están vacías, bien iluminadas y sus pisos revestidos de alfombras. Hace 36 años había bancos enfrentados entre sí, de un lado hombres, del otro mujeres con los ojos vendados. Habían sido secuestrados y casi no podían distinguir el día de la noche. Sara Méndez, que estuvo presa en una de esas habitaciones ubicada en Bulevar Artigas, en Montevideo, recuerda el sonido de la calle y las sirenas de ambulancias de un hospital cercano. Pasó tres meses allí, en lo que era el Servicio de Inteligencia de Defensa (SID), esposada, tirada en el piso. Soportó la tortura. Lo que la mantenía viva era la ilusión de volver a tocar a su bebé Simón.
Después de sobrevivir a la dictadura, la vida de Sara Méndez se orientó a la búsqueda de su hijo. Lo encontró cuando ya era un adulto de 26 años. Su caso estuvo incluido en la Ley de Caducidad, que impedía llevar a la Justicia a militares acusados de violaciones a los derechos humanos. Por eso aún no hay condenados. En Uruguay la Ley de Caducidad quedó sin efecto recién en octubre del año pasado. A partir de esa fecha se sumaron denuncias: ya son 500 los casos, que incluyen desapariciones, torturas y robos de bebés.
A Simón Riquelo, de 20 días, se lo habían arrancado de sus brazos en Buenos Aires el 13 de julio de 1976, cuando un comando irrumpió a las patadas en su casa de Belgrano. “Unas quince personas entraron rompiendo puertas”, recuerda Sara Méndez. Yo estaba con mi bebé y una compañera que militaba en la izquierda como yo. Tomaron posesión de las dos plantas y ahí mismo empezó el interrogatorio y la tortura para obtener y decir direcciones y nombres de otros uruguayos que estaban viviendo en Buenos Aires.”
José Nino Gavazzo y Rodríguez Buratti comandaron el operativo. Se quedaron con su hijo. “No se preocupe señora. No le va a pasar nada porque no es una guerra contra los niños”, le dijeron y se la llevaron al centro clandestino Automotores Orletti, en donde estuvo diez días, para luego ser trasladada a Montevideo en un vuelo clandestino. Era una acción conjunta de las dictaduras argentina y uruguaya del denominado Plan Cóndor. “Ese día se realizó un operativo masivo de secuestro, fuimos secuestrados alrededor de 24 uruguayos que estábamos militando contra la dictadura de nuestro país desde la Argentina.” Sara pertenecía al Partido de la Victoria del Pueblo.
Un mes después, Gavazzo y Buratti participaron en el secuestro en Buenos Aires y posterior traslado a Uruguay de María Claudia García Iruretagoyena, nuera del poeta Juan Gelman y de la abuela de Plaza de Mayo Berta Schubaroff. Gavazzo llevó en un avión clandestino a María Claudia, que estaba embarazada, según arrojaron las investigaciones periodísticas del diario La República. Acá, en la casona de Bulevar Artigas recientemente se descubrió la placa que recuerda que María Claudia y su recién nacida Macarena estuvieron privadas de su libertad.
Sara Méndez supo de la presencia de la nuera de Gelman. “Un médico venía periódicamente a ver a una mujer que estaba en el piso superior. Por las indicaciones que daba a los guardias, nos dimos cuenta de que estaba embarazada. Tiempo después escuchamos que tenía dolores de parto. Inclusive en una de las veces que salimos al patio una de las compañeras alcanzó a ver a una mujer en una ventana con un bebé en brazos.”
Sara se acuerda de que los sacaban a tomar sol para que parecieran recién detenidos. Los militares querían tapar que había habido un vuelo clandestino. “Simularon que habíamos entrado al país por nuestros propios medios. Ahí empezó el montaje. Y luego nos ‘van a detener’ como si estuviéramos parando en esos lugares. Fue una falsa detención en octubre de 1976. Nos llevaron a la Justicia militar, con las actas fraguadas, y nos procesaron. Hoy sabemos que entre nuestro secuestro y la detención falsa hubo un segundo vuelo con otros uruguayos.” Alicia Cadenas, Elba Rama Molla, Sergio López Burgos y Gastón Zina estaban entre muchos otros.
Sara Méndez fue procesada por la Justicia militar y trasladada al penal, Punta Rieles en diciembre del ‘76. Allí estuvo presa cuatro años y medio. Cuando salió, emprendió la búsqueda de su hijo Simón. Y también aportó su testimonio en la causa de la mujer embarazada del piso superior. “Siempre supe que el caso de María Claudia iba a cambiar nuestra historia tan silenciada. Era familiar de un poeta de renombre internacional.”
Esta mujer bajita y de voz delicada lleva consigo años de luchar contra la corriente. “Durante diez años seguimos un caso que creíamos era Simón. Era el año ’86 u ’87 cuando pedimos el ADN. Lo negaron porque no se contaba con la voluntad del chico que era menor. En 2000, cuando asumió Jorge Batlle, la presidencia recibió la información de las Fuerzas Armadas de que el chico no era Simón, habló con él y la familia y los convenció de que se hiciera el ADN.”
Otra vez, las historias se cruzaron. “Tuvimos la noticia en marzo de ese año de que Macarena era hija de María Claudia y a los meses que ese chico no era Simón.” Sara empezó la búsqueda de nuevo. “Si no lograba una gran movilización que pusiera al gobierno de cara a la sociedad internacional, que mostrara a una madre que vio a los secuestradores de su hijo y que en ese momento vivían libremente en el país sin que se hiciera nada. Por eso emprendí una gira que me llevó por Europa, llegué al Parlamento Europeo, donde conté el caso de Simón.”
A través de una investigación del periodista Roger Rodríguez surgió un dato clave: un ex policía había adoptado al verdadero Simón. “Supe que mi hijo había sido dejado en el Sanatorio Norte. Un caso que estuvo totalmente invisibilizado, dejado de lado, en quince días se resolvió en el 2002. “El 18 de marzo tuvimos el resultado del ADN: positivo.”
A partir del descubrimiento de la placa en el ex centro clandestino de Bulevar Artigas y del reconocimiento por parte del Estado uruguayo de su responsabilidad en los crímenes de la dictadura, Sara Méndez se muestra esperanzada. “Espero que sea el comienzo de una nueva etapa, donde el Estado se comprometa realmente a que las investigaciones no queden en manos de los datos que sólo aportan las víctimas. Es el Estado el que tiene que hacerse cargo.” Como Sara Méndez, sobrevivientes y familiares de desaparecidos esperan llevar ante el banquillo a los responsables de estos delitos que perduran en el tiempo mientras las heridas no terminan de cicatrizar.

sábado, 21 de abril de 2012

BALDOSA MEMORIA


Eduardo Efraín Chizzola Cano.

Nació en Montevideo el 12 de noviembre de 1949.
Profesor de Educación Física y militante de la
Resistencia Obrero Estudiantil (ROE). Emigró a Buenos Aires

Se integró luego al PVP.
Desapareció el 17 de abril de 1976 junto a Telba Juaréz.
El 26 de abril de 1976, en un basurero de Escalada entre 27 de febrero
Y Roca, fue encontrado sin vida el cuerpo de un hombre joven, con los pies
atados con heridas, hematomas y laceraciones múltiples.
La pericia médica indica que allí fue conducido ya sin vida y que la causa de la muerte fue “congestión y edema agudo de pulmón y cerebro meníngeo baleado con quemaduras”.

LOS OVILLOS DE LA MEMORIA


MUCHACHAS DE ABRIL.

En 1974, pocos meses después de la instalación formal de la dictadura, cubría al país una ola represiva. Bajo la lupa militar estaba toda la población, especialmente los ciudadanos definidos en las categorías B y C por los servicios de inteligencia. Los centros de estudio, los lugares de trabajo, clubes de todo tipo eran vigilados silenciosa y metódicamente en los albores de la coordinación represiva que se conocerá como Plan Cóndor. Quedaba mucho por desmantelar, por deshacer. La escalada represiva llevará a un profundo y cruel genocidio cultural, político, ideológico y organizativo que atravesará todo el período dictatorial y llegará hasta nuestros días. Los militares arman los organigramas de las organizaciones populares y orquestan su desarticulación, en sus escritorios con soldaditos de plomo reinventan la guerrilla, los enfrentamientos, los desembarcos, para ellos la guerra continúa...

“(...) Efectivamente, la noche del 20 al 21 de abril de 1974 se recibió la orden del mando de realizar un allanamiento en la finca sita en la calle Ramón de Santiago número 3086 apartamento 3, domicilio de Washington Javier Barrios, integrante del mln. Al llegar a dicho domicilio no se obtuvo respuesta al llamado efectuado, recibiéndose sorpresivamente varios disparos de arma de fuego que alcanzaron al capitán Julio César Gutiérrez, quien cayó herido. Al intentar ayudar al camarada caído, se produjo otra ráfaga de disparos uno de los cuales hirió al jefe responsable del operativo.”[1]
El operativo realmente fue en la calle Mariano Soler 3098, apartamento 3, y por posteriores reconocimientos se sabe que estuvo a cargo del general Juan Rebollo y que participaron también los generales Julio César Rapela y Esteban Cristi, los mayores Armando Méndez y José Gavazzo, el coronel Manuel Cordero y los entonces capitanes Mauro Mariño, Julio César Gutiérrez y Jorge Silveira.
Aunque ellos olviden el hecho, en ese episodio también murió el agente Dorval Márquez, totalmente ajeno al hecho, que se dirigía a su casa en bicicleta.
Pero no fueron los únicos que estuvieron presentes, ni fueron los únicos que vieron; son muchos los testigos, muchos los que guardan memoria, y los asesinatos surgen de las voces que nos ayudan a reconstruir ese día.
Cuando “Pelusa”, una de las vecinas, se despierta, están intentando entrar a su casa. Mira por una de las ventanas, ve a los militares y también a alguien vestido con un “gamulán” beige que estaba con ellos y que, según le pareció, señalaba hacia su casa.[2] Abre la puerta, y mientras le preguntan quién vive allí puede ver que en las azoteas muchos soldados apuntan a los apartamentos, como en un juego de guerra, espalda con espalda. Uno de ellos grita que esa no es la casa; le hacen cerrar la puerta y quedarse adentro. Desde los techos de la casa de al lado le gritan que cierre las persianas. Cuando intentan abrir otra puerta escucha al muchacho del gamulán gritando:
—¡Está desarmada, no tiren!
De pronto ve a un oficial que grita:
—Viene por la calle El Iniciador, en bicicleta.
Creyeron que el que venía era Washington; la bicicleta se acercaba, le dieron la voz de alto, no respondió, dispararon y el ciclista cayó herido. No se pudo hacer nada, el agente Dorval Márquez, que volvía a su casa después de la jornada de trabajo no escuchó, se sumó otra víctima. Años después reconocen al mayor Gavazzo como protagonista de este episodio.
Gabriela, la hija de Pelusa, que era una niña en esa época, tiene la imagen todavía grabada. Vio cuando sacaban los tres cuerpos en parihuelas, eran como inmensas muñecas de trapo; una era Silvia Reyes, su brazo sangrando asomaba colgando bajo la sábana, en la mano tenía el anillo de Washington. Gabriela conocía ese anillo, Silvia le permitía probárselo.
En el apartamento 4 vivía Gloria. Estaba embarazada y tenía una niña de 2 años. Esa noche estaba en la cama junto a su esposo. En el dormitorio irrumpió Silveira con varios soldados, no los dejaron moverse hasta el amanecer. Escucharon los disparos, eran tantos que las paredes temblaban, pensaron que en cualquier momento podían atravesarlas. Hugo, el esposo, decía:
—Sáquennos de acá, las balas van a pasar para este lado.
Les pareció que los milicos estaban tan asustados como ellos, mirando y rogando que la pared resistiera. Después supieron que la primera hilera de ladrillos quedó prácticamente deshecha, la pared era doble.
Jacqueline tenía entonces 10 años, vivía con sus padres apartamento por medio del de Silvia y aquel 21 de abril estaba dormida profundamente.
“De golpe me despiertan gritos y golpes terribles en las ventanas y en la puerta de entrada –relata–. Con mucho miedo me senté en la cama de un salto y comencé a entender lo que gritaban:
—¡Abran, abran, somos las Fuerzas Conjuntas, abran que tiramos!
Eran muchas voces y seguían golpeando y gritando como desesperados. Salí de la cama y fui gateando al dormitorio de mis padres, tenía mucho miedo. Oía el ruido de las ametralladoras y pensé que podían tirar contra las ventanas, porque seguían gritando:
—¡Abran, abran que tiramos!
Si lo hubieran hecho, seguro que me habrían matado, porque tenía que pasar frente a las otras ventanas. En ese momento mis padres prendían la luz, saltaron de la cama y corrimos hacia la puerta, gritando que no tiraran e iban prendiendo las luces, abriendo las cortinas y por supuesto abrieron la puerta de entrada. No entendíamos nada, mi madre dice que eran las 2.45 de la madrugada; nos parecía que eso no era realidad, que era una pesadilla. Al abrir la puerta se abalanzaron una cantidad de militares con metralletas que apuntaban a mis padres y a mí. El patio estaba lleno de soldados que gritaban y corrían como locos. A los gritos le preguntaron a mi padre:
—¿Usted cómo se llama?
No terminó de decir: Washington Barrios, cuando se lanzaron contra él, lo agarraron de los brazos y empezaron a arrastrarlo hacia afuera. Mi padre se resistía y preguntaba qué hacían y qué querían. Los soldados le gritaron a los otros: acá está. En ese momento se siente una voz que venía de atrás del montón de soldados:
—No, a ése no lo maten que es el padre.
Entonces lo soltaron y una cantidad de soldados y otros hombres de civil que llevaban camperas negras entraron a nuestro apartamento y preguntaron por mi hermano Washington. Nosotros respondimos que no sabíamos dónde estaba. Nos encerraron en el dormitorio custodiados por varios militares que nos apuntaban con sus armas. Entonces comenzó el ruido infernal de las ametralladoras y me di cuenta de que estaban tirando contra la puerta del apartamento de mi hermano. Aquello fue un infierno, se sentía el ruido de los impactos contra los vidrios, las ráfagas de las ametralladoras. Y nosotros impotentes; sentía en mi interior que estaban matando a Silvia y a su hijo, que luego de aquello no podía estar viva. Cuando salí fuera de la casa parecía que hubiese pasado un terremoto... Mi mamá me dijo que habían matado a Silvia y a las dos compañeras que estaban con ella: Laura Raggio y Diana Maidanic. Al mediodía llegaron varios camiones del Ejército con soldados y empezaron a llevarse todos los muebles. Se llevaron la puerta, sacaron hasta los tapones y las tapas de las llaves de prender las luces. Recuerdo cuando se llevaron la máquina de coser y el colchón del sofá cama que estaba en el lugar donde las asesinaron, todo estaba lleno de sangre. Era horrible. Lo que no pudieron llevarse, como el placard del dormitorio, lo rompieron. Unas semanas después, cuando mi padre y mi otro hermano limpiaron, volví a entrar al apartamento. La puerta de acceso al comedor y dormitorio no tenía un solo vidrio sano, el revoque y los ladrillos estaban todos rotos a consecuencia de las ráfagas, las paredes salpicadas con sangre y las balas incrustadas en el cielo raso tenían trozos de cuero cabelludo.”
La madre de Washington, “Nené”, recuerda claramente que ese día Gavazzo estaba vestido de traje sport de hilo, con corbata azul y camisa celeste; llevaba una ametralladora. Silveira estaba de uniforme, entró en la casa con expresión de loco y puso una metralleta sobre una mesita:
—¿Dónde está el hijo de puta de su hijo, que yo mismo lo mato?
Gavazzo entra y le dice:
—Cállese la boca, no le hable así a la señora y salga para afuera.
Todo era vértigo y violencia. Entra Cordero y le ofrece:
—Tome un cigarro, señora.
Se sienta en la cama y le pregunta a Jacqueline si conoce a la hermana de Silvia y a su esposo Nicolás Quiñones. Ella le contesta que sí, que siempre iba a la casa, que conocía también a los padres de Silvia y de Stella.
—Entonces ¿conocés bien la casa? –insiste Cordero.
La niña asiente, temerosa.
—Te voy a dar una hoja y un lápiz y me vas a hacer un mapa de cómo es la casa –le dice.
Nené reacciona y le responde que no va a permitir que su hija de 10 años dibuje un mapa, que la dejen en paz. Recuerda que Washington padre quedó mudo, esperando. No lo dejaban moverse, pero cuando vio que sacaban algo del apartamento no pudieron detenerlo, se acercó a la ventana y vio que sacaban los tres cuerpos. Dijo:
—Mataron a Silvia, y había dos muchachas más.
Las visitas de Gavazzo a la casa de la familia Barrios continuaron después del operativo, llegaba con supuestas cartas del hijo o con otro verso. Este interés se mantuvo hasta setiembre, fecha en que desaparece Washington. Un día a mediados de octubre, tal cual lo anunciaba el mayor Gavazzo, llegó Armando Méndez con la moto de Washington que habían “encontrado” en el taller mecánico en que la había dejado. La devolvieron “para que la vendieran”.
Stella Reyes, detenida ese mismo día, reconstruyó la terrible jornada. Escuchó las versiones de los soldados en el cuartel de artillería, la de Mario Soto y la que su propio padre registró minuciosamente. En los dos operativos, el realizado en su casa y el de la familia Barrios, participó la misma gente, había oficiales de alto rango, los pudo ver cuando estaba contra un muro.
“Sé que al capitán Gutiérrez lo mataron ellos, pertenecía a artillería 2 de la ciudad de Trinidad. Rompió la puerta de la casa y cuando entró al patio abierto los milicos que estaban en la azotea oyeron ruido y le dispararon. Cayó allí mismo. Cuando entra el general Rebollo disparan también y lo hieren en el brazo.
Después fueron a la casa de mis padres, en Jacinto Vera 3777, que estaba situada delante de la nuestra que era el apartamento 2. Mi padre escribió con lujo de detalles todo lo que ocurrió esa noche.”
El testimonio del padre de Silvia y Stella Reyes expresa:
“Con un altavoz gritan:
—Que salga Reyes con las manos en alto, vamos a tirar.
Gritaban totalmente enloquecidos:
—¡Tupamaros hijos de puta, venimos a matarlos a todos! ¡Dale, hijo de puta, cantá dónde está tu hijo!
Otro detrás mío gritó:
—¡Volale la cabeza a ese hijo de puta si no habla!
Entendí que sólo con serenidad podría demorar a esas bestias enloquecidas y comencé a contestar.
—No tengo ningún hijo.
Y ellos:
–Dale, matalo, volale la cabeza
Y yo:
—No tengo ningún hijo.
Así pasaban los segundos, o quizás los minutos.”
Con todo detalle narra los recursos que interpuso ante el pelotón desaforado para demorar el operativo. Finalmente cuando “las luces del ansiado amanecer comienzan a alumbrar suavemente la escena, camino lentamente hacia la puerta abierta, entre insultos y amenazas, la última orden es: ‘entrá y tenés diez segundos para prender las luces, si demorás te acribillamos con todo lo que esté adentro y morís’. Yo entro con los nervios agotados, tanteo en la oscuridad hasta que enciendo la luz, quizás un segundo antes de los diez, por eso no llego a saber lo que es morir acribillado en la oscuridad como mi hija Silvia y sus compañeras”.
Continúa Stella: “Fue muy cruel todo esto para mi padre, la muerte de mi hermana, la desaparición de Washington, la cárcel mía y de mi esposo. Todo el tiempo estaba pensando en nosotras, y siempre que podía contaba: ‘A mi hija la mataron, la asesinaron’. Siguió registrando todo lo que pasaba, lo que hacían para encontrar a Washington. En 1985 renovó su fuerza, escribió todos los hechos en una especie de carta abierta al pueblo uruguayo, creyó que se haría justicia, pero no pasó nada.
En el año 2000 hizo una crisis muy importante, rompió mesas, rompió todo lo que estaba a su alrededor. Tuvimos que llamar al médico, que decidió calmarlo con medicamentos hasta que llegó un psiquiatra. Cuando mi padre se recuperó se dio cuenta de que había hecho una crisis, nos dijo que tenía que contar lo que había visto, lo que hicieron en la morgue del Hospital Militar, algo que no había podido contar nunca. Él creía que era por eso que estaba tan mal. Yo lo iba a dejar solo para que hablara tranquilo con el psiquiatra, pero él me pidió que me quedara y dijo:
—Yo quiero que Stella esté, que escuche esto, porque es la que puede contar, yo no puedo contar.
Y empezó a relatar:
—Vi los pies de Silvia y enseguida la reconocí, no precisé nada más, supe que era ella. Pero la destaparon toda y tenía la autopsia hecha, estaba abierta desde el cuello hasta abajo, llena de algodones ensangrentados donde se supone que tenía que estar mi nieto.
El psiquiatra le dijo:
—Mire, lo que le hicieron a usted es una tortura. Lo que le pasa es normal, con todo lo que usted vivió; ni yo ni nadie lo hubiese podido soportar. Vamos a medicarlo para que pueda estar tranquilo, lo que usted tiene que hacer es olvidar.
Pero es imposible olvidar.
—Yo veo esa imagen, esa imagen la he visto durante años, mi familia no sabe, yo me duermo y me despierto con esa imagen, me doy cuenta que me estoy poniendo cada vez peor.
Él se había enterado que Silvia estaba embarazada cuando lo interrogaban los milicos. La vio con más de 30 impactos de bala en el cuerpo.”
La medicación tuvo que ser más fuerte, empezó a hacer picos de presión y crisis depresivas. No había podido salvar a su hija, no había podido encontrar a su yerno desaparecido en Buenos Aires. Cada vez que viajaba recibía amenazas de Gavazzo, que le decía que las consecuencias las iba a sufrir Stella, que estaba presa. En medio del dolor, de la injusticia y del hostigamiento juntó información, la registró, la ordenó en carpetas; detalles de toda esta etapa quedaron en su diario, fue su aporte consciente a la memoria, su lucha contra la impunidad mientras tuvo fuerzas.

Laura Raggio era la única mujer y la mayor de cuatro hermanos. Le seguían los mellizos Horacio y Raúl y el más pequeño Daniel. Su mamá era profesora de educación física y su papá empleado bancario. Vivieron en diferentes casas, pero siempre en Malvín. Los padres militaban en el pdc. La educación de Laura incluyó clases de catecismo que recibió en la parroquia del barrio.
El padre tuvo actividad gremial en el banco, participó en la combativa huelga del 69 y fue el primer clandestino de la familia, termina preso en el Cilindro Municipal, entonces convertido en cárcel, y luego lo llevan a un cuartel.
Laura asistió al liceo 10 y comenzó a militar en el fer 68, tuvo una intensa actividad militante. Ocupan el liceo, recuerdan sus hermanos, habían hecho barricadas con bancos. Desde la terraza vieron llegar a los milicos que rápidamente atravesaron la improvisada barricada. Los bancos no resistieron y fueron franqueados por los soldados, que llegaron hasta el fondo del liceo para encontrar a un grupo de rápidos muchachos huyendo por la medianera del fondo. Otros no tuvieron tanta suerte y fueron detenidos.
El compromiso de Laura va en aumento, participa en ocupaciones solidarias cuando llegan las marchas cañeras. Sus estudios también avanzan, cursa preparatorios en el liceo 15. Una noche del año 1972 sonó el timbre en la casa de Malvín, eran los milicos haciendo una redada; se llevan a cuanto joven militante hay en el barrio, camiones y camionetas se llenan de gurises y gurisas. El destino de Laura fue el Batallón de Infantería 13, en Camino de las Instrucciones cerca de la Gruta de Lourdes. Allí fue torturada, apenas tenía 18 años. Su familia tardó bastante en saberlo, empiezan las marchas con paquetes al Prado, junto al liceo militar. Peregrinación que harán tantos familiares, con sus bolsas de plastillera con los nombres bordados, conteniendo los pocos víveres, las pocas prendas e implementos de higiene que permitían pasar.
Cuando se enteraron de que pasaría a la justicia, estuvieron días y días turnándose en guardias frente al juzgado para verla. Al llegar Laura, todos pudieron entrar y se fundieron en abrazos apretados. Estaba muy flaca y muy pálida, pero la sonrisa que les dedicó era tranquilizadora. Después del pasaje por el juzgado empezaron las visitas regulares, podían ir al cuartel dos veces por semana. Los domingos, aunque no tenían visita, se instalaban en el fondo de la Gruta de Lourdes sólo para verla cuando salía al patio. En el afán de que los reconociera, su hermano Horacio, que tenía palomas mensajeras, las soltaba cuando creían verla para que ella supiera que estaban allí.
Estuvo presa un año, y su sueño, cuando saliera, era tomar el 104 con las otras compañeras para pasear por la rambla y ver el mar.
“El día que salió yo estaba en la puerta de casa –relata Horacio– y de repente veo a alguien que se acerca por la calle, con un bolso. No lo podía creer, ¡era Laura!, se había venido sola, la casa era una fiesta, saltos, abrazos, los amigos empezaron a llegar, charlábamos, la tocábamos, fue muy fuerte, muy conmovedor. Creo que fue por marzo del 73.
En el verano del 74 se fue de nuevo: me acuerdo que le dijo a mi padre que se iba de casa pues estaban arrestando a alguna gente. La ayudé a armar los bolsos y la acompañé a tomar un taxi. Nos abrazamos y con mis 16 años le dije que cualquier cosa que necesitara me llamara. Nunca más la vi. Fui el último de la familia que estuvo con ella.
El terror ya estaba instalado en casa, de repente sonaba el teléfono, atendía mi padre y le decían:
—¿Raggio?, su hija cayó herida.
Era una forma de tortura psicológica, tanto es así que el día que nos avisaron que la habían matado no les creí.
Ese día yo atendí el teléfono y me preguntan:
—¿Familia Raggio?
—Sí –les contesto.
—Lo llamamos de las Fuerzas Armadas, ¿está el señor de la casa?
Fui a buscar a mi viejo, agarró el tubo y la cara se le iba transformando a medida que oía. Le estaban diciendo que pasara a buscar el cadáver por el Hospital Militar. Mi viejo no les creía y yo gritaba que no, que hasta no confirmarlo no les creyéramos. Habían llamado tantas veces... Fueron mi padre y mi tío a reconocerla, mi padre no entró.
Parece que se iba a ir a Buenos Aires, pero no salieron las cosas. Ellos dijeron que fue un enfrentamiento, que ellas les tiraron granadas, que mataron a uno que pasaba en bicicleta por la calle. Pero a Laura la ejecutaron y a Diana la deshicieron.
Yo vi a Laura con un balazo en la cabeza y cuando la velábamos creí que se había teñido el pelo de rojo, pero era sangre. Pertenecía a la columna 70 del mln. Tenía 19 años.”
La madre de Laura atesoró durante todos esos años sus fotos, sus papeles, recortes de prensa. Era la única manera de seguir teniéndola cerca.

Palomas
Si palomas al viento
se llaman señoras
serían perfumes
mi abuela y la gloria
o el ansia que espera
y evoca remota.
Sería un sueño
que anida en las almas
que guarda un secreto
del tiempo que escapa
cual frágil paloma
que vuela al mañana.
Paloma que dices
en forma de vuelo
aquello que explica
cuál el sentimiento
te canto este blues
que estoy presintiendo.
Tan sólo paloma
que surca los mares
y vas por el mundo
en vuelo incansable
dale mis recuerdos
y un beso a mi madre.
También va mi amada
por ti la paloma
canción encumbrada
por todas las cosas
palomita blanca
de ayer y de ahora.
Eduardo Mateo

 

Diana Maidanic nació el 31 de octubre de 1951, en Montevideo. Sus primeros años transcurrieron en la casa de sus padres en bulevar Artigas y Miguelete. Cuando tenía 2 años muere sorpresivamente su padre, y la madre se lo oculta; es su manera de cuidarla. Pero el padre desapareció de su infancia, de su casa, y Diana no podía comprenderlo. Años más tarde, cuando ya era adolescente le reprocha por qué, por qué no le dijo…

Flora, su madre, vive hoy en una casa llena de recuerdos de Diana y sigue lamentando no haber entendido lo importante que era para la niña conocer la causa de la ausencia de su padre, no haberse animado a explicarlo.

Diana tenía 5 años cuando Flora se vuelve a casar y con ese matrimonio llegan dos nuevos hermanos: Mauricio, y Carlos, 14 y 5 años mayores que ella. Finalmente nacería su hermanita Ana para compartir su mundo infantil.

Ni bien aprende a hablar se manifiesta su pasión por declamar, en la adolescencia llega a actuar en la Sala Verdi. Todo su cuerpo comunica lo que siente. Concurre al Liceo Francés en los primeros años, luego de la mudanza va a la escuela 81 de Carrasco.
Una niñera oriunda de Rivera, Celia, entra en su vida para quedarse como una madre más. Se creó entre ellas un vínculo muy fuerte, Diana nunca la consideró una empleada, siempre fue una compañera.
Celia aún recuerda aquel enorme corazón de Diana, su generosidad y su entrega. A pesar de que estuvo criada en un hogar donde nada faltaba, siempre estaba pensando en los que no tenían para comer. Para el casamiento de su hermano Carlos, a Diana le hacen un vestido de fiesta tan lujoso que ella decía con pena: “Todos los que podrían comer con lo que vale esto…”.
Con los ojos brillantes, cuenta Celia que Diana fue la mejor persona que conoció. Charlaban mucho, cuando hablaba se apasionaba, le contaba de Sendic, del Che, le gustaban Los Olimareños y el canto popular. Recuerda con pena el libro de Sendic que Diana le regaló y que ella tuvo que quemar, con gran dolor, en la época en que los allanamientos estaban al orden del día. Diana fue su compinche, como una hija, una compañera...
Flora, por su parte, se acuerda de cuando encontró a Diana y a Mónica, su prima, fumando, tenían 13 años. Pensó que la responsable era Mónica, que siempre había sido vivaz y muy osada. Cuando estaban juntas había risas, bromas y picardías. En los encuentros familiares las primas estaban indefectiblemente juntas, muy pegada una a la otra. A Diana le gustaba mucho ir a la casa de Mónica en Capurro. Charlaban sobre todos los temas: el amor, las relaciones, la literatura, la revolución, la militancia, la lucha por el boleto, los acontecimientos del mundo, los Beatles.
Diana empezó a participar en el fer 68 y Mónica en la ujc. A Flora le preocupaba y pensaba: esta chiquilina, tan comunista… Diana era reservada y tenía pocos amigos, a los 18 años quería conocer Israel, pero tuvo que operarse de un quiste y postergar el viaje. Nunca lo llegó a hacer. Hoy Mónica y Celia ríen juntas al recordarlo.
Estaba cursando medicina y el último año de psicología, en el Hospital de Clínicas. Abrió un jardín de infantes, El Globo Rojo, para niños de 2 a 5 años. Amaba a los niños. Cuando la van a buscar la patrulla militar pregunta a los vecinos donde está el jardín. Ese día Flora estaba en una casa cercana, desde donde vio el operativo sin relacionarlo con su hija. Se dio cuenta cuando unos vecinos le preguntan:
—¿Esa, no es Diana?
Envuelta en un tapado beige la llevaban a empujones. La detienen en julio de 1972, en el Batallón 13 de Infantería. Hasta allí iban a visitarla. Los domingos, desde la Gruta de Lourdes, como los demás familiares presenciaban los recreos y se comunicaban con gestos. Ella hacía manualidades que les enviaba.
Mónica todavía se pregunta por qué fue al velorio de Jorge Salerno y no fue al cuartel a ver a Diana. Tal vez el temor de entrar a un cuartel, y los criterios de seguridad que se manejaban ante tanta represión. La extrañaba y estaba al tanto de todo lo que le sucedía. Un año y medio después le dieron la libertad, el primero de noviembre de 1973. Charlaron mucho, tomaron mate y pudo sentir su intensa necesidad de afecto, le asombró cuánto extrañaba a las compañeras que habían quedado en el cuartel, se sentía muy apegada a ellas y sufría. Recuerda los helados que tomaban juntas, sus paseos en el balneario Jaureguiberry. Diana siempre estaba pensando en lo que las compañeras no podían hacer, ver, ni comer. Una parte de ella se quedó en prisión. Ese verano también pasaron algunos días juntas en La Floresta, fue su último verano.
Celia recuerda el día que Diana está preparando las cosas para irse, le pide que elija uno de sus peluches para regalárselo. Eligió una muñeca patona que hasta hoy conserva.
Empieza la etapa de la clandestinidad, las llamadas telefónicas de Diana eran esporádicas. Celia atendía y ella preguntaba:
—¿Quién habla?
—La muchacha.
—Soy yo, no seas guaranga.
En esos meses la madre la pudo ver muy pocas veces, se citaban en un café, pero la angustia y el miedo de Flora se convertían en lágrimas. Diana la tranquilizaba:
—Mamá quedate tranquila, si no te calmás no vamos a poder seguir viéndonos.
En marzo creyó que se había ido a Buenos Aires, porque para su cumpleaños recibió flores con una tarjeta que parecía venir de la otra orilla.
Un día sonó el teléfono y alguien le dijo:
—Soy amigo de Diana. Ella la necesita, está herida, se accidentó con una bomba que estaba haciendo…
Cortaron y ella quedó en la más absoluta desolación, sin saber qué hacer. Lo comentó con unos amigos, que intentaron tranquilizarla:
—No le debe haber pasado nada, quedate tranquila, debe ser tortura psicológica.
Aquel domingo cuando Flora atendió el teléfono, una voz dijo:
—Su hija murió en un enfrentamiento, venga a reconocerla.
Allí en la morgue del Hospital Militar Flora la ve: el pelo corto, pelirroja, tenía 22 años. Su pequeña, que amaba declamar, tan callada.

Silvia Reyes era dos años menor que su hermana Stella. “Las dos éramos muy parecidas y mamá nos vestía a las dos iguales, como se usaba en aquellos tiempos. Mi padre trabajaba en la galería Bruzzone y era activista de la lista 15 del Partido Colorado, en casa siempre había propaganda de la 15: pelotas, muñecas, pegotines. Tanto es así que en época electoral una de las actividades de mi familia era ir a ver a mi padre o a mi tío cuando pronunciaban sus discursos. Mi madre se ocupaba de las tareas de la casa. Una costumbre de la familia era juntar juguetes para el día de Reyes, los arreglábamos y los repartíamos. Vivíamos en el Buceo, el barrio estaba pegado a un cantegril, en una de las primeras casas de material construidas en esa zona. Silvia fue a la escuela de Rivera y Julio César, cursó con muy buenas notas y practicó patín en el Platense Patín Club. Una enfermedad a los cinco años la obligó a hacer reposo. Era difícil mantenerla quieta y entre los muchos recursos que utilizaron, a papá se le ocurrió hacerle una cometa, la pegó al techo y le dio el hilo para que la remontara dentro de la casa”, recuerda Stella.
“Más adelante fue al liceo 12 que estaba en Rivera y Soca, también se destacó por sus notas y por ser muy bonita, sus ojos verdes en contraste con su pelo oscuro llamaban la atención. Tenía muchos amigos. Su adolescencia estuvo rodeada de música, los Beatles, los Rolling, Mateo, Urbano Moraes, Quico Sicone y decidió aprender guitarra, su profesora fue Teresita Minetti. Su pasión por la música y por integrar la más famosa barrita del barrio la llevó a formar un grupo de rock, “The Alacrans”, debutaron en la parroquia San Pedro en una quermés, todas vestidas con buzos negros con un alacrán bordado en blanco, minifaldas y botas altas negras.” La idea fue de Silvia, bien acompañada por Stella y otras amigas, tenía 13 años. “Cuando cumplió los 15 lo festejaron en casa, estaba muy linda, se alisó el pelo, se puso pestañas postizas, un vestido muy corto de encaje blanco que dejaba entrever el sutién. Ya tenía un noviecito apasionado. Pero en un viaje a Buenos Aires con unas amigas, festejando los 15, conoció a Washington, que no sólo les vendió el pasaje en el Vapor de la Carrera, también les consiguió un camarote especial, se hizo compañero incondicional de viaje y estaba a la vuelta esperándola.”
Washington tenía 17 años, cursaba preparatorios en el nocturno del ibo, quería ser abogado. Silvia trabajaba cuatro horas, seguía estudiando y empezó a militar. En el año 1971 se integró al Movimiento 26 de Marzo, militó en el fer 68 pero no estaba integrada al mln. Washington también militaba en el fer 68 y más adelante ingresó al mln.
Se casaron en octubre del 73 y se mudaron a un apartamento, atrás de la casa de los padres de él, en Brazo Oriental. Para nochebuena Silvia, Washington y Jacqueline, su hermana, arman juntos el arbolito.
—Esta Navidad estamos acá, mamá, pero las próximas capaz que estamos en otro lado; yo te voy a pedir que siempre hagas el arbolito para nochebuena, así nos vas a tener siempre presentes –le pidió Washington.
Eran muchos los miedos, cuando le avisaron a la madre de Washington que iban a tener un hijo, Silvia dijo:
—Te vamos a pedir que, si nos tenemos que ir de acá, vos te hagas cargo del niño, o de la niña, sólo vos.
—¿Pasa algo? –preguntó la madre, y Washington contestó:
—No, no pasa nada, pero si llega a pasar algo, mamá... queremos que vos te hagas cargo de nuestro hijo.
La muerte interrumpió sus sueños. En el velatorio, que se hizo en la casa materna, Rapella apareció a provocar. El padre de Silvia en un impulso le sacó el arma y le apuntó a la cabeza, lo sacó de la casa y le dijo que lo iba a matar si le pasaba algo a Stella. Finalmente pudieron convencerlo de devolverle el arma y Rapella se fue.
La presencia militar no impidió que los vecinos llegaran y en silencio se fueran ubicando en la vereda de enfrente, donde armaron una cadena humana. Cuando salió el féretro, una lluvia de rosas rojas cayó sobre él. Con las manos unidas la gente formó el espontáneo y cálido cortejo.
El 29 de noviembre de 1973 había cumplido 19 años.

Washington se enteró al día siguiente de la muerte de Silvia, cuando llamó por teléfono a la casa de una vecina, sus padres no tenían teléfono. Su madre va a la casa de la vecina, toma el teléfono y le cuenta:
—La mataron a ella y a dos muchachas más.
Nené aún escucha su grito. Fue la última vez que hablaron, no lo vieron más, no lo oyeron más. El 19 de abril se había ido a Buenos Aires. Su última carta, de abril, refleja el dolor, la impotencia y su inquebrantable voluntad de lucha:

Querida Celia, Adela y Pepe:
Como le decía a los viejos, hay veces que resulta difícil escribir y otras no. Debería poder hablar con ustedes, pero me es imposible ahora, quizás algún día pueda, quizás no.
Lo que sí hubiera deseado es haber estado allí junto a Silvia, pero por desgracia me encontraba cumpliendo una función y estaba bastante lejos. Silvia era parte de mí, como yo de ella. Nosotros hablábamos de todo lo que podía ocurrir y en cualquier momento, pero por desgracia pasó una de las cosas peores y lo peor en lo personal, el haber perdido a mi compañera y a una gran revolucionaria. Y con la Flaca decíamos que si llegaba a pasar algo así, cualquiera de los dos que quedara tenía que luchar y ocupar el puesto de los dos, y eso, estén tranquilos que lo voy a hacer, y que lo más probable es que muera peleando como ella murió, pero sé que no me voy a llevar a uno ni a dos, que van a ser unos cuantos.
Ya nadie habrá que pueda parar su corazón unido y repartido. No digan que se ha ido: su sangre numerosa junto a la patria queda, lo que tenemos que tomar todos es el ejemplo que Silvia nos dio día a día, hora a hora, minuto a minuto. Sé cómo se deben sentir, pero con quedarnos pensando no hacemos nada, por el contrario perdemos mucho, y somos consecuentes con la manera de pensar y de actuar de la Flaca.
Me mataron a la Flaca y a un gurí que estaba en camino, y salga de donde salga, me la van a pagar, les pido que hagan todo lo que esté a su alcance, pero que no se quemen al pedo. Nuevamente por los gurises que bastante mal la deben estar pasando. En cuanto pueda les voy a hacer llegar la guita del entierro, no lo tomen a mal, para mí es un deber, lo mismo.
Celia, gracias, lo recibí y siempre va a estar conmigo, fuerza, un beso.
Adela, fuerza, un beso.
Pepe, fuerza ahora más que nunca.
Hasta la victoria siempre
Washington

Por testimonios de los sobrevivientes, que actualmente viven en Córdoba, se sabe que el 17 de setiembre de ese mismo año 1974 Washington es apresado junto a cuatro argentinos, tres hombres y una mujer. “A los cuatro días de estar detenidos vinieron a buscar al ‘uruguayo’ y se lo llevaron”. El procedimiento se efectuó bajo la dirección del secretario de seguridad y jefe de policía de la provincia, comisario Héctor García Rey.
Washington se declara “combatiente” y exige que se respeten los derechos de la Convención de Ginebra. El 20 de febrero del 75, según consta en oficios de La Plata, Washington firmó la resolución del juez del Juzgado Federal número 3, en la que se le levantaron los cargos de entrada ilegal al país. Habían pasado cinco meses desde su detención, queda constancia de que el detenido debe ser devuelto a Córdoba o recobrar la libertad. En otro oficio de la misma fecha queda la constancia de que “desapareció del coche policial que lo conducía con custodia desde el Juzgado Federal número 3 de La Plata”, ese mismo día. Apenas dos días después la policía argentina emite un comunicado de prensa notificando su fuga.
En Uruguay son reinterrogados varios presos vinculados con el caso, entre ellos Stella, que recibe amenazas: “si no hablás te va a pasar lo mismo que a tu cuñado”. Tenía 22 años.[3]




Palabras cuando me enteré de tu muerte

Sabés que la luna es roja

esta vez
la carta que he escrito la voy a romper
se bebe tu sangre una tierra
muy lejos... Lo sé.
Y digo que es ancha esta noche. No sé.
Será que no he roto la carta. Tal vez.
No es silencio tu muerte
es lluvia en la piel
es verano que abraza
es rabia, es hiel
es hombre que sufre
que empuña el presente
que canta, sabés...
Arriba la luna es roja esta vez
el agua en las calles se pudre.
¿No ven?

Que vengan las manos a echarla a correr.

He roto la carta, me duele, sabés...
Arriba en el cielo
la luna es roja también.

Irma Leites
Montevideo, 11 de setiembre de 1973.


[1] Carta del personal superior de las Fuerzas Armadas en situación de retiro, publicada en Búsqueda, 9 de noviembre de 2005.
[2] Mario Soto, integrante del mln que a raíz de la tortura colaboró en la ubicación de las viviendas y permaneció detenido en Artillería 1.
[3] Estas historias se recrearon a partir de testimonios de Stella Reyes, Jacqueline Barrios, Hilda María Fernández de Barrios, “Pelusa”, Horacio Raggio, Flora, Celia y Mónica, recogidos por Cecilia Duffau e Irma Leites. Libro los Ovillos de la Memoria.